En el fútbol hay muchas normas no escritas y una de ellas habla de la lealtad dentro de un cuerpo técnico. El entrenador es el máximo responsable de un equipo y, por tanto, también lo es de sus compañeros. El primer y muchas veces único apoyo siempre lo encuentra dentro de su círculo de confianza. Por ello, cuando un técnico es destituido, su segundo se suele ir con él.
Sea por fidelidad, respeto o incluso orgullo personal, no debes aceptar el puesto de tu primer entrenador cuando este es cesado. Y esto es lo que ha ocurrido en la selección nacional de fútbol con Montse Tomé. Tras la destitución de Jorge Vilda, la asturiana es nombrada seleccionadora.
Montse Tomé es una entrenadora minuciosa, seria, concienzuda y muy trabajadora. ¿Pero es realmente la persona idónea para ocupar ese cargo? En mi opinión, no. En primer lugar, por lo expuesto anteriormente.
Era la segunda entrenadora de Jorge Vilda, con lo que los aires de cambio que solicitan las futbolistas ya vienen viciados, sin olvidarnos que todos los miembros del cuerpo técnico campeón del mundo también lo eran antes de las reclamaciones de las 15.
En segundo lugar, por quien la nombra. El reciente presidente interino de la RFEF no está capacitado para decidir quién tiene que dirigir al combinado absoluto femenino. Por todo su desconocimiento acerca del mundo del fútbol femenino español y porque esa decisión le correspondería al director o directora de fútbol femenino de la RFEF, que actualmente no existe.
Por último, Montse Tomé es víctima de la línea continuista en la forma de proceder de los mandatarios de la Real Federación Española de Fútbol. No olvidemos que en la ya famosa asamblea del «no voy a dimitir», Luis Rubiales repartió cargos y emolumentos a dedo como quien reparte chucherías en su cumpleaños, y allí mismo Montse Tomé fue nombrada directora deportiva de fútbol femenino.
En el mundo del fútbol cuesta mucho llegar arriba pero parece mucho mas complejo renunciar a los caramelos que van surgiendo incluso por encima de tus convicciones e ideas.
Ahora bien, la línea es muy delgada, y que las futbolistas exijan cambios razonables no quiere decir que sean ellas las que decidan quien tiene que ser su seleccionador.
Urge una estructura deportiva profesional de fútbol en la federación y eso empieza por una dirección deportiva competente que finalmente es la que debe decidir el susodicho cargo.
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