Había una vez un joven de 100 años

OPINIÓN

Redacción de La Voz de Asturias
Redacción de La Voz de Asturias

02 may 2023 . Actualizado a las 11:26 h.

Son cien años: qué privilegio vivirlo. Porque cuando pienso en La Voz de Asturias, pienso en una parte crucial de mi vida; soy incapaz de desgajar el periódico de lo que fui.  Miro hacia atrás, 33 años atrás, y aún escucho a mi espalda el eco reverberante de los compañeros, el reflejo deformado de una redacción gritona, entusiasta, crápula, un punto macarra. Pasé tres décadas envuelto en titulares, disfrazado de ladillos, luchando por exclusivas que nadie recuerda, en un alzado de esfuerzo, amor al oficio, camaradería, carcajadas y disgustos. Todo en su justa medida, con el infalible epitafio del periodismo: servimos finalmente para envolver los jurelitos. Qué futilidad la nuestra. 

Me pregunto qué pensaría hoy José Tartiere Lenegre si resucitase y encendiese su móvil. Supongo que, como industrial avezado, estaría orgulloso del milagro de la supervivencia empresarial y de la digitalización del diario que fundó. Han pasado cien años y La Voz continúa en pie, reflejando la transformación de Asturias, relatando la vida de los asturianos, las ideas y emociones, las injusticias y los avances. Así se sustenta la memoria sentimental de esta región: Asturias no se puede entender sin La Voz y  La Voz no se puede entender sin sus lectores. Generaciones que se suceden y que nos engrandecen: nada somos sin ellos.  

Permitidme mirar hacia atrás de nuevo, hacia esos periodistas pioneros que pusieron en marcha este periódico en 1923. Somos sus herederos. Desde entonces y hasta ahora, en una suerte de carrera de relevos, el testigo ha ido pasando de mano en mano para narrar la historia con mayúsculas y minúsculas. Las redacciones de La Voz han sido siempre canteras de vocaciones, escuelas de vida y ecosistemas variopintos, pero yo percibo en ellas un hilo conductor, un espíritu que se transmite en una línea que espero que sea interminable. Así se aprende la profesión: escuchando hasta los silencios de los compañeros. Somos periodistas porque nuestros colegas lo son. 

También somos recuerdos que asoman y se agolpan. Sombras y fantasmas, pero mucha más luz y alegría: el periodismo no debe parar. Recuerdos de anécdotas tronchantes, erratas enmarcables, juergas de doblete, discusiones estériles o preocupaciones baldías. Llegué a la profesión escuchando los estertores de las últimas máquinas de escribir y me he retirado con la inteligencia artificial pisándome los talones. Observé en primera fila la transición del periodismo a internet y comprobé sus efectos no solo en nuestra profesión sino en nuestras existencias.   

¿Y ahora? Pues sigamos dando mecha a este ente único llamado La Voz de Asturias. Un periódico centenario que se nos presenta juvenil, vivísimo y robusto. Bendita paradoja que resume el secreto de la juventud. Sigamos dando voz a los asturianos, sigamos confiando en la fe periodística de sus redactores.

Quedan tantas cosas por contar…