Cónclave en el PP, qué desperdicio
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Hace tiempo ya que una buena parte de la política de Feijoo se mueve en el espacio de la retórica corta, del eslogan, de colocar cada día una frase que sirva de titular a los periodistas antes que un relato coherente que hilvane las desafortunadas posiciones por las que suele deambular con desigual acierto.
El último esperpento de sus desatinados elaboradores de eslóganes no atiende a otro referente que comparar el cónclave de elección papal con el próximo congreso del PP. Desafortunado por la comparación con la Iglesia y con el pontífice, por la referencia de elección de un nuevo líder que tiene el reciente cónclave y por el propio significado de la palabra, que señala el encierro, con llave, al que se someten los cardenales para tal elección.
No creo que a Feijoo, una vez se haya escuchado, le agrade su propia comparación; no creo que el PP busque un nuevo liderazgo y tampoco creo que quiera estar, a estas alturas, más encerrado y aislado de lo que ya está en el panorama político español.
Por el contrario, creo que este congreso del PP tiene que ser el congreso de la resituación y de la apertura. De la resituación en el escenario que se ha generado tras la desaparición de Ciudadanos y la institucionalización de Vox, y de la apertura a posibles socios que permita el establecimiento de pactos y coaliciones en el caso de ser necesarios.
La desaparición de Ciudadanos ha dejado libre el centro, el lado izquierdo del PP, para la competición con el PSOE. La institucionalización de Vox ha marcado la imposibilidad de reincorporar a una buena parte de un electorado que fue del PP. Es la hora de decidir cómo y hacia dónde se compite.
Y eso lleva a decidir si la futura hoja de ruta es seguir el camino de la Comunidad de Madrid, donde el PP gana ocupando el mayor espacio de la derecha, o seguir el rumbo del resto de las comunidades autónomas, donde gana con los votantes de centro.
Es una elección difícil, que hasta ahora ha descentrado totalmente a Feijoo, contaminado con la influencia social y mediática madrileña, y vigilante, una y otra vez, de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero cada vez hay más voces en el partido que reclaman una orientación diferente, que no quieren competir con Vox sino con el centro político, con el PSOE, porque son ya muchos los que han empezado a comprender que España no acaba, ni empieza, en Madrid.
Si el PP se encierra, en cónclave, lo hará en Madrid, y entonces seguirá por el mismo camino que hasta ahora, que no se separa nada del que había trazado Casado, y para eso no necesitaban a Feijoo. Es el momento de abrir las puertas, de mirar al centro, de recuperar al Feijoo que ganaba en Galicia y de dejar atrás ese complejo ayusiano que está lastrando la política del PP en los últimos años. Un PP en cónclave, encerrado, es un desperdicio para España.
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