Los mecenas con dinero ajeno

OPINIÓN

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

I.- Para risa, para mucha risa

José Besteiro es un polígrafo gallego. Ser gallego, además de polígrafo, y de la aldea de Riotorto (Lugo), es de lo más que se puede ser en esta vida; tal vez sólo comparable a ser un gijonés, un gijonudo, llegado de la Cuen. Mi amigo Ataúlfo, hombre y nombre, con propiedades de director de orquesta y de escanciador de sidra, me dijo hace días: «No hay cebolles rellenes como les del Entregu». 

Después de este desahogo, bulboso, con doble be y no con uves ¡cuidado!, y cebollino, salido del cuerpo y del alma que, muy juntos, uno encima de la otra, forman el eros según Platón, anunció que el polígrafo Besteiro, en 2021, escribió un libro sobre Cunqueiro, el fabulador de Mondoñedo, que tituló El hombre que se parecía a Cunqueiro, y ahora, en 2024, escribió Francisco Umbral. Manual de Instrucciones. El polígrafo gallego me recuerda al polígrafo gijonés, Jovellanos, si bien éste no fue de «amores fértiles», caso del gallego con Elena, a la que dedica el libro: Para Elena. Y considera a Umbral, de entrada, «un escritor con puntería y reprís y abolengo»; casi como a Jovellanos. 

El caso es que Besteiro, en la página 150 del libro, editado por Renacimiento, escribe: «También bajo las dictaduras crecen los genios (Borges), del mismo modo que en el estiércol crecen las flores o por entre el cemento de las autopistas asoman las hierbas». Y decir que en las autopistas no crece la hierba, fue siempre considerado, por los muy calvos, como un elogio; del mismo modo que, a los mismos, a los muy calvos, para fastidiarles, había que decirles que su problema es como el de los árboles: empiezan secándose por la copa. 

Y Borges, escritor de espejos y de lo infinito, en La biblioteca de Babel, escribió: «A la izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que finalmente duplica las apariencias». 

Ese párrafo borgiano, con los dos gabinetes, el del retrete y el otro, es interesante, precisamente en estos tiempos, en los que la única vía acreditada, la vía láctea, la del apóstol Santiago hacia Compostela, tan importante para La Monarquía asturiana, le salen competidores, caso de la vía gijonesa, la de los gijonudos, y muy pronto la vía de los del «Oviedín del alma». Que se vayan preparando mis amigos, los Fuente, con casona en Trubia, cercana a la Iglesia de los Ingenieros Militares, dentro ya de la «Fabricona» de Cañones, y que comiencen, los Fuente, a sacar soperas y fuentes de los baúles, pues lo próximo será la loza de la Fábrica de San Claudio. Por ahí empezará, seguro, la vía ovetense. Y todo para mucha risa.

II.- Lo del Mecenazgo

No hay actividad de más brillo y relumbrón que la dedicación a la filantropía pagana o a la caridad cristiana, en sus muchas modalidades, a tiempo total o parcial, en pequeñas dosis o a lo grande, hasta dando galardones periódicos (anuales, mensuales y hasta diarios) a crédulos y vanidosos, o recibiéndolos por asunto del negocio. Y es que lo gratuito, en plena divinización del mercado, es estético, de estética capitalista, y muy guapo. Pero no hay que dejarse engañar, pues todo es menos gratuito de lo aparentado. 

No es, por ejemplo, gratuito dar limosna a pobres a la puerta de una iglesia, pues quien la da hasta pone ya cara de ir, seguro, al Cielo; tampoco es gratuito poner un mandil/mandilón y pelar patatas un domingo en una «cocina económica», pues a eso se apuntan bastantes. Y tampoco es gratuito escribir bien de una o de otro por encargo y con fotografías, pues el pasar por caja se espera de inmediato. 

Y es que una característica de los tiempos líquidos y barrocos (Norbert Bilbeny), tan actuales, es que las remuneraciones y contraprestaciones se esconden más y más, y cuesta más trabajo dar con ellas, incluso por los auditores, pareciendo gratis, por amor y caridad, aunque con «sacalápiz» o «sacapuntas» o «sacaloquepuedas» o «sacaquienpuedas». Theatrum mundi y a leer de nuevas lo que escribió López de Vega en 1609: Arte nuevo de hacer comedias.

