Un nazi de moda, aquí y en China

OPINIÓN

Carl Schmitt revisa un texto de la conferencia que va a impartir con Manuel Fraga, en el Instituto de Estudios políticos de Madrid
Carl Schmitt revisa un texto de la conferencia que va a impartir con Manuel Fraga, en el Instituto de Estudios políticos de Madrid

11 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de lo del pasado lunes, aquí publicado y titulado Minas desgraciadas y hechos probados, vuelvo al domingo; soy escritor «dominguero», pues nunca pretendí amargar a los lectores y lectoras en el Día del Señor, de tanto descanso, con tiempo para ver las peripecias de patos y gansos en los estanques y jardines municipales. El lunes, por el contrario, es otra cosa: la gente, según Vicent, agarra el periódico como el que coge una navaja. Escribir un domingo lo deciden la paz y la placidez del tema y escribir un lunes lo decide el afán de apuntar bien en el navajeo. 

Esa teoría llevada a la práctica plantea problemas; no es fácil. Así Un nazi de moda, aquí y en China, pudiera ser reflexión más para lunes que para domingo, lo cual sería como eso tan frecuente, que es el llamado «error de perspectiva», caso de los mejicanos esos del Oviedo y del Sporting gijonés, que tanto miran a su ombligo y a la luna al mismo tiempo. Moriyón, ojitos u ojazos, ¿qué les piensas hacer? ¡Tú, que, además de política, tienes otra carrera de ganar dineros!

Aprovecho para señalar que hace unos días, en el mes de mayo, la plácida mañana de domingo la disfruté, en El mercadón de Primavera y Segunda Flor de Grado, bebiendo un martini y masticando chicles o calamares fritos, haciendo pompas, y, para postres, gusté los tocinillos de cielo según receta de don Toribio. Lo del Mercadón nada tiene que ver con «juegos florales» de primavera, aunque había muchos puestos de flores, como el de mi amigo Juanín, el de la uña larga en el meñique, uña de manicura y amarilla, siendo la «Dinamizadora comercial» del Mercadón una tal llamada Beatriz. 

Vayamos a otra cosa: Carl Schmitt, como jurista, jurista del III Reich, y politólogo, siempre fue interesante. Traerlo ahora aquí, hacerlo actual, es por causa doble: la publicación en España del Glossarium, ahora terminado de leer, y la publicación del artículo publicado, en el New Statesmen, por el politólogo inglés John Gray, titulado: Occidente no está muerto. Sus ideas inspiran los regímenes autoritarios.

Hace años, en 2016, José Luis Pardo, catedrático de Filosofía de la Complutense, publicó Estudios del malestar (políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas), dedicando el Capítulo 5º a lo que llamó «El virus Schmitt». El Glossarium y el libro de José Luis Pardo me llevaron a ese pensamiento recurrente de la influencia del pensamiento de Carl Schmitt en España y el artículo del inglés Gray a la actual influencia del jurista alemán en la China de hoy, la comunista y del Partido único, que tanto gusta a algunos trasportistas. 

No ignoro lo farragosidad o el engorro del asunto para muchos lectores y lectoras, animándoles, no obstante, a que continúen la lectura, pues se tratará, de manera imprevista, de divertir, si posible fuere.

 El asunto lo dividiré en dos partes:

  1. Carl Schmitt, pro/hitleriano y antisemita, en España.
  2. Carl Schmitt, pro/hitleriano y antisemita, en la China de hoy
  1. En España: 

Naturalmente que antes del famoso libro de 2016, supe ya de José Luís Pardo, recordando sus formidables artículos de opinión en el diario El País, desde el titulado El neorealismo ha vuelto (2012), al último Guerras culturales (del 27 de febrero de 2023). Me llamó la atención verlo debatir en 2017 sobre La invención del individuo con la señora condesa de Gisbert, que no tuvo lugar en un aristocrático salón o club de pasados siglos de aristócratas menores, sino en un palacete madrileño de la Fundación del BBVA, y siendo tal condesa la muy afamada doña Carmen Iglesias, que favores recibió, en contraprestación, del Rey que fue, don Juan Carlos, ya muy apurado por la inminente renuncia y/o abdicación.  

Entre los favores estuvo el dichoso condado, cosa ya vieja y pasada de moda, diciéndose en el Real Decreto 354/2014, de 13 de mayo, lo siguiente: «La brillante e intensa labor académica y docente de doña María del Carmen Iglesias Cano, al servicio de España y de la Corona…». A una el condado y al otro el Toison, como mitra de premio, no siendo ni uno ni otro como los de antes, y a callar.

