Coincide la emisión por entregas de la brutal La mesías en Movistar con la indecente reacción de la jerarquía católica española al informe sobre los abusos del clero y con el enigmático éxito mundial de una canción-oración titulada Si no estás, interpretada por un chaval coruñés a quien nadie conocía hace un par de telexornales. En teoría chapoteamos en un mundo descreído, pero a poco que se levanta la primera capa se constata que la religión sigue moviendo el mundo, como bien saben estos días los palestinos en manos del chiflado de Netanyahu.
En la gran serie de los Javis, la cosa va sobre las taraduras que una pareja de anormales hacen a sus hijos en nombre de Dios, en un secuestro físico y mental que podemos reconocer y que le causa a las víctimas un sufrimiento que también reconocemos. Es fácil suponer que algunos de esos terrores con los que hoy nos conmovemos en la ficción de moda los vivieron los niños y las niñas que padecieron abusos en los colegios católicos de hace unos años; una dinámica conocida o sospechada por casi todo el mundo, que en algunos casos se repitió con una vocación industrial y en la que ahora ha entrado la institución que dirige Ángel Gabilondo tantos años después de que hayan pasado por ese trance obligatorio muchos países tan católicos como al parecer es este. La Conferencia Episcopal ha respondido con un desolador y gigantesco pero, un sí pasó pero allí también, un sí pasó pero no tanto, uno de esos peros que se ven venir, uno de esos que neutraliza todo lo que se haya dicho antes, una de esas adversativas mayúsculas que inhabilita cualquier petición de perdón, cualquier arrepentimiento, cualquier contrición. Todos los perdones a los que sigue un pero se convierten en un insulto que repara más al verdugo que a la víctima.