Sin precedentes

OPINIÓN

Javier Milei, en el Estadio Luna Park de Buenos Aires
Javier Milei, en el Estadio Luna Park de Buenos Aires Matías Baglietto | EUROPAPRESS

24 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si no hay más sorpresas sobrevenidas, hasta 2027 no deberíamos tener más elecciones en España. En los 27 estados de la UE se celebrarán entre el 6 y el 9 de junio los comicios para elegir a las y los 720 eurodiputados, de los cuales 61 serán de nuestro país. Ayer el CIS publicó su pronóstico y sitúa al PSOE en primera posición, mejorando incluso los resultados de los anteriores comicios europeos de 2019. El PP también subiría, Vox se situaría en tercer lugar sin un ascenso importante (y más bien provocado por el hueco que dejará Ciudadanos) y en la pugna entre Sumar y Podemos quedaría por delante el partido de Yolanda Díaz. A nivel general se da por segura una nueva victoria del EPP (Partido Popular Europeo), pero en esta ocasión la rumorología incide en que ante el probable avance de la ultraderecha, el llamado «cordón sanitario» que hasta ahora regía en el Parlamento Europeo (y que posibilitaba el correcto funcionamiento de la presidencia de la institución y el reparto de las diferentes carteras de la Comisión Europea por parte de los dos grupos parlamentarios mayoritarios) puede que quede en el olvido, situación sin precedentes desde la constitución de la UE. En cada debate que se les ha preguntado a las y los dirigentes de esta familia política (Ursula Von der Leyen y Dolors Montserrat, por ejemplo) eluden contestar. A diferencia de legislaturas pasadas, ya no se muestran explícitamente partidarios de continuar el «cordón sanitario» si los números suman lo suficiente como para controlar el hemiciclo con la ultraderecha los próximos cinco años.

Aprovechando el pasado Martes de Campo viajé a Roma a conocerla y una de las cosas que me llamó la atención fue que Giorgia Meloni (que se presenta como candidata de su partido, Fratelli d'Italia) ha apostado fuerte para ser la vencedora (su cartel publicitario se podía ver por muchos lugares de la ciudad, como por ejemplo en las partes traseras de los autobuses urbanos). En Francia también Marine Le Pen tiene todas las papeletas para ganar los comicios, lo que le abriría aún más paso en su objetivo en 2027 de llegar al Elíseo. Si Tezanos no está equivocado, el caso español puede ser de los pocos lugares donde la izquierda va a poder aplacar toda esta tendencia preocupante para el futuro de la UE. Me gustaría pensar que el motivo principal es que eventos como el que pudimos ver en el Palacio de Vistalegre son repudiados y rechazados por la amplia mayoría de la población española. Se capitalizó especialmente por las palabras de Javier Milei alimentando los bulos contra la mujer de Pedro Sánchez, que han desembocado en una crisis diplomática con Argentina sin precedentes (España ha llamado a consultas a la embajadora en Buenos Aires), pero las de Santiago Abascal hablando de «echar a patadas y correr a gorrazos» al actual gobierno (nacido de la voluntad popular el 23 de julio de 2023), son tan obscenas y lamentables que quiero pensar que lo que consiguen precisamente es todo lo contrario de lo que pretenden. No es bueno que esté tan crispado y caldeado el ambiente político ni que algunos discursos rocen el papel que deberían jugar exclusivamente las revistas satíricas como Mongolia (que en su portada dice que «antes los argentinos nos enviaban psicólogos y ahora ya nos mandan a los locos»). No se trata de morderse la lengua, pero no se puede sobrepasar ciertas líneas rojas cuando se ocupan puestos de responsabilidad. También hay que saber a dónde ir. La verdad es que no sé qué ganaron los empresarios (todos hombres) que aceptaron la invitación del mandatario argentino para reunirse con él (en una visita, supuestamente, de carácter privado, aunque sin ningún pudor haya viajado en el avión presidencial —al que se le permitió aterrizar en Torrejón— acarreando todos los gastos a las arcas públicas que se sostienen con los impuestos que pagan sus conciudadanas y conciudadanos) porque esa foto que se difundió no pudo ser más dantesca y grimosa. 

Volviendo a ese encuentro del pasado fin de semana de la ultraderecha en Madrid, hay quien considera que atacar (por no decir insultar, que sería más exacto) a Pedro Sánchez y a su familia no es ir contra el pueblo español y sus instituciones. Aquí la verdad es que hay un interesante campo de interpretaciones y de opiniones con la que creo que no es fácil tener un punto de vista cerrado. Depende mucho del caso. Por ejemplo, a Israel le parece una concesión a Hamás que nuestro país reconozca a Palestina el próximo martes y por eso ha decidido llamar a consultas a su Embajadora en Madrid. Creo que ha habido un gran esfuerzo argumental en defender que se apoya la solución de los dos estados con el objetivo de conseguir la paz definitiva y que en ningún caso se busca legitimar a Hamás, a quien sin ningún tipo de reparos se le considera un grupo terrorista y se condena todos sus atroces crímenes (se ha remarcado mucho la petición, sin precedentes, del fiscal general de la Corte Penal Internacional de detener a Benjamín Netanyahu —por supuestos crímenes de guerra, en especial por «matar de hambre» a la población de Gaza—, pero hay que añadir que también lo ha hecho contra su ministro de Defensa y contra la cúpula de Hamás). Yo me alegro del paso dado por España, que ya era un mandato a cumplir desde hace diez años (porque fue aprobado en el Congreso de los Diputados) pero me sigue faltando un compromiso parecido con el Sáhara, del que nuestro país no es ajeno como potencia administradora del territorio y, por ello, quien debería impulsar un referéndum de autodeterminación.

No puedo terminar este artículo sin nombrar a Ángeles Flórez Peón, ‘Maricuela’, que ayer falleció en Gijón/Xixón. Como hicieron también tantas compañeras y tantos compañeros que lucharon por la libertad, es obligado seguir con sus legados y compromisos inquebrantables en la defensa de la igualdad, la democracia y la justicia social.