Y es muy apropiado el último artículo, el de las Guerras culturales de José Luis Pardo, pues en él, además de referirse a China y a los chinos, señala que las dos palabras, Guerra y Cultura, proceden de lo que en las décadas de los años sesenta y setenta se llamó la «revolución cultural», originada en la China de Mao. Concluye Pardo su artículo: «Una confrontación que ya no se llama «revolución» sino «guerra cultural», porque ya no enarbola la ensoñación de una nueva humanidad redimida del pecado». Y una ensoñación de una nueva humanidad que, según Franz-Olivier Giesbert en el libro La belle époque (Gallimard 2022), fue responsable de las muertes entre 45 y 80 millones de chinitos y no chinitos (los asesinatos nazis se calculan en 12 millones). 

Miguel Saralegui escribió el 8 de enero de 2022 (El País) lo siguiente (Enemigo de sí mismo): «El nazismo de Carl Schmitt ha condicionado su recepción como uno de los grandes politólogos del siglo XX. La traducción de su Glossarium es todo un acontecimiento». Al final del comentario, escribiendo de la «ambivalencia de la intelectualidad hispánica con Schmitt», Saralegui escribe: «Se le cita mucho, pero se le conoce mal».  

Mucho antes, en 2016, y gracias a la Editorial Trotta, Miguel Saralegui escribió un libro, titulado Carl Schmitt, pensador español, de recomendada lectura, escribiéndose en la contraportada: «La relación de Carl Schmitt con España no había sido hasta ahora objeto de un estudio riguroso y pormenorizado». Esta relación es doble: académico-intelectual y político afectiva. Ese libro lo recomiendo, habiendo capítulos tan interesantes como los siguientes, y entre otros: 

«El hispanismo político de Carl Schmitt. Schmitt, admirador y divulgador de Donoso. Franco y el franquismo en la biografía y el pensamiento de Carl Schmitt. Los laberintos del reaccionarismo».

El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, en 2014, siendo dirigido por el conservador Benigno Pendás, publicó el libro El valor del Estado y el significado del individuo, siendo la edición, estudio y traducción a cargo de Celestino Pardo, registrador de la Propiedad y discípulo del catedrático de Historia del Derecho de Santiago de Compostela, el profesor Otero, esposo de la hija, Alma, de Carl Schmitt. Por esa paternidad y hasta su muerte (1985), el alemán frecuentaba las rúas compostelanas. 

Comienza don Celestino Pardo su libro señalando la popularidad de Schmitt, y así escribe: «Sólo en España, en las últimas tres décadas, aparte de numerosos artículos de revista, se han publicado cinco gruesas monografías sobre su pensamiento». Y añade: «Es inexplicable la atracción que ejerció Schmitt, a diestra y siniestra, sobre pensadores de reconocida autoridad». También dijo que «era un mago de las palabras, un magnífico escritor, especial satisfacción le producía la elección acertada de una determinada formulación conceptual, la belleza de una expresión; alegría por la belleza del propio lenguaje según Kaiser».

Y después de la victoria aliada en la II Guerra Mundial, Schmitt, según cuenta Celestino Pardo, fue detenido por los rusos, puesto en libertad e inmediatamente arrestado por los americanos que durante un año (fue denunciado por un conocido colega como criminal de guerra) lo tuvieron internado en un campo de concentración. Allí escribió su libro más íntimo y emotivo: Ex captivitate Salus. Encarcelado en Nüremberg seis semanas, Schmitt fue puesto en libertad. Rechazó someterse a un proceso de desnazificación y perdió su cátedra. 

José Luis Pardo, entre los filósofos prácticos y conflictualistas, analistas del malestar contemporáneo, hace reaparecer en escena, un revival -según dice- a Carl Schmitt, que «no solamente ha superado  el estigma de su activa participación en el régimen nazi sino que se ha convertido en lectura favorita  de la izquierda auténtica». Un Schmitt que exclamó: «El Fúhrer protege el derecho» y que fue además antisemita. Y añade Pardo: «Y aunque esto sólo lo sé de oídas, parece que fue también Schmitt, teórico de la dictadura, quien aconsejó al general Franco solucionar mediante la monarquía el espinoso problema de su sucesión». 

Y esto de la «izquierda» nos introduce en la siguiente y segunda, sobre Schmitt y la China comunista o la del Partido único.