Hoy ha saltado la noticia: Málaga inaugura un cementerio para mascotas.
Ellas, esos nuevos compañeros de piso, de paseo por los jardines, de acompañante por las aceras. Ellas, ya tienen lo que les faltaba: reposo en el lugar adecuado cuando han dicho adiós a sus «dueños».
Ellas, las mascotas que comparten pisos, mimos, atenciones de todo tipo y lugar preferencial en muchos hogares de esta sociedad del bienestar.
Ellas, ya tienen el lugar para rendirles el tributo del recuerdo, el ramo de flores y la visita del eco del tiempo.
Desde que el ser humano habita este planeta, en toda forma de cultura, aparece el «culto» a los difuntos. Multitud de formas. Lápidas, tumbas, pirámides... Formas distintas equivalentes a los cementerios actuales. El recuerdo de los nuestros como signo de humanidad y de alguna forma, creencia en la inmortalidad.
Hoy, ciudades y poblaciones de España van acercándose los censos entre mascotas y seres humanos. Familias con preferencia de mascotas frente a hijos. Otras se igualan.
Las manifestaciones de afecto, mimo, cariño, atención hacia las más cotas crecen hasta límites insospechados. No hace mucho tiempo, pasar por las zonas céntricas de cualquier ciudad las ofertas de servicios se centraban exclusivamente en atender a los humanos.
Hoy, se alternan peluquerías, manicuras, tiendas de ropa… las de señoras con las de mascotas.
Todos, absolutamente desde la sanidad: clínicas veterinarias, hasta la más avanzada boutique para la más sofisticada prenda, ofrece sus productos lo mismo a mujeres y hombres que a cualquier tipo de mascota.
Los últimos días y el deceso de las mascotas se vivía en la intimidad de las «familias» con toda intensidad y sentimiento como a cualquier ser humano…
Ahora, desde ayer ya en una ciudad de España, tiene su lugar de descanso eterno.
Las mascotas, tienen su cementerio.
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