Feria Taurina de Begoña

OPINIÓN

13 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

(1ª Parte)

Pudiera ser que lectores y lectoras se pregunten de qué «irá» esto, teniendo en cuenta que el titular, pacífico en la antigüedad, hoy en la postmodernidad, es provocador y como de revancha. ¿Será acaso el autor (A.A.R.) un cronista nuevo de lo taurino, improvisado y barato como si fuera un becario? ¿Será acaso un provocador con ganas de hurgar, con maneras bruscas, en partes blandas? ¿Será acaso un taurino, de españolez esencial, o sea, un «facha» taurófilo, que acaso tenga en su casa un reclinatorio para rezar al Cristo del Cachorro o a la Macarena Virgen? ¿Será acaso el autor (A.A.R) un antitaurino, un «progre», como esas rabiosas y rabiosos taurófobos y ateos?

Todo partió de lo acaecido en un restaurante de un pueblo mariñán el domingo seis de agosto, hace días, y mientras desayunaba un moreno café con leche y un bollito de pan. De repente y asombrado, vi colgado en la pared, junto a fotos del Sporting, un inmenso cartel que, en letras gruesas, además de lo de Feria taurina de Begoña, animaba: ¡Abónate! Una Feria insuperable. Cuatro grandes corridas de abono del 15 al 18 de agosto. Se anunciaba la intervención de «matadores» de fama universal, tales como Diego Urdiales y Alejandro Talavante, también “espadas”, como las de don Heraclio Fournier, el de Vitoria. A eso se añadió, para más controversia y barullo, el anuncio, el siguiente lunes, de que el día de Begoña, en el redondel taurino de El Bibio gijonés, un cura celebrará una Misa.

Manuel Vicent, el de la playa de la Malvarrosa, dijo una vez que los taurinos no ven la sangre del toro, pues parecen ciegos, a diferencia de los antitaurinos, que si ven la sangre, lo que les causa horror, y por lo que califican al «espectáculo» taurino de «barbarie litúrgica de la sangre».Los taurinos -añade Vicent- «evitan la sangre y buscan, con cursilería a lo bruto, un toreo de cintura, una verónica de alelí, en suma, el tintirintin». A ese «toreo de cintura», un antitaurino hoy y antes muy taurino ? lo cual es frecuente- llamado Rafael Sánchez Ferlosio, en una crónica de mayo de 1980, en Diario 16, repitió que al toreo de cintura fue llamado el «efecto muñequito mecánico».

Tanto Vicent, escritor de Valencia, como Sánchez Ferlosio, escritor de la cacereña Coria y de la hipotaxis, siendo de este último el libro Interludio taurino, publicado en 2022, me hicieron pensar en la cosa rara y extravagante que es La tauromaquia, y a la que dediqué un artículo allá por febrero del año pasado, aquí también publicado en La Voz de Asturias.Me sorprende que La tauromaquia guarde en sí tantas contradicciones, pues pareciendo ser una, resulta que luego es otra. Y lo que es un espectáculo brutal y para brutos, incluido el «lance de matar al toro», con «tortura» de un animal, sea también un conjunto simbólico de ricas significaciones para todo lo humano, sea de sociología o de antropología.

Dado que a partir de ahora voy a transitar «por suelos pantanosos», con peligro de hundimiento, pido al Cachorro y a la Macarena, siempre virgen, taurinos y divinos, que me sostengan en pie.

I.- Las mujeres:

Es sorprendente que en espectáculo tan brusco, las mujeres taurinas sean de tanta delicadeza, tan femeninas, muchas ex alumnas de La Asunción o parecidas, y delicadas, finas, unas manolas, como las mujeres de antes, en tiempos de gobernación machista y de patriarcas. Mujeres adornadas con mantillas, negras y bordadas con finos hilos, recordando a las monjas con toca y sin tocar, y con claveles en sus escasos ojales. Hembras serenas y no lascivas que escribiera un poeta. Ejemplo de ellas es la presidenta de la Federación Taurina del Principado de Asturias, la muy conocida Maritina Medio. A Maritina la pongo ahora como espoleta en la picota o cereza del Jerte por haberse ella puesto antes como espoleta en la picota o cereza del Jerte, y por lo de los toros.

Ella, Maritina, adorable, además de liberal por abogada de justicias y taurófila, es, además, organizadora de misas en el redondel o coso y de rosarios con letanías infinitas. Esto último no deja de repetírmelo el peluquero de ella, que también es el mío: Don Julio Suárez, el de la calle de San Bernardo y amigo del psicoesteta, el de Oviedo, aunque nacido en el Concejo de Aller, en la Cuen. Don Julio, para mayor timbrazo de gloria, además hace maravillas con sus manos, peines y tijeras cortando pelos.

Y líbreme Dios de negar delicadezas de género en el otro lado, en el de las antitaurinas, aunque nada las guste, lo cual consta ya acreditado, pues Ana, la del Consistorio anterior y efímera, lo repitió muchas veces: nada de mantillas en la cabeza y de claveles en mis ojales.Por pragmatismo, algunas hasta prefieren en los ojales otros proyectiles, y no todas, no, pues han de excluirse las «híbridas», a base de electricidad o de gasolina. ¿Es que en las taurinas no hay híbridas? Sí, sí, por supuesto y también. Sé que esto es muy serio y que no tiene gracia. Lo sé y no lo pretendo.

