Tiempo de responsabilidad

Olga Álvarez / Javier Andrade COPORTAVOCES DE VERDES EQUO ASTURIES

OPINIÓN

Símbolo de unión
Símbolo de unión Pixabay

22 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Podemos contribuir involuntariamente a un triunfo electoral de la derecha sin emitir un solo voto a su favor ni hacer la menor declaración en defensa de sus ideas. De hecho, incluso podemos oponernos abiertamente a ellas… y aun así favorecer su victoria. ¿Cómo? Dividiendo a la izquierda. Esta es, lamentablemente, una dinámica que se repite con frecuencia, a menudo de forma inconsciente.

Pero si queremos revalidar el Gobierno de coalición y evitar que la derecha y la extrema derecha lleguen a la Moncloa, la izquierda transformadora debe concurrir unida. Para reflexionar sobre esta necesidad de unidad, podemos inspirarnos en dos principios de la física cuántica que, aunque parezcan alejados de la política, ofrecen enseñanzas valiosas: el principio de indeterminación de Heisenberg y el de complementariedad de Bohr.

El primero nos dice que no es posible conocer con exactitud todos los datos sobre una partícula subatómica al mismo tiempo. En otras palabras, hay límites al conocimiento absoluto. El segundo principio, el de complementariedad, nos muestra que, según el experimento que realicemos, la luz puede comportarse como una onda o como una partícula. Ambas interpretaciones parecen opuestas, pero no se excluyen: se complementan, y juntas nos permiten entender mejor la realidad.

Aplicado a la política, esto nos recuerda que ninguna fuerza de izquierda tiene por sí sola todas las respuestas a los complejos retos de nuestro tiempo: emergencia climática, crisis energética, desigualdades crecientes, desencanto de parte de la sociedad con el sistema democrático… En este contexto, es esencial asumir la lógica de la complementariedad: distintas organizaciones, con sensibilidades diversas pero con un horizonte común de justicia social y climática, pueden y deben trabajar juntas. Unidas, no solo suman fuerzas: multiplican su capacidad de movilizar, ilusionar y transformar a sus bases y a la población en general.

Solo así podremos superar años de divisiones, muchas veces alimentadas por rencillas personales o egos, y volver a conectar con una base social que ha perdido la confianza y la ilusión. Esperemos que nadie caiga en el dogmatismo de considerar sus posiciones como verdades absolutas e innegociables, y decida actuar por su cuenta. El momento exige altura de miras, generosidad y unidad.