Qué largo será el verano

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías EL COLOR DEL CRISTAL

OPINIÓN

Eduardo Briones | EUROPAPRESS

27 abr 2023 . Actualizado a las 10:40 h.

No sé si es la primavera o la entrada de un frente electoral con vocación de persistencia lo que ha provocado el aumento de la temperatura que amenaza con instalarse en nuestro territorio en las próximas semanas y, quizá, en los próximos meses.

El calentamiento global, la polarización y, con ello, la subida general de las temperaturas, hace que apenas reconozcamos la llegada de los calores primaverales que preceden al verano. Y lo mismo pasa en la política: tan hartos de la polarización ordinaria, somos incapaces de reconocer el arranque de las campañas políticas, porque pareciera que los partidos y los políticos están siempre en campaña.

Pero no, el frío del invierno político se ha ido definitivamente y tras la vuelta de la Semana Santa, renovados por lo civil o por lo religioso, los partidos se han lanzado a la campaña con la intención de nacionalizar la agenda electoral.

El presidente de Andalucía, en su intento de construir una reidentificación del PP andaluz, se ha lanzado a reclamar el agua de Doñana para los regadíos andaluces y se ha encontrado con la respuesta del Gobierno de España, paladín del patrimonio ecológico nacional, que ha cambiado los targets originarios del PSOE, geográficamente construidos desde la fortaleza andaluza, para tratar de conquistar su nuevo electorado, movilizado más por temas que por territorios.

El problema del debate con Juanma Moreno, para el PP, es que desplaza a Feijoo, que se siente incómodo en ese lío de intereses confrontados, y por eso tiene que salir Maroto a decir que «en Doñana sobra agua superficial». Y cuanto más se agarra el Partido Popular a esta explicación, más contundente será la respuesta de Sánchez, le pregunten por lo que le pregunten.

Porque Sánchez tiene que agarrarse a los temas, mientras que el PP tiene que agarrarse a Sánchez. Porque la fortaleza del PSOE en este momento es la acción política de su presidente, los temas; pero su debilidad es el propio presidente. Muchos españoles valoran e incluso admiran las políticas de Sánchez, pero no quieren a Sánchez, y es en esa contradicción en la que tienen que articular su decisión de voto.

Feijoo no tiene ninguna oportunidad contra las políticas de Sánchez, ni contra la agenda internacional de Sánchez, ni contra el liderazgo de Sánchez en Europa; pero tiene muchas oportunidades contra el propio Sánchez, jugando en las emociones que despierta Sánchez entre los volátiles del Partido Popular y del PSOE, y ese es un terreno muy importante para la competición.

Por eso Feijoo ha elevado el tono, porque se siente acorralado, y porque necesita que los suyos le dejen oírse y que lo oigan, y porque una campaña basada en «derogar el sanchismo» refiere las leyes y las emociones vinculadas a esas leyes y al propio Sánchez, y se aleja de las políticas públicas que afectan a la vida de los españoles. Y por eso, también, se refiere al Sánchez podemizado, o a su forma de asumir el liderazgo y no a la excepción ibérica que tanto criticó.

Va de emociones, no de políticas, y las emociones harán subir los calores más y más. Qué largo será el verano…