Sin las mujeres taurinas, los toros, por supuesto, no serían tan eróticos, siendo por ello la tauromaquia calificada de «misterio erótico» o de «amoroso sadismo». Dicen que las mujeres suplican por los toreros y que los cuernos del toro son vistos como quienes ven poderosos falos, de falocracias; y dicen, además, que ellas sienten los empitonamientos del bicho como empitonamientos en carne propia, aunque los toros estén hormonados y machacados. ¿No habíamos concluido que en el espectáculo taurino el toro es el macho y el torero, amanerado, escondiendo los atributos viriles, es la hembra? ¿Los movimientos del torero no son como los de las hembras con faja apretada? Esto no hay quién lo entienda…

2.- La democracia:

Dicen que los taurinos son unos «fachas», extremosos y extremados, y que los antitaurinos, por ser de la izquierda, acaso por la gracia de Dios y por nacimiento o por bautismo, son demócratas de cepas puras. Sin embargo, las llamadas «corridas de toros» parecen un espectáculo democrático; el pueblo llamado «público» es el que decide sobre premios y castigan, broncas y aplausos; concede rabos y orejas; abronca a toreros y a la presidencia, insultándola a la cara, sin temor a desacato, forzándola a sacar o retirar pañuelos, y haciendo de los «comisarios policiales», frecuentes presidentes, no sabiendo el porqué, unos pelagatos.

Y como es frecuente en democracia entre tanto público, siempre están los «entendidos», que son los taurófilos sabihondos; en verdad, unos escasos aunque muchos son los aspirantes. Y se cuenta que antes, los entendidos llevaban a la plaza rollos de papel de retrete, lanzándolos a los matadores como serpentinas en un «Día de America en Asturias», a manera de aplauso o de protesta.

Los antitaurinos preguntarán: ¿Y el toro, en esa democracia, qué dice? pues algo, seguramente, tendría que decir, no admitiendo la unilateralidad decisoria del torero. Pues nada, nada, calla y que como escribiera Praderito y dijera su jefazo Fraga, «a otra cosa y punto».

Además, suele añadirse que hay que ser muy bruto o bruta para pretender que los animales, aunque sientan según las izquierdas antitaurinas y las ministras de los animales, hablen también y respondan a interrogantes políticas.

3.- El del Hospicio:

Y aquí surge un asunto de filiación, la legitima, que es la única y verdadera reconocida por el extremismo taurino y de derechas. No obstante lo cual, ha de reconocerse el mérito de un autor de derechas muy acreditado como fue Don Alejandro Pérez Lugín, que escribió una novela hagiográfica en dos tomos, allá por el año 1921, titulada Currito de la Cruz, el enamorado de Rocío, hija del opulento señó Manuel, novela dedicada a ese torero, «el Mejó». Currito fue muchacho de Hospicio, no precisando llamarse Expósito, siendo de bastardía su pedigree. El gran periodista y escritor que fue Rafael Cansinos Assens escribió sobre esa novela taurina o folletín del toreo:

«Currito de la Cruz, el pobre expósito, el hospiciano, adoptado por la iluminada ternura de Sor María del Amor Hermoso, la burlada doncella, y que al fin resulta su hijo verdadero, confirmando la misteriosa voz de la sangre». Y añade el periodista sevillano: «Con Currito de la Cruz pasa a la novela el torero gentil, fino, inteligente, artista sobre todo que no acepta ya, como el gladiador antiguo, la fatalidad de morir en la plaza, y ante un toro marrajo esquiva la contingencia de un desastre sin lucimiento. Currito es sentimental y supersticioso».

Las izquierdas, también las antitaurinas, siempre gustaron de las filiaciones atípicas, por eso, nada más que pudieron, para fastidiar a los «hipócritas» de derechas, cambiaron el Código Civil y permitieron la llamada «investigación de la paternidad». Así, para que a los sin padre, como a Currito de la Cruz, dejaran de ser llamados hospicianos.

Y como estamos en Agosto, el martes próximo, 15 de agosto, inicio de la Feria gijonesa de Begoña, de tanta guerra o polemós, seguiremos con ésta y lo taurino (2ª parte). En ese día está anunciado el toreo o espectáculo de dos toros del ganadero, conocido por su familia, un tal Romao Tenorio, otros dos más toros y novillos de un tal Zacarías Moreno, no constando parentesco con el profeta Zacarias.

¡Ahh! y se me olvidaba: las personas aficionadas a preguntar querrán saber si el que esto escribió es taurino o antitaurino. Y respondo: ya lo expliqué en la escritura de La Tauromaquia, y por lo mismo, por lo allí contado, ahora no tengo que rectificar, pues, cuando paseo por prados de aldea, fotografiando a vacas y toros, quedo pasmado por la manera de mirarme, de las vacas y toros. ¿Y qué verán? me pregunto yo.