Creo que se puede ser muy vehemente en una idea sin perder las formas ni la educación. Hay temas que son tan delicados que nunca debería traspasarse la línea del insulto y de la humillación. No me gusta que nadie se pase de la raya, pero si encima viene de gente que aspira a gobernar un país como España es todavía más decepcionante. Me parece vomitivo que dirigentes del PP digan sin pudor alguno que ETA está más fuerte que nunca. Afortunadamente, la democracia española consiguió derrotar al terrorismo y, aunque soy de los que opino que fue una victoria colectiva del Estado de Derecho, no está de más recordar que su final se produjo con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. En estos días la derecha y la ultraderecha están intentando obviar su responsabilidad («error injustificable», según Feijóo) ante la reducción de penas a presos etarras (algunos de los 44 podrían salir inmediatamente de la cárcel, incluidos históricos miembros de ETA). Han buscado todo tipo de excusas para desviar la atención (quien nos iba a decir que se les iba a caer encima el ‘que te vote Txapote’) y, desgraciadamente, lo han hecho volviendo a instrumentalizar a las víctimas. Cabe decir, en primer lugar, que España tiene que cumplir una directiva europea del año 2008 que obliga a los estados miembros a computar la pena de un preso o de una presa que hubiera cumplido condena en otro país comunitario. En 2014, el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó en el Consejo de Ministros un texto que, en palabras de la ministra Pilar Alegría, es idéntico al que se está tramitando. Al haber concluido el plazo de veto y enmiendas, el Senado ya no tiene capacidad para modificar la ley (y una de las consecuencias es que supondrá rebajas a condenados por terrorismo). Creo que sobra decir la opinión que nos debe merecer alguien que ha asesinado a otra persona, y más si ha pertenecido a una banda terrorista que durante muchos años causó tanto dolor a la sociedad española, pero también pienso que en una democracia no puede haber desigualdades entre reos. Es cierto que hablamos de casos terribles y que hay etarras que a día de hoy siguen sin arrepentirse y sin colaborar con la justicia, pero tal y como consagra el artículo 25.2 de la Constitución, la política penitenciaria debemos verla en clave de reinserción y no de venganza. La utilización perversa a las víctimas la vimos el miércoles en el Congreso, primero con el aplauso de la bancada popular a Marimar Blanco (interrumpiendo durante dos minutos la intervención del Presidente del Gobierno, que comparecía para hablar de la crisis migratoria, a petición del PP), y luego con Miguel Tellado exhibiendo un cartel con fotos de 12 socialistas asesinados, la definió muy bien la presidenta de presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), Consuelo Ordóñez, a través de X (antiguo Twitter): «Resume a la perfección lo que significan nuestros familiares asesinados por ETA para vosotros. ¡Quitad vuestras sucias manos de encima de nuestros seres queridos! No podéis dar más asco». Feijóo debería reflexionar si la labor de oposición que está haciendo es la correcta, porque a mi entender solo busca satisfacer el fuego interno que le provoca Ayuso.
Seis personas han perdido la vida en los dos últimos meses en nuestra comunidad autónoma en accidentes laborales (son 13 en total este 2024). Es evidente que se precisa ampliar las medidas de prevención, porque ningún puesto de trabajo puede suponer un alto riesgo de perder la vida. Tanto el Gobierno del Principado como el Estado se han reunido esta semana con los agentes sociales para realizar un plan de acción conjunto en el que se prevé la incorporación de más personal (siete nuevos técnicos en prevención de riesgos laborales, que se sumarán a los cuatro nuevos puestos de inspección y subinspección) con el objetivo de que se incrementen el número de controles y, se consiga así, evitar estos trágicos desenlaces. No debemos tomarnos a la ligera, por ejemplo, la realización de simulacros ni la explicación de planes de emergencia (al igual que cada vez que viajamos en un avión se nos dan unas pautas a seguir en caso de accidente, me resulta curioso que en otros espacios no se haga algo parecido). Tenemos que cumplir los protocolos de prevención de riesgos laborales y no ahorrar o escatimar en seguridad, porque si no sería un error mayúsculo que no nos lo podemos permitir si queremos frenar las muertes en el trabajo (espero que no tengamos más capítulos oscuros de ahora en adelante).
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