Los «ostraka» del Vaticano

OPINIÓN

El papa León XIV dirige el «Urbi et Orbi»
El papa León XIV dirige el «Urbi et Orbi» Dylan Martinez | REUTERS

Francisco primero y León XIV ahora fueron los más señalados en los «ostraka» de las vasijas vaticanas en las asambleas de 2013 y 2025, ambos rabiosamente «rojos», con el martillo y la hoz en las manos

11 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 2.600 años los ciudadanos atenienses se reunían en asamblea y escribían en trozos de vasijas de cerámica rotas el nombre del personaje público que más gravemente había subvertido las leyes y el más «votado» era condenado al ostracismo, de la palabra griega para los pedazos de cerámica: «ostraka». En esta línea, bien parece que, desde 2013, los cardenales reunidos en cónclave eligen «papam» al más extremista marxista que madre haya parido, a decir de una buena parte de los católicos, en un aumento que se antoja imparable. Francisco primero y León XIV ahora fueron los más señalados en los «ostraka» de las vasijas vaticanas en las asambleas de 2013 y 2025, ambos rabiosamente «rojos», con el martillo y la hoz en las manos.

Eso es lo que sostienen quienes se rigen por el Antiguo Testamento y arrojan a las llamas del infierno al Nuevo, en el que los evangelistas nos cuentan la vida y milagros de un tal Jesús, un semita contestatario con la ocupación de los romanos (hoy, estaría con los palestinos frente a una notabilísima facción de los «suyos», los criminales sionistas, o contra la «raza» semítica superior, a imagen y semejanza de la aria romana de su tiempo, de la aria nazi de hace un siglo y de la aria trumpista que hoy empapa el planeta como la plaga de las plagas).

Sin embargo, sobremanera, ese Jesús era un humilde carpintero que estuvo al lado de los excluidos sociales, excluidos por los poderes políticos y socioeconómicos, que no era nada nuevo en aquel año 1, pues ya hacía ocho o nueve mil años que había empezado la clasificación del ganado humano por su pedigrí, y prosigue hoy con una ferocidad demoníaca. Y este Jesús que hablaba a esas víctimas, que se mezclaba con ellas, que comía y bebía con ellas, que les deba lo único que podía darles: la esperanza de ser los «primeros» en el más allá, es el Jesús que abrazó el odiado Francisco y el que abraza el que está siendo arrastrado por el barro de la infamia, incluso antes de elegir llamarse León XIV, nombre que es una vinculación con los humildes, con los trabajadores explotados, reivindicando la acción pastoral de León XIII, allá a finales del siglo XIX, en favor del lumpen que generaba la Revolución Industrial.

Una secta muy poderosa peruana que, no contenta con violar a sus víctimas, más de cien, las torturaba, sin mirar, o quizá seguramente mirando con viveza, si eran niños, fue «crucificada» por Prevost Martínez y Jorge Mario Bergoglio, y esto no lo olvidan los que el teólogo Juan José Tamayo denomina «cristianos neofascistas», que no perdonan la traición a la Iglesia tradicionalista, la que estuvo, aquí, con Franco, con un ojo puesto en el Medievo, la que estuvo ayer en la plaza de Colón contra un gobierno democrático, la que arropa a entes como «2791» y «228» y a los caciques de todos los bienes y a los reaccionarios burgueses que invocan al Yahvéh de Ezequiel 20,33: «Por mi vida que reinaré sobre vosotros con mano dura, brazo extendido y furor desbordado». De otro modo: ¿a qué suena esto?  

Pero, ¡ay!, el fascismo católico internacional, el que es comprensivo con los sacerdotes que no tienen inconveniente en que los niños se acerquen demasiado a ellos y que, al mismo tiempo, bendice a los que son venturados porque se alimentan de los desventurados y les van atormentando y matando al despojarlos de los mecanismos públicos de supervivencia y bienestares básicos. En fin, el fascismo católico internacional que, no contradictoriamente como parece en una primera reflexión, usan al Jesús más anti Yahvéh para ser unos perfectos anticristianos, sin que les queme el crucifijo en manos y pechos.