Nadie puede justificar tanto terror

OPINIÓN

Ataque israelí en Gaza
Ataque israelí en Gaza STRINGER | REUTERS

13 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Julio Anguita se enteró de la muerte de su hijo (era periodista y le impactó un misil del ejército iraquí en abril de 2003) dijo aquello de «malditas sean las guerras y los canallas que las hacen». Cada vez que empieza un nuevo conflicto bélico o se reabre uno que había dejado de tener la atención internacional, esa reflexión creo que resume a la perfección la sinrazón de asesinar, herir y causar cuanto más daño mejor al conjunto de la humanidad. Da escalofríos tener que ponerse en lo peor ante la escalada de violencia existente entre Palestina (Gaza, concretamente) e Israel. Aunque queramos tener una opinión rigurosa leyendo miles de artículos, escuchando a analistas y a expertos sobre Oriente Medio y repasando la historia acontecida en la zona en los últimos 75 años (a través de diferentes guerras se fueron cambiando los mapas en seis ocasiones), nada ni nadie puede justificar tanto terror.

No estamos en un buen momento para conocer toda la verdad (siempre es la primera víctima en una guerra), aunque no sé si es peor todavía las interpretaciones que cada uno hacemos en función de nuestras ideas. Me parece que carece de sentido alguno vincular la política española con lo que está sucediendo en Oriente Próximo. La más irresponsable e insultante ha sido Isabel Díaz Ayuso con sus comentarios (fuera de lugar para una presidenta de una comunidad autónoma) y con la difusión de informaciones no contrastadas (parece mentira en una periodista), como la de los cuarenta niños decapitados por Hamas.

Ni hay que negar el sufrimiento al que está sometido el pueblo palestino por parte de Israel ni hay que ser tibios ante la barbarie ejecutada por Hamas. La nueva oleada de violencia surgió el pasado sábado (que era el «sabbat» judío). Desde Gaza se comenzó a lanzar cohetes (se habla que más de cuatro mil, que van sin un rumbo marcado, por lo que pueden caer en cualquier sitio, como por ejemplo ocurrió en una fiesta rave). La respuesta de Israel ha sido muy semejante a las que nos tiene acostumbrados desde hace años, pero en esta ocasión incrementada exponencialmente (este ataque lo consideran su 11S norteamericano u 11M español). Los bombardeos, televisados en directo para todos los rincones del planeta, supuestamente sirven para eliminar al enemigo (pero inevitablemente los daños colaterales acaban perjudicando a los de siempre, a los más inocentes, indefensos y nada culpables de vivir en esta situación, que malviven sin agua y sin electricidad) en nombre del legítimo derecho a defenderse.

La comunidad internacional tampoco ha sabido actuar más allá de declaraciones de condena por todos los asesinados en ambos bandos (con más énfasis con los del lado israelí), además de pedir la liberación inmediata de todas las personas retenidas (utilizadas como escudos humanos), de apelar al Derecho Internacional (porque el legítimo derecho a defenderse no significa acabar con todo, como algunos mensajes que se han escuchado por parte de dirigentes israelís con la intención de arrasar Gaza) y, en algunos casos, en recordar que la urgencia de separar esta zona del mundo en dos países de una vez por todas. Hasta incluso llegó a anunciarse que la UE retiraba todas las ayudas económicas a Palestina (por valor de 691 millones de euros), cuestión que países como España criticaron y consiguieron que no se produjera (las y los europeos los principales donantes de fondos, y si con ello es imposible vivir con dignidad en la ratonera que representa Gaza, no me quiero imaginar sin ningún tipo de soporte financiero).

No soy futurólogo pero me huele que la situación solamente puede ir a peor, con muchísimos más muertos y heridos. Benjamín Netanyahu, que estaba en horas bajas y siendo muy cuestionado por su propio pueblo (por esa controvertida reforma de la justicia que planteaba aprobar), dirige en estos momentos un gobierno de unidad al que muy difícilmente nadie le pondrá barreras con la intervención militar (la OTAN ha pedido una respuesta «proporcionada», pero sin aclarar qué significa eso). No quiero pensar en una posible carta blanca para ordenar una masacre, pero las informaciones que se conocen, como que más de 300.000 soldados están ya desplegados para la invasión terrestre en Gaza, no presagian nada bueno (con este número récord de reservistas podemos pronosticar una guerra dura y cruel). Tampoco hay que descartar que desde El Líbano y desde Irán haya también reacciones contra Israel. Es bastante inexplicable que la inteligencia israelí, que seguramente sea la más sofisticada del planeta, no diera señales de alarma (o, si las dio, que no le importe que su imagen quede manchada para no responsabilizar de la tragedia a otros estamentos). Seguramente sea una quimera apelar al diálogo, a la diplomacia, a la paz y al cese de hostilidades, pero por muy complicada que sea, deben redoblarse todos los esfuerzos con el fin de evitar una catástrofe.