Pactos y más pactos

OPINIÓN

El responsable de institucional del PP, Esteban González Pons, estrecha la mano del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en presencia de la vicepresidenta de la Comisión Europea Vera Jorová, que actuó como mediadora en las negociaciones entre socialistas y populares en torno a la renovación del CGPJ
El responsable de institucional del PP, Esteban González Pons, estrecha la mano del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en presencia de la vicepresidenta de la Comisión Europea Vera Jorová, que actuó como mediadora en las negociaciones entre socialistas y populares en torno a la renovación del CGPJ Laura P. Gutiérrez | EFE

04 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque es un deseo bastante ingenuo, me gustaría que en alguna  legislatura la oposición (la española y de las que tengo noticias) hiciera algo más  que simplemente llevar la contraria por sistema para desangrar lentamente al  adversario. Al pie de la letra esa es su misión, desde luego, pero si quiere  desbancar definitivamente al gobierno de turno o al menos aspira a desalojarlo  en las siguientes elecciones, debería presentar alternativas reales, seducir con  ideas frescas, volver a ilusionar a los decepcionados, mostrar la visión de un  futuro esperanzador a los que aguardan dentro del túnel. Parece mentira que ni  en la izquierda ni en la derecha comprendan que la objetividad es una virtud  todavía muy admirada por muchos ciudadanos, hartos de demagogia y retórica  barata. Si la cordura prosperara sabríamos premiarlos con nuestro voto. Tan fácil  y tan difícil. 

«Dí tú A, que yo siempre diré B». Se lee la consigna desafiante y no hacen  falta más de tres segundos para sacar la conclusión de que la amenaza es ridícula, supone renunciar a los argumentos en favor de la marrullería. Cada vez  que por televisión presenciamos esa confrontación alocada en los parlamentos, no concebimos cómo puede ocurrir que ni quienes están en sus respectivas trincheras ni sus aguzados asesores ignoren la alergia con que el sufrido pueblo  interpreta ese planteamiento político. 

No es eso, se trata de aceptar al adversario cuando racionalmente se  llegue a la conclusión de que persigue el bien común, y no apostarse en cubierta  a cañonearlo en cuanto aparece por el horizonte. Hay que cribar adecuadamente  las propuestas y asumir constructivamente lo positivo, ni todo vale ni tampoco  nada vale. Es matemáticamente imposible que cualquier propuesta de cualquier partido político y en cualquier momento sea siempre equivocada o incluso ideada, como algunos pretenden, para dañar al mayor número posible de  ciudadanos que no comulgan con su ideología. Y por la misma razón, el partido gobernante debe actuar con menos arrogancia y ser receptivo a las ideas de  quienes, por haber sufrido sus mismas encrucijadas, están en condiciones de  ofrecer sugerencias sensatas, no siempre encaminadas a producir erosión electoralista. El ejercicio serio de la oposición debería ser entendido como el  reflejo especular de otro punto de vista, casi siempre igual de válido. 

Ya se sabe que irremediablemente quien maneja el timón arrimará el  ascua a su sardina y que la poltrona ofrece una calor muy confortable, pero esa indeseable actitud a la que ya nos hemos acostumbrado podría ser compatible con lograr acuerdos en los aspectos de verdadera trascendencia para el país; solo hace falta que las concesiones de unos y otros se prodiguen con la  generosidad que les exigimos los votantes, y no se interpreten en sus propias  filas como rendiciones blandengues o señales de agotamiento. Por encima de  todo debe prevalecer el pacto, y cuando llevarlo a la práctica algunas veces suponga más errores que aciertos, probablemente perdonaremos el descalabro porque veremos en los culpables a seres tan humanos e imperfectos como  nosotros mismos. 

Después de cinco años de larga travesía han llegado por fin a un acuerdo  para la añoradísima renovación del CGPJ. Albricias. Justificadamente o no,  demasiado tiempo ha transcurrido, pero como ensayo general para un futuro  pactista puede ser tenido en cuenta y despertar expectativas optimistas. Ahora  lo procedente sería que adoptaran el mismo talante para renovar organismos tan  importantes como el ente de TVE, la CNMV, la CNMC. Merecemos ese respeto  y hasta lo exigimos. Por una vez, el estribillo que recomienda «altura de miras» deberá escucharse mucho más que la canción del verano.