Una pandemia sin respuestas

Claudia Luna Palencia PERIODISTA MEXICANA ESPECIALIZADA EN ECONOMÍA, DIRECTORA DE «CONEXIÓN HISPANOAMÉRICA»

OPINIÓN

María Pedreda

02 may 2023 . Actualizado a las 09:04 h.

El pasado 11 de marzo se cumplió el tercer aniversario de la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los interrogantes alrededor del origen del coronavirus siguen sin tener respuestas convincentes. Como un signo más de los tiempos de confrontaciones entre Estados Unidos y China, esta guerra biológica, que a la fecha citada había provocado la muerte en el mundo de 6.884.267 personas, entra dentro del juego de reproches entre Washington y Pekín, que se culpan mutuamente de haber provocado la pandemia de manera deliberada.

Lo único incontestable es que, hasta el momento, no hay una sola verdad irrefutable acerca de cómo el SARS-CoV-2 saltó a los humanos y desencadenó una pandemia de proporciones inimaginables, a tal punto que sumió al mundo en una etapa de cierres, confinamientos, toques de queda, declaraciones de emergencia y cuarentenas que retrocedieron a la humanidad a la Edad Media.

Virólogos y expertos en salud pública siguen sin encontrar una respuesta concreta sobre el origen del SARS-CoV-2, aunque la mayoría coinciden en la posibilidad de que sea zoonótico. La OMS alertó que este nuevo coronavirus nunca antes había sido detectado, ni identificado, en seres humanos. El primer caso apareció a finales de diciembre de 2019 en la provincia china de Hubei, en su capital Wuhan.

La información al respecto de este virus advierte que es «altamente transmisible» y se cree que la tos y los estornudos son las vías más comunes para transmitirlo, y también se propaga por las gotitas expulsadas al aire por las personas infectadas. Sigue sin encontrarse una vacuna para evitar que una persona infectada deje de contagiar, de ahí la recomendación de que hagan cuarentenas las personas que dan positivo y sus grupos de contacto.

Christopher Wray, director del FBI, volvió a poner a China como el origen del virus, tras señalar como hipótesis más factible la fuga del covid-19 de un laboratorio en la Wuhan. Recientemente, el Departamento de Energía de Estados Unidos emitió un informe interno que señala que el coronavirus «muy probablemente» se originó en un laboratorio chino, tal y como desveló The Wall Street Journal. Pero hay otros organismos dentro del país norteamericano que consideran que el SARS-CoV-2 es de origen natural. El propio John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, dijo ante los medios de comunicación de su país que en las dependencias que forman parte del Gobierno norteamericano no hay una opinión unánime acerca de cómo inició la pandemia y quién es el responsable.

En cambio, para China, de acuerdo con Mao Ning, portavoz de Exteriores, persiste la intención de agravio por parte de Washington, en aras a ensuciar y difamar al país asiático, creando teorías conspiranoicas que hablan de fugas en laboratorios con intenciones deliberadas. El Gobierno chino lleva meses denunciando la politización de la pandemia y su uso para crear más confrontaciones entre Washington y Pekín.

Ni siquiera entre la propia comunidad científica hay un consenso y las posturas al respecto son tres: un virus provocado, accidente de laboratorio o virus zoonótico de origen natural que saltó de un animal al ser humano.

Tres años han pasado de esta guerra biológica llena de interrogantes, de manipulaciones y de mentiras, con miles de millones de seres humanos convertidos en cobayas de inmunizaciones a contrarreloj. China y Rusia, sobre todo, se han beneficiado de la diplomacia de las vacunas en países de África y de América Latina. Mientras, las grandes farmacéuticas occidentales han hecho pingües ganancias con las inmunizaciones del covid-19, y parece que los únicos perdedores de esta negra historia son los miles de millones de seres humanos ajenos a los intereses de las potencias hegemónicas y de las empresas que mueven al mundo. Nunca sabremos el origen real del coronavirus.