La crisis existencial del PSOE

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado martes, en el Congreso de los Diputados
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado martes, en el Congreso de los Diputados Eduardo Parra | EUROPAPRESS

22 jun 2023 . Actualizado a las 10:32 h.

Yo, que soy cristiano, no descarto que Santa Rita, abogada de imposibles, mire al PSOE con dulzura y lo salve de su crisis existencial. Pero las cúpulas socialistas, que tiran al laicismo progresista y feminista, no creen en los milagros gratuitos, y por eso se han encomendado al carísimo caché de la inteligencia artificial (IA), que es una especie de Santa Rita made in Taiwan, para que los regrese, como mínimo, a los tiempos de Rubalcaba. Lo sé, con certeza, porque se le escapó a un asesor de Trump que tiene un primo de un cuñado que trabaja en la CIA. Pero, no queriendo abusar de fuentes secretas para noticias tan serias, se lo voy a demostrar haciendo hermenéutica de la reciente retórica socialista.

Lo primero que le encargaron a un famoso gabinete de Seattle fue resumir en una sola frase —corta, potente y entendible— la idea de que el modelo político que trabajaron durante los últimos cinco años ya no vale; que nunca cogobernaron con Bildu; que Irene Montero iba por libre, y que Sánchez nunca dijo que la ley del solo sí es sí la iban a copiar en todo el mundo; que tampoco gobernaron nada con ERC, porque no hay ningún documento que lo diga, y que el PSOE no tuvo nada que ver con los indultos del procés y las demoliciones a medida del Código Penal; y que, lejos de haber acusado al PP de ser negacionista y bloquearlo todo, pueden demostrar que los escaños de Feijoo le solventaron a Sánchez más compromisos que Bildu. El documento que enviaron a Seattle tenía 236 páginas llenas de cosas así. Pero los americanos metieron esos folios en su potente máquina, y en solo 56 segundos quedó impresa la siguiente frase: «Hemos sabido por la autoridad competente, como debe ser, que quienes salvaron vidas no fueron los sanitarios en la pandemia, sino quienes se acaban de quitar el pasamontañas».

La segunda frase debía desarbolar el Movimiento Sumar y concentrar el voto progresista en el PSOE, para evitar una catástrofe electoral irreversible. Y también debía destacar la doble jugada en ciernes: el Movimiento Sumar se cepilla a Podemos y sus confluencias, y nosotros reducimos a Yolanda Díaz y a sus diecinueve partidos a su mínima expresión. Y la máquina escribió esto: «¿Ha vuelto Valle-Inclán y su corte de los milagros? No hay problema, no desesperen, nos salvará nuestro Mélenchon, vestido por Christian Dior, que nos reservaba el descubrimiento de un trotskista en la ONU. ¿Qué otras sorpresas nos esperan? ¿Tendremos un pequeño grupo parlamentario a las órdenes de Putin?».

El tercer encargo era aplicarle la damnatio memoriae —es decir, borrarlos de la historia— a los once partidos de la mayoría Frankenstein. Y la IA dictó esta curiosa perla: «Si la España progresista se moviliza, y concentra sus votos en el PSOE, ganaremos». Y la cuarta pregunta era: ¿quién debe decir estas frases para que tengan mayor efecto? La IA respondió: las dos primeras, Alfonso Guerra, y la tercera el propio Sánchez, porque a la gente le hará mucha ilusión ver al presidente tomando su medicina.