Lo español

OPINIÓN

La calle «Gibraltar español»
La calle «Gibraltar español»

22 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Me he tomado esta semana de vacaciones (a quien le llame la atención la coincidencia con a lo que Alfredo Canteli hace llamar San Mateo, que sepa fidedignamente que no ha sido por casualidad) y he empezado mi ruta por un destino que rara vez a alguien se le ocurriría ir, pero debo decir que la estancia allí me ha prestado mucho. Lo que desconocía es que en el día de mi llegada, que fue el pasado domingo 17, Melilla cumplía 526 años como ciudad española.

La celebración institucional poco o nada tuvo que ver con lo que hacemos en un día homólogo en un territorio como el nuestro: varios desfiles militares, petición del presidente (Juan José Imbroda) a Felipe VI para que haga su primera visita como Jefe del Estado (no sé ahorró reproches a Marruecos, sobre todo por la decisión del país vecino de cerrar la frontera [lo cual me impidió a mí acercarme, como tenía previsto, a Nador]) y continuas y repetitivas interpretaciones del himno acompañadas de la exhibición de banderas de España por todos lados (la de la ciudad autónoma la vi por cuentagotas). Lo veo como una manera de entender lo español que respeto si forma parte del sentir de las y los melillenses, pero que sinceramente a mí me genera poca empatía o cercanía con el país en el que creo.

Por supuesto que cada uno tiene derecho a entender la españolidad y el sentido de pertenencia a lo español como le parezca mejor. A mí me representa más que en el Congreso se hablen todas las lenguas del Estado (tanto las oficiales como las que no, como le ocurre al asturiano) a que en la calle Uría se vaya a celebrar una jura a la bandera el próximo dia 30. Ni uno ni otro es excluyente ni antagónico. Es simplemente una prueba de que vivimos en un lugar del mundo con diferentes puntos de vista, y yo la pluralidad y lo variopinto no lo veo ni como un caos ni como un conato de romper la unidad, sino como un patrimonio que ya quisieran otros lugares tenerlo.

Hay a quien le parecerá un absurdo y una vergüenza el gasto que supone la traducción simultánea (me parece una imagen terrible y de insulto al país que representas que te levantes de tu escaño porque quien está en el uso de la palabra no está utilizando el castellano) y a otros les parecerá que la permanencia en España de lugares como Ceuta y Melilla (y añadiría Gibraltar y Andorra, por poner los casos más cercanos, e incluso si se me apura el conjunto de las islas Baleares y de Canarias) carecen de sentido alguno atendiendo a la geografía (desde el político y económico por supuesto que tienen su razón. ¡A ver quién es el valiente que una mañana se levanta y acepta que Marruecos se apropie de nuestras dos ciudades autónomas, tal y como hizo en 1975 con la invasión al Sáhara en la llamada «Marcha Verde»! Por cierto, ayer en Almería encontré una calle llamada «Gibraltar español», que no deja de representar un concepto de lo español de otra época cuya sombra, lamentablemente, sigue tan presente).

Sólo voy a ponerle un «pero» al debate sobre la posibilidad del uso de las lenguas en las Cortes y es que me duele que este hito se haya conseguido por la exigencia del nacionalismo catalán de derechas. Los dos grandes partidos nacionales, que han gobernado España y que tiene pinta que seguirán haciéndolo en el futuro, no pueden dejar que este tipo de formaciones políticas patrimonialicen una herramienta cultural tan potente e importante como es un idioma. Me da lástima que el logro haya sido posible por una línea roja de Carles Puigdemont en un asunto que el propio PSOE se debió comprometer hace mucho tiempo a realizar como muestra de su orgullo, respeto y consideración por lo español, porque lo son tanto el gallego, el euskera, el catalán, el aranés, el aragonés y el asturiano como el propio castellano.

No sé qué pasará en el seno de la Real Federación Española de Fútbol, y concretamente con la selección femenina (parece ser que han tomado la decisión de no diferenciar los equipos y que ahora son uno, independientemente de que sean chicos o chicas) pero entiendo perfectamente a las jugadoras cuando piden garantías. El miércoles se cumplió un mes de su hazaña y ha sido muy triste ver que su impresionante triunfo sigue a día de hoy manchado por el machismo. Quienes solo miran por su puestín y se resisten a modificar estructuralmente la federación le están haciendo un flaco favor no solo a la entidad, sino a todo lo que representa lo español. Comprendo que lo que menos les apetezca ahora a las jugadoras es jugar en un ambiente hostil y en una situación de presión mediática constante. Esperemos que no se vayan de rositas quienes más culpabilidad tienen en mantener estas estructuras de poder y se abran paso nuevas caras con talantes e ideas que dejen atrás las actitudes machistas puestas de manifiesto por las campeonas del mundo.

Ellas no pueden seguir condicionadas por estas polémicas teniendo que estar reiterando que «se acabó» cada vez que les intentan imponer lo que les apetezca a los mandamases. Ellas tienen todo el derecho a continuar su vida profesional en el fútbol brillando sobre el césped y ganando todos los títulos que les sean posible.