Limar asperezas

OPINIÓN

La líder de Sumar, Yolanda Díaz y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa ofrecida para informar sobre el acuerdo para formar Gobierno
La líder de Sumar, Yolanda Díaz y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa ofrecida para informar sobre el acuerdo para formar Gobierno Emilio Naranjo | EFE

27 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En treinta días saldremos de dudas sobre si habrá o no redición del gobierno de coalición de izquierdas en España o si nos veremos en las urnas el 14 de enero de 2024. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz escenificaron en el Museo Reina Sofía la firma del pacto que han alcanzado, cuyas medidas más comentadas han sido la reducción de vuelos de menos de dos horas en los que exista una alternativa rápida por tren (como es el caso de Madrid con Barcelona, Valencia y Alicante, y si hablamos un poco más de 150 minutos, también con Sevilla y Málaga) y la rebaja del horario laboral semanal (de 40 a 37,5 horas).

Como suele ocurrir cuando la izquierda pone en el centro de la agenda política acciones beneficiosas para la gente, han salido a relucir todos los apocalípticos. Desde empresarios que hablan de que no se puede pagar lo mismo por trabajar menos hasta políticos de la bancada de la derecha que pronostican una subida del paro. En España seguimos sin entender que no se trata de explotar a una persona hasta la extenuación, sino en ser más productivos, y a veces en cinco horas se hace más que en ocho.

Tampoco es normal que una persona tenga que asumir el papel de dos o tres empleados, y un ejemplo práctico lo podemos ver en numerosos locales de hostelería donde un trabajador por sí solo es incapaz de atender a la vez a un número alto de clientes. La solución es repartir eficientemente el trabajo en número de horas y días con un sueldo digno. Hay que dar pasos también hacia los tres días descanso a la semana e incluso que los sábados y los domingos dejen de considerarse no lectivos. ¿Por qué la administración pública o las entidades bancarias no abren por las tardes? ¿No incrementaríamos el empleo si además de tener un horario por la mañana otras personas asumieran esa función en horario vespertino?

Es obvio que no todos los trabajos son iguales y que todo hay que adaptarlo según sea el sector, y que también surgirán futuros empleos que hoy no existen gracias a la tecnología para los que también habrá que buscar una regulación que impida saltarse a la tortera el número máximo de horas legalmente establecidas. En España urge un debate sensato sobre los incomprensibles horarios que tenemos, y no hay más que ver a los países que tenemos a nuestro alrededor porque sus estilos de vida son incompatibles con seguir currando a partir de las cinco de la tarde o cenando pasadas las diez de la noche.

Es verdad que el PSOE y Sumar por sí solos no suman 176 (y con las rabietas de Podemos, que tienen cinco diputados, estaríamos restando aún la fuerza parlamentaria que tienen), así que ahora toca limar asperezas en una nueva negociación complicada y difícil con nacionalistas catalanes y vascos. Por lo pronto, cabe aplaudir que a diferencia del PP y de Vox cuando optó Alberto Núñez Feijóo a presidir nuestro país, la izquierda ha puesto encima de la mesa sus propuestas para los próximos cuatro años, porque el objetivo no es sacar adelante la investidura y mantenerse en La Moncloa sin hacer nada, sino que lo que se pretende es que la legislatura que acaba de empezar continúe por la senda de derechos que se han ido consiguiendo desde hace cinco años. Por lo pronto, sigue sin haber fecha para el debate de investidura, lo que presagia que todavía queda mucho por acordar.

La verdad es que este periodo tan propenso para vender positivamente la imagen de nuestro país, aprovechando la presidencia de turno de la UE, ha quedado un poco difuminada (una de las razones que creo que lo explican es la situación de gobernar en funciones, porque a nivel nacional desvía la atención sobre si habrá o no investidura y a nivel internacional tanto Ucrania como Israel y Gaza están marcando la atención política y mediática).

A la colección de acontecimientos que a Pedro Sánchez le ha tocado gestionar desde 2018 (una pandemia y la erupción de un volcán, entre otras) se suma ahora la crisis en Oriente Medio. Lamento mucho que haya fracasado la cumbre de Egipto para limar asperezas y que además las palabras del Secretario General de la ONU hayan incrementado la tensión (Israel le ha declarado persona non grata por considerar que Antonio Guterres justificó el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre), además de ver una semana más la vergonzosa agonía que sufren los gazaties sin agua, luz, combustible y medicamentos pese a que siguen muchos camiones en la frontera de Egipto esperando a entrar en la franja (solamente han podido pasar 74, una cantidad a todas luces insuficiente ante todas las necesidades).

Ayer Israel comenzó la invasión terrestre a Gaza con la idea de destruirlo todo (en estos veinte días y mediante bombardeos se han superado los 7.000 palestinos fallecidos, de los cuales casi 3.000 eran niños) y salvar a los rehenes que siguen en manos de Hamas. Ante tanta tragedia y guerra, la única buena noticia a nivel mundial es que el «loco» Javier Milei no fue el vencedor en la primera vuelta de las elecciones argentinas (tal y como pronosticaban las encuestas). Esperemos que se repita la noticia el próximo 19 de noviembre.