Siguen a vueltas con Chaves Nogales; más que ofrecer una novedad sobre su actitud durante la guerra en el diario Ahora, se diría que unos y otros parecen querer apropiarse del personaje, en una lucha que empezó hace ya bastantes años, cuando María Isabel Cintas dio el pistoletazo de salida a esta apasionante carrera. La teoría de la pertenencia de Chaves a la llamada Tercera España, junto a Clara Campoamor y José Castillejo, es tan defendida a sangre y fuego por Trapiello como devaluada por quienes atribuyen sin duda alguna a Chaves una actitud más que simplemente cercana a la revolución comunista del treinta y seis. En un libro de muy reciente edición, su autor, Juan Carlos Mateos, afirma con rotundidad que los editoriales publicados en aquellos primeros meses de la guerra están escritos de su puño y letra, sin intervención alguna del consejo obrero que se había incautado del periódico. Sostiene Trapiello que siendo los editoriales las conclusiones del equipo redactor de un periódico, no el pensamiento exacto de su director, atribuirle a Chaves esa autoría en exclusiva carece de sentido. Mateos rebate en el libro la supuesta equidistancia política de Chaves en la guerra cuando él mismo se considera tan «fusilable» por la izquierda como por la derecha. Lo hace, continúa Mateos, casi como una pose, como un blanqueamiento ideológico, pues jamás podría ser fusilado por los comunistas, con quienes la relación era lo suficientemente estrecha como para transitar con tranquilidad por el tenebroso Madrid de aquella época. Por último, la autora de otro libro, en este caso sobre el exilio londinense de Chaves, denuncia que su figura está siendo manipulada por quienes quieren llevársela a su bando, en vez de admitir que se trata de un ser muy complejo cuya integridad, además, se vio comprometida por la singular situación vivida en aquellos meses de plomo y cólera, como les ocurrió a muchos ciudadanos.
Parece que en verano se abre la veda. Termino de leer esta disputa y me topo con otro descubrimiento sensacional (el enésimo, el penúltimo) sobre la carta de Unamuno jamás encontrada, donde hace referencia directa al famoso «Venceréis, pero no convenceréis» que desde aquella ceremonia para conmemorar del Día de la Raza en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en octubre del treinta y seis, ha originado ríos y ríos de tinta más caudalosos aún que los dedicados a Chaves. Muchos han sido hasta ahora los estudiosos que han llevado a cabo la investigación «verdaderamente definitiva, la rigurosa» sobre el asunto y todos ellos convincentes a su manera, entre ellos el matrimonio Rabaté, dos hispanistas franceses que se han pasado media vida apegados a la estela de don Miguel y casualmente son en este momento comisarios de la exposición Unamuno y la política recién inaugurada en la Biblioteca Nacional.
Lo cierto es que la mitificada carta sigue sin aparecer y de su mensaje solo quedan frases supuestamente aprendidas de memoria por su discípula María Luisa González Rodríguez, quien la recibió de manos del propio Unamuno, y participadas azarosamente por sus hermanas y su marido, de veracidad parcialmente demostrada. Como interesante aportación, según parece la citada María Luisa descarta terminantemente que Unamuno fuera asesinado por los falangistas, como algunos llegaron a insinuar, aunque asegura con igual contundencia que su vida la acortó de forma muy notoria el inmenso dolor que sentía por España.
Ya solo queda esperar que en las próximas fechas estas revelaciones sobre Unamuno y aquellas sobre Chaves Nogales se rebatan sin lugar a duda y además con «pleno conocimiento de causa». Por eso digo que se abre la veda: hay muchos cazadores dispuestos a conseguir la mejor presa para ofrecérsela a usted, querido lector, mientras disfruta de unos días de descanso. En cualquier caso, siempre será menos aconsejable entregarse al sensacionalismo de las revistas del corazón que descubrir páginas secretas de biografías ilustres.
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