Santiago Abascal, y el presidente de Argentina, Javier Milei (d), durante el acto  de VOX, en el Palacio de Vistalegre, en Madrid
Santiago Abascal, y el presidente de Argentina, Javier Milei (d), durante el acto  de VOX, en el Palacio de Vistalegre, en Madrid A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

26 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

De no tener la forma de una doble hélice, el material genético no podría copiarse a sí mismo repetidamente, hasta la muerte del organismo. Sin esta estructura no sería posible la vida, o lo sería bajo otros presupuestos, bastante difíciles de imaginar por otro lado. La función está religada a la forma, de modo que, sin esta, sería imposible escribir esta columna tal y como ustedes la pueden leer, que solo es de una determinada manera y de ninguna otra.

Desde muy antiguo lo ficticio forma parte de la verdad de los hombres O: la mentira es promocionada por y para los hombres, alentada por los emisores con intención y creída, a veces también con intención, por los receptores. La caverna es una de las estructuras más aptas para la acción de manipular.

Es el mito de la caverna (VII libro de La República de Platón) es el más genuino y clarividente recinto de la historia de la Epistemología, en cuanto contrapeso a lo falaz, que tendrá su continuación según la tecnología se va desarrollando: radio, TV, redes sociales, mítines retransmitidos en directo, etcétera. Como es muy conocido, unas pinceladas acerca de él: al fondo de una cueva unos hombres están encadenados y solo pueden mirar a la pared, donde se reflejan las sombras de las actividades reales de las personas que están entre los cautivos y una hoguera.

Platón nos dice que, de liberar a uno y hacerle ver los objetos y las personas tal y como son a la luz del Sol, y pedirle que anuncie la buena nueva a sus compañeros, estos acabarían matándole porque las sombras, para ellos, son la única verdad. Es decir, «la verdad».

Pongamos un ejemplo actual de este mito, que tiene tanto de mito como la llegada de los hombres a la Luna. Los argentinos, desesperados, eligieron presidente a Javier Milei, al igual que los alemanes a Adolf Hitler. Los mítines del austríaco eran serios, muy serios; los del boludo mueven a risa y llanto. La verborrea de ambos son las sombras de la cueva, puesto que esconden los intereses particularísimos de los oradores. En el caso del hijo de puta mayor, el de la cruz gamada, era la matanza, empezando por los comunistas y los socialistas. En el del hijo de puta minúsculo, el de la motosierra, es acabar con el socialismo mundial, que es «la muerte».

No aclara el pelotudo si en el socialismo engloba al comunismo y a la socialdemocracia. Pero no tiene incidencia en lo que persigue: el neoliberalismo en su versión más aterradora, acabar con el Estado, excepto, por supuesto, con los polis y los uniformados caqui; con la justicia social, amparada en nuestra Constitución para desasosiego ultra, donde se sitúan ya sin vergüenza los peperos; en definitiva, que el león se meriende a la gacela.

Cifras oficiales de hospitales de Argentina hablan de 17 pacientes de cáncer fallecidos en los primeros cuatro meses de mandato de Milei, que suprimió la medicación por su coste (comparado con los viejos de Ayuso, todavía le quedan; una Ayuso que, en sintonía macarra con el del río de la Plata, sostiene que esa justicia social es «un invento de la izquierda que promueve la cultura de la envidia y del rencor», cosa que ni ella se cree pero que le viene más que bien para su bienestar y el de los suyos). A punto de cumplirse el medio año de reinado de este bufón, los muertos habrán crecido aún más, como ha crecido la inflación, ya altísima antes que él, el desempleo, la ruina de todos los servicios públicos y, en resumen, la extensión más inimaginable y espantosa de la pobreza.

A los dos hijos de puta los votaron por la crisis económica y de ánimo, pero alemanes y argentinos se equivocaron, porque llevaron al poder a fantasmas del mal. La «hermanísima» de Milei se ha hecho con un negocio multimillonario de pisos de lujo de Florida, lo que deja en céntimos el cuarto de millón de dólares que se gastó el presidente en su viaje (no oficial, pero con avión oficial) a Madrid el domingo pasado para protagonizar el aquelarre del fascismo internacional, en el que Abascal llamó a «echar a patadas» a Pedro Sánchez. ¿Qué esconde el eufemismo «echar a patadas»? ¿Qué esconde el de Aznar cuando dijo «el que pueda hacer que haga»? ¿Están piropeando a oficiales del Ejército y de la Guardia Civil que no han olvidado la derrota del 23-F y quieren fusilar a media España o tan solo que un civil le descerraje un tiro en el cráneo a Sánchez?

El Gobierno de Argentina había dado por liquidado el desafortunado comentario de Óscar Puente. Entonces, ¿por qué los medios de la derecha y los sembradores de las semillas del odio de las plataformas insisten en que las andanadas de insultos al presidente del Gobierno español y las falacias sobre su esposa, por parte de Milei, son la respuesta a los excesos de La Moncloa?

Núñez Feijoo se alineó con Milei (condenó pero...: pura sintonía), como lo hizo Mariano Rajoy en la campaña electoral argentina. Es natural. El PP está clarísimamente al lado de Vox y el gallego del barco narco acaba de respaldar a la Meloni que no condena a Mussolini porque es su «tifosi». 

El problema es que la masa de encadenados aumenta al ritmo que aumenta la pared del fondo de la cueva, que parece que va a tragarse el Mundo, al ritmo que aumentan los infundios y la inquina al adversario, que no saldrán gratuitos: habrá atentados.

Le preguntaron a Feijoo si él, de ser presidente, dejaría que su pareja u otro familiar tuviese contactos con las administraciones del Estado. Tajantemente, no, orgullosamente dijo teniendo en mente a Begoña Gómez, que está siendo investigada por algo similar por un juez con un muy sospechoso celo. Pues resulta que, cuando Fraga le dio a Feijoo una consejería, una hermana de este era una mierdecilla en un despacho de la empresa de limpieza Eulen, y aquel empezó a darle contratos por un monto de 37 millones de euros. Y la mierdecilla escaló hasta la jefatura del Noroeste de España de la empresa. Cojonudo Feijoo.

Algunos jueces y fiscales principales parece que se han constituido en un presunto partido político que forma tridente con PP y Vox. Mientras la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que tiene un prestigio bien ganado, descarta que Begoña Gómez haya cometido el delito de tráfico de influencias, el juez Juan Carlos Peinado insiste e insiste en mantener el caso abierto por unos recortes de presa llenos de bulos, desacreditando no solo la labor de la UCO, sino también al propio Tribunal Supremo. Paralelamente, un defraudador confeso, al ser novio de la baronesa del Reino de España, aparece en la pared de la cueva como un perseguido injustamente por el Estado, a petición expresa de un tal Sánchez.

Pero las cosas acaban de empezar a empeorar. Irán a más. Hasta que no descabalguen a un Gobierno elegido por un Parlamento a su vez elegido por el voto libre y soberano de los ciudadanos. O, ¿qué ocurrió en 1936? Oh, sí, ya lo sabemos, en la cueva se proyectó la peli del contubernio comunista, judío y masónico que iba a acabar con la Patria Medieval, que es hacia donde ahora mismo volvemos a dirigimos gozosos. ¡Joder!