La penalización

OPINIÓN

Cristina Pedroche en una imagen de archivo.
Cristina Pedroche en una imagen de archivo. Europa Press Reportajes

11 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Agosto suele ser un mes muy propicio para el minuto de gloria de quienes tienen menos presencia mediática, porque ante la sequía de noticias, cualquier tema es bueno para rellenar páginas de periódicos y minutos de telediario. Como sección fija están los clásicos reportajes sobre que en verano hace mucho calor (más adelante, será que en invierno hace frío, con un reportero en Pajares/Payares narrando lo que nieva), así que solo se puede romper esa monotonía informativa con algo extraordinario, inusual y fuera de lo común.

Para quien prefiere desconectar de la actualidad y hablar de otros temas más banales, un clásico en estas fechas es (intentar) lucir un buen cuerpo y presumir de ello, aunque a veces las palabras que acompañan a las imágenes te pueden conducir a que lejos de que te feliciten, te pongan a parir (y nunca mejor dicho con el ejemplo que va a continuación). Cristina Pedroche ha acompañado unas fotos de su figura con el siguiente texto: «Aquí no hay suerte ni milagros, hay mucha preparación antes y durante el embarazo. Vida saludable, deporte, comida sana y meditación».

Ahora que en X (anteriormente Twitter) se permite aclarar publicaciones, en el post de la presentadora se añade que «el físico depende de esos factores pero hay otros muy importantes como la genética, el nivel de renta, la educación o la clase social, y otros prerrequisitos no tan evidentes como acceso a sanidad, la paz, recursos alimenticios, vivienda y un ecosistema estable». En el fondo del asunto volvemos a caer en los parámetros de los cánones estéticos impuestos por esta sociedad patriarcal que detesta y excluye cuerpos humanos que se pasen de esas líneas (me gustó mucho la respuesta de muchas mujeres a esa supuesta perfección corporal con una ilustración de Matu Santamaría en el que se acompaña la palabra «perfectas» a seis mujeres con pechos de diferentes tamaños).

Otro caso lo ha denunciado Mar Regueras, que en los noventa copresentaba junto a Ramón García «El Gran Prix». Ahora que el programa ha vuelto a la parrilla de TVE, «Ramontxu» sigue siendo el presentador, pero las dos mujeres que le acompañan son nuevas y sus edades son las mismas que tenía Mar Regueras cuando arrancó el programa en los noventa (las chicas se llaman Michelle Calvó, de 31 años, y Cristina López «Cristinini», de 33).

Una vez más se demuestra que a las mujeres les penaliza más el paso del tiempo que a los hombres a la hora de acceder y de mantenerse en determinados puestos de trabajo (solo por la estética, no por su valía).

De todas maneras, si hay un tema que se está llevando la palma estos últimos días y que ha llegado a obligar incluso a los medios de comunicación a enviar a periodistas a cubrir la noticia (en un lugar al que se tarda más de un día en llegar desde España), es el caso de Daniel Sancho (que yo al menos no había oído hablar anteriormente de él), que tiene todas las papeletas para quedarse a vivir en una cárcel de Tailandia durante mucho tiempo en unas condiciones que para nada se ajustan al ritmo de vida que tenía (imagino que tiene que ser una de las experiencias más terribles vivir en ese tipo de prisiones, y más si un país te utiliza a modo propagandístico, como hace Nayib Bukele en El Salvador con los llamados «pandilleros», donde por muy execrable que haya sido el delito cometido, tu cautiverio es una lucha constante por sobrevivir en unas condiciones precarias e indignas).

La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros creo que se puede valorar como positiva si con ella contribuye a que Vox camine hacia su final (aunque la primera consecuencia es que su acta será ocupada por Carla Toscano, una persona que en la anterior legislatura no hizo otra cosa más que insultar). No obstante, debemos estar en alerta porque toda esa masa de población que les ha estado votando regresará al PP y ello podría ocasionar dos cosas: que el partido de Feijóo asuma los mensajes ultras (algunos de ellos ya los utilizaron en campaña, como fueron los de sembrar dudas con el voto por correo o inundar bulos con sus mensajes mientras blanqueaban sus acuerdos locales y regionales con Vox) y que la concentración del voto de la derecha les permita alcanzar la mayoría absoluta (y más si la izquierda se abstiene).

Por ahora no hay avances en cuanto a las negociaciones para confirmar las mesas del Congreso y del Senado, aunque se sabe que Meritxell Batet no optará a la reelección en la cámara baja (seguramente con vistas a alcanzar un acuerdo con el nacionalismo catalán). Lo que está claro es que la derecha tiene muy mal perder. Si ya fue lamentable todo lo que dijeron antes del 23 de julio, las declaraciones de Cuca Gamarra del miércoles pasado diciendo que «los únicos países en los que no se reconoce a quien gana son aquellos en los que las elecciones no son transparentes» no pueden ser más impresentables e inaceptables para alguien que dice creer en la democracia.

Nadie ha dicho que el PP no haya ganado en votos y en escaños (es objetivo, cierto, real, confirmado y aceptado por todo el mundo), pero no nos regimos por un sistema presidencialista, así que Feijóo tendría que trabajar e intentar conseguir, entre los diez grupos parlamentarios que han conseguido representación en Las Cortes fruto del resultado de las urnas, los votos necesarios para alcanzar La Moncloa.

Lo que es una incertidumbre es qué pasará a partir del día 17, día en el que está previsto que empiece la ronda de contactos del Jefe del Estado con los diferentes dirigentes políticos. En este caso no hay consenso entre los expertos de si Felipe VI debe proponer al más votado (Alberto Núñez Feijóo) o al que más apoyos parlamentarios tiene (Pedro Sánchez), y su decisión debe ser neutral para respetar la Constitución y no penalizar injustamente a ninguno de los dos aspirantes.