Los pronósticos

OPINIÓN

Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez en los momentos previos al debate.
Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez en los momentos previos al debate. EDUARDO PARRA | EUROPA PRESS

14 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un privilegio vivir en el norte viendo que en estos últimos días de Pajares/Payares para abajo se están achicharrando de calor. Desde este refugio climático me ha parecido totalmente injusta la lona desplegada por Greenpeace en la Puerta de Alcalá de Madrid, porque decir que a todos los cabezas de lista «se la sudan» las consecuencias del cambio climático es una falacia (no hay equidistancias que sirvan en este caso). La verdad es que tengo ganas de que llegue el 23 de julio. Yo no soy adivino y no tengo ni idea qué va a salir de las urnas, y me sigo haciendo la misma pregunta de otras ocasiones sobre qué es lo que determina la victoria o la derrota de un partido. Es evidente que la situación de la economía (tanto la del país como la de las familias y la de las empresas) es una buena pista sobre por donde pueden ir los tiros. En este sentido, si nos ponemos en el contexto de 2011, es lógico que el PSOE se llevase un severo castigo y así fue que el PP consiguió mayoría absoluta. ¿Podría ocurrir lo mismo ahora en 2023? Desde luego que por causas económicas no debería ser (de hecho la derecha política no está lanzando sus mensajes principales de campaña con este tema) y es lo que a mí más esperanzas me da de que todas las encuestas se estén equivocando en pronosticar la victoria de Alberto Núñez Feijóo. Entramos en la última semana de campaña y, a la par, en varias comunidades autónomas se están celebrando las sesiones de investidura. Salvo sorpresa veremos a Vox dentro de dos nuevos gobiernos capitaneados por María Guardiola en Extremadura (faltando a su palabra) y Carlos Mazón en el País Valenciano (en la Región de Murcia, por ahora, las cosas están estancadas). En el caso de Asturias/Asturies solamente se someterá a la investidura Adrián Barbón, una vez que ha dado un  paso atrás el candidato del PP para, según él, impedir la entrada de IU en el ejecutivo autonómico (algo que todavía no ha trascendido si se llevará a cabo o no). 

A diferencia de anteriores comicios, los medios de comunicación han cambiado la macroencuesta que solían encargar para el último domingo de campaña por lo que llaman los ‘trackings’, que viene a ser un seguimiento diario de la tendencia de voto, y en todos estos sondeos el PP va por delante, aunque su suma con Vox no llega a la mayoría absoluta. Hubo quien puso muchas esperanzas de que el pasado lunes en el cara a cara organizado por Atresmedia se dieran la vuelta a los pronósticos. Prácticamente todos los analistas políticos han considerado que lo ganó el líder del PP, si bien su técnica se basó en gran medida en repetir lo de que hay que «derogar el sanchismo» apoyándose en mentiras (que no era fácil rebatirlas ante el limitado tiempo que se dispone para hablar en cada bloque). Parece ser que Pedro Sánchez se preparó muy a fondo (y con su equipo más próximo) todos los posibles escenarios, pero ante los «Fakejóo» solamente pudo decir en varias ocasiones «eso no es verdad» (los dos moderadores no intervinieron en ningún momento. Según ellos, porque el formato no se puede equiparar al de una entrevista y porque ambos candidatos eran los únicos protagonistas del debate y, por tanto, los responsables de dar los datos reales). A mí me pareció que el primer bloque se habló mucho de porcentajes e índices difícilmente interpretables para el común de los mortales (está bien hablar de macroeconomía, pero estoy seguro que no se conecta del todo con la ciudadanía que lo que comprende es lo que vive a su alrededor y las dificultades que se enfrenta en el día a día), y sin la ayuda de comprobaciones en directo lo único que se consigue es que se lleve el gato al agua quien ha ganado el relato (lo que se llama ahora ‘postverdad’), que no tiene por qué ser el que dice la verdad. El atino que el candidato socialista demuestra en el estrado del Senado y en todas las entrevistas que ha concedido en los últimos días espero que sumen a su favor, sobre todo ante esos setecientos mil electores que se pronostica que siguen indecisos. 

En lo que sigue habiendo opiniones para todos los gustos es si se deben regular los debates, y entre otras cosas a qué medios de comunicación se debería acudir. No tengo nada en contra de que se celebren cuantos sean necesarios, pero me parece fatal que como mínimo no tenga lugar uno de ellos en Radio Televisión Española. Sobre si fue bronco o no, entiendo que en el choque de argumentos tenga que haber tensión y cortes a quien está hablando, pero lo que sí que me parece que no debe consentirse es que se queden preguntas sin contestar. Para mí el candidato del PP pasó de largo por tres cuestiones que me parece inconcebible que se fuera por los cerros de Úbeda: sus alianzas con la ultraderecha en diferentes administraciones locales y autonómicas, especialmente por la conducta de Vox en relación a la violencia de género (ese mismo día, la presidenta del parlamento valenciano y el resto de su grupo político no se puso detrás de una pancarta contra la violencia machista junto al resto de diputadas y diputados de todos los partidos); su sobresueldo en el partido; y su negativa a condenar al lema «que te vote Txapote», que lamentablemente ha terminado por dividir a las víctimas de ETA (las del terrorismo en general, tras el 11M, ya estaban separadas precisamente por la utilización partidista por parte de la derecha) y en hacer caso omiso a la petición de no banalizar. La última irresponsabilidad de Feijóo ha tenido que ver con sus comentarios sobre Correos (tiene bemoles que en el pasado fuera su máximo dirigente y no tenga reparo alguno en sembrar bulos con el voto por correo), que al igual que hizo Donald Trump, expanden dudas sobre el sistema democrático. Ojalá la mentira no gane, pero es notorio que no siempre es sancionada en las urnas y por ahora los pronósticos de las encuestas ponen por delante a quienes utilizan estas prácticas indecentes.