Y lo que resulta gratis para unos pocos, para los demás, vía Presupuestos Generales del Estado, es carísimo, pues la tan proclamada filantropía o amor al género humano, no es posible sin empobrecer al Fisco, o sea, que de gratis nada. Por eso me interesó tanto lo novedoso del llamado «régimen fiscal de las entidades sin fin de lucro y de los incentivos fiscales al Mecenazgo», colocados en el libro IV del Real Decreto Ley 6/2023, de 19 de diciembre, publicado en el BOE al día siguiente, el 20, habiendo entrado en vigor el 1 de enero 2024 para lo de los mecenas, y todo convalidado, como Dios  manda, en el Pleno del Congreso de los Diputados el 11 de enero de 2024, votándolo hasta los de Podemos y los de Sumar, naturalmente, y los del PSOE. 

Me interesa todo lo de esa disposición, incluida la novedad que se llama «la memoria honorífica y el reconocimiento reputacional», como si no supiésemos las vías o maneras para hacerse ricos por parte de los teóricos de los renacuajos como el inglés Pickwick, el de las empanadas de pichón y «personificación misma, según Dickens, de la bondad y de la humanidad», y con el afán de darse importancia, darse el llamado «pote». Esto ya lo explicó Marx, aunque de manera torpe, que muy enterrado sigue estando, entre ciclópeas piedras, en un cementerio de Londres, cerca de la City, paraíso fiscal. 

Y lo del Evangelio, lo del camello y el agujero, nadie lo cree, no obstante ser la gratuidad institución de la Doctrina Social de la Iglesia por gracia de los últimos papas, también del bueno y sabio Benedicto XVI, el del secretario alemán. El pintor Santiago Rusiñol, no pintó, sino que escribió lo siguiente: «Quienes cuelgan insignias y condecoraciones son como esas tiendas con poco género que todo lo ponen en el escaparate». 

Allá por 1843 varios autores hicieron un libro, titulado Los españoles pintados por sí mismos; trata de tipos como el hortera, el elegante, el canónigo y otros, para reírse a carcajadas. Naturalmente, por no ser de aquel tiempo, no está retratado en letras «el mecenas», personaje de hoy, también de dengues y merengues, de esbeltez y donosura, naturales o por artificio, con ayuda a base de peines y tijeras de ese artificio que se llama Imagen, y que es rótulo mercantil de muchas peluquerías de caballeros. La imagen es muy femenina, pero, como tantas veces…

Y que no se me reproche de reiteración o repetición, pues de sobra sé que allí donde hay un mecenas, siempre hay dineros ajenos.   

III.- Manolo Menéndez y el libro Un Siglo de Mecenazgo, Colección Caja de Asturias

A.- Pre Texto:

Editado por la propia Caja en 1996 es el libro Un Siglo de Mecenazgo, que comienza con palabras amables, a esa «entrañable colección», por el que fuera presidente eterno o sempiterno, que son lo mismo, aunque aparentan ser diferentes, Manolo Menéndez. Ello por gracia de «artistas» de la política, ya en desgracia, los cuales, una y otra vez, ponían el marcador, del temporal ejercicio del cargo, a cero, y así ad infinitum.  

Quedaron claras, espero, mis reservas sobre los mecenas. No obstante ello, estoy de acuerdo con lo escrito por Manolo Menéndez sobre el Mecenazgo secular de la extinta Caja de Ahorros de Asturias. Me llama la atención los que ahora prestan en régimen de comodato a Ayuntamientos lo que sea, unas veces galerías de exposición y otras hasta obras de arte. Es interesante el nuevo fenómeno, pues siendo el préstamo un contrato clásico, romano, llamado mutuum o commodatum, en el siglo XXI se está inventando un nuevo y original tipo de préstamo: lo prestado es propiedad del prestatario y no del prestamista. 

Es normal que las que antes fueron entidades bancarias, ahora «fundaciones bancarias», para ellas, todo, todo, sea un préstamo. 

