El Poncio Pilato (II)

OPINIÓN

Preparativos de la cofradía de  Los Estudiantes  en su segunda salida, la de la Procesión del Prendimiento , este lunes en Oviedo
Preparativos de la cofradía de Los Estudiantes en su segunda salida, la de la Procesión del Prendimiento , este lunes en Oviedo ELOY ALONSO | EFE

07 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La indiscutible judeofobia de los cristianos:

Es verosímil que los Evangelios tratasen de suavizar la responsabilidad del poderoso Imperio romano en la muerte por crucifixión, pena romana, del Cristo; pero es verdad, acreditada por la Historia, la existencia de una «judeofobia» en el mundo antiguo, que llegó hasta culpar a los judíos de la muerte de Dios, el deicidio, lo cual, según Taguieff, fue una invención cristiana («novedad absoluta, en el antijudaísmo teológico-religioso de la Iglesia constituido entre el siglo II y el IV de nuestra era»,  «pueblo judío condenado por su crimen y por lo mismo diabolizado». Es natural cargar contra los judíos, sin dejar de reconocer que la muerte por crucifixión, por ser de los romanos y no de los judíos el ius Gladii, fue sentencia y decisión de Roma.

Es interesante lo que figura en el número 596 del Catecismo de la Iglesia Católica: «El Sanedrín declaró a Jesús reo de muerte como blasfemo, pero, habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie, entregó a Jesús a los romanos acusándole de revuelta política lo que pondría en paralelo con Barrabás acusado de sedición». Es sabido, lo que se reitera, de que la condena final a Jesús fue asunto de Roma, aunque siempre a instigación de las autoridades judías, de los «pérfidos» judíos como es manifiesta en los cuatro Evangelios, remitiendo a los magníficos comentarios de Piñero.

Y así hasta el Concilio Vaticano II:

En Nostra Aetate, Declaración conciliar del año 1965, se dice: «Lo que se perpetro en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy…No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la sagrada Escritura».

Y si en la Historia de la Iglesia se trató, para quedar a bien con Roma y conseguir unos beneficios político-teológicos, de diluir la responsabilidad del poderoso Imperio en la muerte por crucifixión de Cristo, y si posterior y consiguientemente, se trasladó a los judíos toda la responsabilidad, y si ahora, desde la Nostra Aetate, no cabe mantener la acusación «judeofóbica», habrá que preguntarse: ¿A quién atribuir hoy la responsabilidad de la muerte de Cristo?

La respuesta está en el Catecismo de la Iglesia católica, en los números 598 y 601:

I.- «Debemos considerar como culpables de esta horrible falta a los que continúan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los desórdenes y en el mal crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y lo exponen a pública infamia”…Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los judíos» (598).

II.- «Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras» (601).