Muerte súbita del lactante, un doloroso enigma

José Luis Fernández Trisac PEDIATRA. NEONATÓLOGO DEL CHUAC

OPINIÓN

María Pedreda

15 sep 2023 . Actualizado a las 10:13 h.

En ocasiones, los medios de comunicación se hacen eco de la fatal noticia de la muerte súbita de un bebé, circunstancia que tiene efectos devastadores en las familias que la sufren y un gran impacto en el resto de la sociedad. Cerca de 50 casos son comunicados cada año en nuestro país, el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es la principal causa de muerte inexplicable durante el primer año de vida, sobre todo en los seis primeros meses, que es cuando tienen lugar hasta el 85 % de los casos. Este síndrome se define como «muerte súbita de un niño o niña de menos de un año de edad, que ocurre aparentemente durante el sueño y que permanece sin explicación después de la realización de una minuciosa investigación post mortem, que incluya la práctica de la autopsia, examen del lugar del fallecimiento y revisión de la historia clínica».

Para intentar prevenirla es importante que los padres estén informados sobre ciertas circunstancias que puedan suponer mayor riesgo para sus bebés. En el caso de menores de 6 meses de edad, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría y el grupo de trabajo de muerte súbita infantil de la misma propusieron hace años algunas recomendaciones: la forma más segura de dormir para los lactantes menores de seis meses es en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus progenitores. Existe evidencia científica de que esta práctica disminuye el riesgo de SMSL en más del 50 %. La lactancia materna tiene un efecto protector frente al SMSL y, por otro lado, el colecho es una práctica beneficiosa para el mantenimiento de la lactancia materna, pero también se considera un factor que aumenta el riesgo de SMSL, por lo que se debe ser extremadamente prudente en los casos de lactantes menores de tres meses de edad, prematuridad y bajo peso al nacimiento, padres consumidores de sustancias de abuso, psicoactivas o fármacos sedantes y situaciones de cansancio extremo, como en el posparto inmediato.

Los factores de riesgo son entonces distintos según los grupos etarios. Así, para los más pequeños (menores de 3 meses) el mayor riesgo es compartir la cama, por lo que es preferible utilizar cunas de colecho. Sin embargo, en los mayores de tres meses influyen más los factores asociados a problemas de asfixia al girarse o darse la vuelta y encontrase con cojines, almohadas o colchones demasiado blandos.

Por otra parte, el desarrollo de los estudios genéticos en la actualidad ha permitido que algunos casos, antes interpretados como muertes súbitas, puedan tener ahora su explicación en trastornos del ritmo cardíaco o enfermedades del tronco encefálico asociadas a mutaciones genéticas, que justificarían lo ocurrido y serán de ayuda para el consejo genético de cara a futuros embarazos en las familias afectadas. La investigación clínica y el descubrimiento de nuevas variantes genéticas con significado clínico patológico darán explicación a algunos de estos casos y contribuirán, sin duda, a un mayor conocimiento y prevención. De momento, las campañas de alerta y recomendaciones a los padres son una importante contribución para que algunos de los casos de muerte súbita puedan ser evitables.