B.- Texto leído de Manolo Menéndez, al principio del libro Un siglo de Mecenazgo: 

a.-«Me cabe la satisfacción de que Caja de Asturias pueda hoy sumar su aportación a la crónica de la plástica reciente a través de la presentación pública de una parte entrañable de su patrimonio: la Colección Caja de Asturias».

b.- «Cerca de cuatro mil piezas componen los fondos de nuestra Colección, gestada durante casi un siglo de mecenazgo cultural en Asturias».

c.- «Desde la apertura en 1956, de la primera galería de exposiciones de la Caja, la entidad puso también en marcha una verdadera política de adquisiciones para su Colección, potenciando la puesta en valor del arte asturiano contemporáneo».

d.- «Con esta publicación se presenta una selección de piezas claves para la comprensión del carácter y alcance de la Colección».

e.- «El ámbito temático abarca todas las artes plásticas asturianas del siglo XX -'pintura, escultura, dibujo, fotografía y obra gráfica'- con excelentes contrapuntos de la plástica contemporánea española e internacional y con muy buenos ejemplos de la pintura asturiana de finales del siglo XIX».

f.- «CAJA DE ASTURIAS CONTEMPLA ESTA COLECCIÓN COMO UN PATRIMONIO COMÚN PARA LOS ASTURIANOS CON EL DESEO DE QUE SIRVA PARA HILVANAR LA CRÓNICA DE LA SOCIEDAD Y LA CULTURA MODERNA EN ASTURIAS». 

Don Francisco Crabiffosse, en el artículo Caja de Asturias, Patrocinio y Mecenazgo, escribe: «Fondos que en la actualidad alcanzan cerca de cinco mil piezas de pintura, escultura, dibujo, grabado, fotografía y artes decorativas». 

C.- Post Texto: 

Mi derecho fundamental a la libre expresión, «referido a un asunto de interés general o relevancia pública» (tal como se indica en la Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de marzo de 2024, número 1545/2024), no quiere colisionar con el derecho al honor de otros. Nada, hasta ahora, se reprocha de desapariciones o aprovechamientos; nada de eso que es de otros, jueces y fiscales que, en su momento, harán decaer presunciones de inocencia, como decaen las largas orejas de los conejos en cautividad, aunque sigan comiendo alfalfa. 

Únicamente se pregunta para que los asturianos conozcan las respuestas o los silencios, que son acusación a gritos. Silencios también de los asustadizos, como los pajaritos de colores, que, haciéndose lo que seguramente no son, o sea, tontos, callan, y rumian sus pensiones, también pasiones. Causó alarma, hace meses, en una exposición en el Museo de Bellas Artes de Oviedo, que un cuadro del gijonés pintor Suárez, que fue de CajAstur, llevase la «cartela» de UNICAJA. 

Dos interrogantes: 

¿Dónde están las «cerca de cuatro mil piezas de los fondos de la Colección Cajastur», según Menéndez, y que son cerca de cinco mil, según don Francisco Crabiffosse? Y no sólo de pintura, sino también de escultura, dibujo, fotografía y de artes decorativas y gráficas.

¿A quién pedir respuesta? Parece que a Barbón no, pues es gafe; al Consejero de Hacienda del Principado tampoco, pues fue opositor como yo, y a estos, por eso, los conozco bien: es inútil preguntar. De ninguna manera preguntar a la Consejera de Cultura, pues la tal es como la Santa Trinidad, de la que se dice que es una y a la vez trina, por lo de sus trinos cantores. El caso es que el Ministerio de Economía está lejísimo, allá arriba en Castellana, y el Ministerio de Cultura es como si no existiese, ni conociéndose dónde está. 

En cualquier caso, basta ahora con saber que el libro Un Siglo de Mecenazgo puede ser esencial para investigar entre papeles sellados, secretarios, manguitos y puñetas.  

Se continuará con lo del Libro, los dos artículos del señor Crabiffosse, con las pinturas comentadas, la Casa-Chile, mirando al Campoamor, frente al Filarmónica, y escribiremos también del Prao Picón, lugar de mucho arte, muchísimo. 

En el Capítulo IX de la Segunda parte, titulado Donde se cuenta lo que en él se verá, escribe Cervantes: Guió don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombras, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo: 

-Con la Iglesia hemos dado, Sancho.

 -Ya lo veo - respondió Sancho.

 Y en el Prao Picón dimos con la Iglesia.