Cada persona guarda en su memoria diferentes hechos, sentimientos, imágenes e ideas. Que pervivan los recuerdos y se transmitan de persona a persona no siempre es fácil, porque a veces hay más interés en que queden eliminados de la historia. Yo en lo que pueda contribuir a evitar los olvidos, lo haré. Si alguien me preguntase por el momento más importante que he vivido hasta la fecha en mis 39 años de vida, respondería sin dudarlo lo acontecido el sábado 13 de junio de 2015. Hoy se cumple una década del regreso de la izquierda a la Alcaldía en Oviedo/Uviéu tras veinticuatro años ininterrumpidos de gobiernos del PP al frente del Ayuntamiento. La capital de Asturias/Asturies se unió aquel día a otras partes de nuestro país, como Madrid y Barcelona, donde también se rompió una tendencia conservadora que no benefició a la mayoría de su población. No fue un camino fácil para conseguirlo, y no tanto por las zancadillas de nuestros rivales, sino lamentablemente por fuego amigo, algo que duele decirlo pero que no se puede negar ni obviar. Con el resultado electoral que salió de las elecciones locales del 24 de mayo, catorce ediles de la corporación carbayona, repartidos en tres formaciones políticas distintas, compartíamos dos cosas fundamentales: criterios ideológicos progresistas y el deseo de poner fin a la indecencia abriendo ventanas para iniciar un nuevo tiempo esperanzador que dejara atrás el gabinismo. La responsabilidad de hacer efectiva la voluntad de las y los ovetenses en las urnas fue determinante para que no saltase todo por los aires. Reconozco que hoy veo con nostalgia aquel periodo histórico, cuya gestión tuvo sus aciertos y sus errores, pero siempre estuvo marcada con el propósito de mejorar la vida de la gente desde lo más pequeño a lo más grande. Hoy vivimos una ola reaccionaria que nos recuerda que nada es irreversible, y como ejemplo pondré que una de las primeras actuaciones que hicimos fue la de colocar la bandera LGTBI en el balcón de la Casa Consistorial, algo que nunca antes se había hecho. Esta semana la Ministra de Igualdad ha pedido a todas las instituciones, organizaciones y a la ciudadanía en general que se muestre con orgullo, y aunque se pueda ver como una iniciativa simbólica de poco valor, lo cierto es que desde 2019 no se ha vuelto a exhibir en el edificio central del Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu (y el año pasado ni tan siquiera en la Oficina de Turismo de enfrente). Bajo mi humilde punto de vista el conjunto de la izquierda ovetense tiene que mirar al futuro y ponerse como objetivo recuperar el bastón de mando en 2027, porque Oviedo/Uviéu no es una plaza difícil (como me decían muchas personas en la campaña electoral de 2015) ni imposible de alcanzar. ¡Volveremos!
Si decía antes que hoy es un día que recordaré con cariño toda mi vida, no puedo decir lo mismo de ayer, que supuso todo un bochorno, una decepción y una vergüenza para toda la militancia socialista española ante lo revelado en el informe (tan demoledor) de la UCO. Es evidente que hay lacras sociales muy transversales y la corrupción es una de ellas. A veces es difícil detectarla si sus protagonistas saben esconder sus acciones, pero lo que diferencia a una organización política de otra es su capacidad de actuación, y en eso es de agradecer que el PSOE tenga una intolerancia muy exigente ante cualquier indicio y sea quien sea la persona o las personas involucradas. Es primordial tener esta actitud si se pretende que la ciudadanía confíe en la izquierda, porque no fue un camino fácil alcanzar La Moncloa ni mantenerse en el poder todos estos años, y urge tener un equipo de personas serias, capaces y honradas para combatir el peligro que tenemos enfrente. Discursos como los que se escucharon en el Palacio de Vistalegre con el presidente argentino, Javier Milei, que fue el invitado estrella a un foro económico patrocinado por una plataforma de compraventa de monedas digitales (“si le quieren zurrar al bandido local, no hay problema”, en referencia a Pedro Sánchez y al “socialismo de mierda”) son un ejemplo. No parece haberle parecido una vergüenza y una irresponsabilidad su apoyo a una criptomoneda que estafó y arruinó a miles de personas, ni tampoco al resto de ponentes que intervinieron les debió molestar su presencia, como Albert Rivera y Marcos de Quinto, críticos con la redistribución de la riqueza. Del impresionante partido de Carlos Alcaraz en la final del Roland Garros se ha viralizado la cantidad de dinero que la Hacienda española se quedará por su premio, cifrado en 2.550.000 euros. Me hubiese gustado mucho más que el mensaje se hubiera centrado en reivindicar la justicia social y no en el 46% de ‘hachazo’ en el IRPF del tenista murciano. Vivimos un momento en el que se ha perdido el miedo a reconocer en público la admiración con la dictadura franquista. Lo hizo Esperanza Aguirre en una entrevista y un chaval al que enfocaron con una bandera preconstitucional durante los penaltis del Portugal ? España. Yo esto sí que lo veo un grave problema, no que haya presidentes autonómicos que en una reunión quieran utilizar sus lenguas, tan españolas y oficiales como lo es el castellano.
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