¡Matadlos! ¿A quién?

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías PROFESORA TITULAR DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y SOCIOLOGÍA DE LA USC

OPINIÓN

Carlos Luján | EUROPAPRESS

21 mar 2023 . Actualizado a las 09:09 h.

Interpretar correctamente el carácter de un líder, y en general de un político, nos permite imaginar, anticipar, qué haría en tales o cuales circunstancias; y es en este fantaseo anticipado del «qué hará» donde reside nuestra capacidad protensiva de elegir pensando en el futuro. Ayuso ha decidido no dejar resquicios a la imaginación de sus electores, su mensaje a los diputados de la Asamblea de Madrid deja bien claro qué haría si pudiera, si tuviese la fuerza suficiente, a la vista de todos y todas.

No me refiero a que los matara de verdad, no sean superficiales, sé que las palabras tienen significados, pero también sé que la elección de los significantes no es ni casual ni anecdótica; el lenguaje define a los políticos, y Ayuso es exactamente lo que dice, ella o Miguel Ángel Rodríguez, da igual.

Hoy, sin embargo, no quiero hablarles de lo que dice sino de por qué lo dice y a quién se lo dice, porque creo que ahí está la clave de cómo es Ayuso y, asimismo, creo que eso es lo único en lo que Ayuso ha tratado de despistarnos. Ayuso comienza su mensaje esgrimiendo que «hoy la izquierda está acabada»; y la verdad es que llevamos tanto tiempo hablando de los errores de la izquierda, que muy pocos han reparado en dónde situaba Ayuso la diferencia entre hoy y ayer. Y por eso la mayoría nos hemos dedicado a interpretar su alegato a los diputados madrileños como una especie de «hacer leña del árbol caído» y, en general, de aprovechar la debilidad del adversario, un cierto carácter depredador que siempre se le ha atribuido a la madrileña, un atributo que el deporte como en la política, a veces es interpretado como una virtud y otras como un defecto.

Lo cierto es que el escenario de la izquierda no es hoy diferente al de las últimas semanas, al contrario, la crisis que atravesaba el Gobierno mientras la reforma de la ley del «solo sí es sí» terminó el día que se votó en el Parlamento; ahora si alguien quiere hablar de este tema tiene que hacerlo ya en tiempo pasado, y el tiempo modal en el que se habla de las cosas altera los escenarios políticos. En realidad, los cambios no se han producido en el escenario de la izquierda, para quien ha cambiado la situación esta semana es para la propia Ayuso, el fin de la huelga en la sanidad madrileña y, sobre todo, el hecho de que la fiscalía europea no haya visto indicio de sobreprecios en los contratos que dieron lugar a las comisiones de su hermano, han cambiado el gesto de la presidenta.

No es que la izquierda esté más débil, es que Ayuso se siente más fuerte que nunca, liberada de las sospechas que Casado había vertido sobre ella, de las habladurías que su propio partido había construido en su entorno, y que a unos y otros servían para controlarla.

Libre y fuerte exclama, ¡matadlos!, pero ¿a quién? Mientras las interpretaciones se sucedían, Teodoro García Egea anunciaba su retirada del Congreso y de la política; todavía no sabe a quién va dirigido el mensaje, pero sabe seguro que él es uno de ellos, que su tiempo en el PP se acabó, pero sabe también que no será el único. Ayuso no es de las que perdona, es una depredadora política, cuando se sienta fuerte tratará de matarlos, ¿a quién? ya veremos.