Millones de personas en todo el mundo -aquí lo haremos en Mieres- nos manifestaremos este jueves en defensa de los derechos sociales y laborales.
Millones de personas en todo el mundo —aquí lo haremos en Mieres— nos manifestaremos este jueves en defensa de los derechos sociales y laborales.
El 1 de Mayo sirve también para reafirmar nuestro compromiso con el sindicalismo internacionalista, solidario y transformador. Por eso no podemos dejar de condenar la guerra en Ucrania, tras la invasión de Rusia; y exigir el fin del genocidio en Gaza, ante la inacción de la comunidad internacional. Nuestra condena sin paliativos al Gobierno de Netanyahu y la mayor solidaridad con Palestina, y con todos los pueblos que sufren represión, ocupación y guerra.
En las últimas semanas estamos viviendo un momento de extrema tensión con la guerra comercial desatada por la nueva administración Trump y sus imposiciones arancelarias. Europa debe cerrar filas y responder con contundencia.
Tenemos que hacer frente a las políticas de las extremas derechas, que socavan el proyecto europeo y los cimientos del Estado de bienestar, desmantelan los servicios públicos, promueven el odio a las minorías y a la diversidad, rechazan los avances feministas, extienden el racismo y la xenofobia o niegan la evidencia climática. Y para ello es indispensable afianzar la colaboración entre los países de la Unión y seguir avanzando hacia una mayor integración política que priorice la justicia social, reduzca las desigualdades y acabe con la pobreza.
No hay mejor antídoto contra el egoísmo de las élites y contra las mentiras de sus voceros, que extender los derechos laborales y el escudo social, desde la solidaridad, con políticas efectivas que atiendan las necesidades de la clase trabajadora y no dejen a nadie atrás. Con empleo decente y acceso garantizado a la vivienda. Con protección social asegurada y servicios públicos que respondan adecuadamente.
Contamos con otra buena vacuna para protegernos: el sindicalismo. En CCOO vamos a poner pie en pared para contrarrestar y doblegar la ola ultra que amenaza nuestra democracia y las conquistas sociales que hemos conseguido en las últimas décadas. Vamos a ser la primera línea de defensa frente a quienes quieren imponer la ley de la selva, donde solo sobreviva el más fuerte.
En nuestro país tenemos razones para ser más optimistas que hace unos años. Siempre hay motivos para reivindicar (lo sabe bien la clase trabajadora, porque nunca nos han regalado nada), pero es de justicia señalar que se han alcanzado metas, como nunca antes, en poco tiempo: una reforma laboral que ha demostrado sobradamente su eficacia para atajar la temporalidad y avanzar hacia el empleo estable; la reforma de pensiones, que garantiza el sistema público; las sucesivas subidas del salario mínimo, que han hecho justicia salarial. El diálogo social da frutos.
Ahora toca pelear por el hacer efectiva la reducción de la jornada laboral, otra reivindicación por la que CCOO lleva tiempo peleando. Una medida que será beneficiosa para la clase trabajadora, para el conjunto de la sociedad y para la economía. Y que ayudará a la conciliación y a reducir las brechas, puesto que las jornadas laborales más amplias se dan en sectores feminizados. Está probado además que, con más descanso y motivación, se mejora la productividad. Y la reducción de jornada responde a una cuestión de justicia social, porque en un contexto de elevado desempleo y precariedad, particularmente entre la juventud, redistribuir el trabajo puede facilitar la incorporación de más personas al empleo.
También es el momento de mejorar los salarios a través de la negociación colectiva. Con los márgenes empresariales en máximos y una economía que crece y crea empleo, hay que acelerar la recuperación del poder adquisitivo perdido (en torno a 7,3 puntos desde 2021 en nuestra comunidad), aprovechando el último año de vigencia del V AENC. Y no hay excusas.
En Asturies, gracias también al diálogo social, tenemos bien definidos los retos y establecida la estrategia para estimular la economía, crear empleo y proteger a las personas. Y para afianzar la industria, redoblando el esfuerzo en I+D.
A pesar de los logros indiscutibles (tenemos hoy más y mejor empleo, el avance en igualdad es innegable y la reivindicación por la seguridad y la salud en el trabajo empieza a dar sus frutos), lo cierto es que el paro, la precariedad y la pobreza continúan angustiando a miles de familias. Así que seguiremos dando la batalla por vencerlos, a través de la negociación y con la movilización necesaria. Queda mucho por hacer y no hay tiempo que perder.
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