Innovación: el motor silencioso que transforma el mundo

Luis Fernández
Luis Fernández REDACCIÓN

OPINIÓN

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10 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso, la innovación se ha convertido en un concepto clave para entender el progreso de la sociedad. Aunque a menudo se asocia exclusivamente con la tecnología, la innovación va mucho más allá: es la capacidad de encontrar nuevas formas de hacer las cosas, de resolver problemas y de adaptarse a los desafíos que plantea el presente y el futuro. Es, en definitiva, una herramienta esencial para fomentar el desarrollo colectivo y construir un futuro más justo y sostenible.

La Real Academia Española define innovar como «mudar o alterar algo, introduciendo novedades». Esa simple definición encierra un principio fundamental: toda innovación implica un cambio, y ese cambio puede producirse en cualquier ámbito, desde la ciencia hasta la cultura, pasando por la organización social, la economía o el deporte. Innovar es, en última instancia, imaginar lo que aún no existe y tener el valor de ponerlo en práctica, desafiando inercias y cuestionando lo establecido.

Como motor de desarrollo, la innovación es una pieza clave en la construcción de sociedades más resilientes, inclusivas y equitativas. Innovar significa repensar modelos de convivencia, crear soluciones colectivas para los problemas comunes y encontrar nuevas formas de garantizar derechos y oportunidades para todos. Desde movimientos sociales que se organizan de forma descentralizada gracias a la tecnología, hasta comunidades que reinventan su forma de producir y consumir, la innovación social tiene un papel cada vez más decisivo en la transformación del mundo.

A lo largo de la historia, la contribución femenina ha sido sistemáticamente invisibilizada

En este contexto, es fundamental reconocer el papel que desempeñan las mujeres como impulsoras de innovación. A lo largo de la historia, la contribución femenina ha sido sistemáticamente invisibilizada, incluso en momentos y espacios clave del avance científico, tecnológico o social. Sin embargo, las mujeres han estado —y siguen estando— en el centro de muchas de las transformaciones más importantes, aportando perspectivas diversas, conocimientos específicos y una sensibilidad que enriquece enormemente los procesos creativos.

La innovación, cuando se construye desde la diversidad, se vuelve más potente. Las mujeres aportan soluciones distintas, a menudo más inclusivas y sostenibles, que surgen de sus experiencias vitales, de su forma de mirar el mundo y de entender las relaciones humanas. Estudios recientes han demostrado que los equipos diversos, con representación paritaria, no solo innovan más, sino que también obtienen mejores resultados. Aun así, las cifras revelan que la brecha de género en los sectores más innovadores sigue siendo preocupante: desde la baja presencia de mujeres en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), hasta la infrarrepresentación en puestos de liderazgo en I+D o el escaso acceso a financiación para emprendedoras.

Promover la participación de las mujeres en todos los niveles del ecosistema innovador no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia esencial para el progreso. Visibilizar a las mujeres innovadoras, reconocer sus logros y crear referentes femeninos es clave para romper estereotipos y para que niñas y jóvenes puedan imaginarse como protagonistas del cambio. No podemos permitirnos seguir desaprovechando la mitad del talento disponible. La innovación necesita de todas las voces, y sin la participación plena y equitativa de las mujeres, será imposible construir un futuro realmente inclusivo.

Las mujeres aportan soluciones distintas, a menudo más inclusivas y sostenibles

Además, es imprescindible entender que la innovación no surge de la nada. Requiere inversión, talento y un entorno que favorezca la experimentación y tolere el error. Fomentar una cultura de innovación implica apostar por la ciencia, por la creatividad y por políticas públicas que promuevan la investigación, la colaboración y la equidad. En este sentido, es urgente diseñar políticas que faciliten la conciliación, que eliminen barreras estructurales y que impulsen la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento, al emprendimiento y a la financiación.

También hay que repensar los espacios de decisión y asegurar que estén ocupados por personas con experiencias diversas. Las mujeres deben estar no solo en los laboratorios o en las aulas, sino también en los consejos de administración, en las comisiones que deciden las líneas de investigación, en los jurados que otorgan premios, en los espacios donde se define qué es y qué no es innovador.

Visibilizar a las mujeres innovadoras, reconocer sus logros y crear referentes femeninos es clave para romper estereotipos

En resumen, innovar es avanzar. En un mundo en constante transformación, la innovación no es una opción, sino una necesidad. No se trata únicamente de crear lo nuevo, sino de mejorar lo existente, de transformar lo que no funciona y de imaginar colectivamente un porvenir más justo. Y para lograrlo, es imprescindible que todas las voces —especialmente las que históricamente han sido silenciadas— tengan un lugar central en la construcción de ese futuro compartido. Reconocer, impulsar y visibilizar la innovación hecha por mujeres no es solo una deuda histórica: es una condición indispensable para que el cambio, cuando llegue, sea realmente para todos.