¡OTAN no, bases fuera!

Estefanía Torres EURODIPUTADA EN LA VIII LEGISLATURA

OPINIÓN

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega para posar en la foto de familia de la cumbre de la OTAN
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega para posar en la foto de familia de la cumbre de la OTAN J.J. Guillén | EFE

27 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos en tiempos en los que la verdad ha dejado de importar. Hoy día, los hechos son interpretados por el ojo interesado para colocar el relato que mejor le convenga. Y eso es exactamente lo que está pasando en torno al acuerdo de la OTAN. Esta semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha firmado un documento que compromete al estado español a invertir un 5% de nuestro PIB en gasto militar. Del mismo modo que en 2014 Mariano Rajoy firmó el compromiso de España para subir la inversión al 2% para 2025, Sanchez ha dejado su firma, negro sobre blanco, en una hoja de cinco puntos en los que se establece el compromiso de todos los miembros de la OTAN para invertir en gasto militar hasta un 5% del PIB en 2035.

El asunto es de suficiente calado como para abrir un debate político de profundidad: permanecer en la OTAN y sacrificar así nuestros servicios públicos, o salir de la OTAN para defender nuestra soberanía y los derechos de nuestro pueblo. Pero no ha sido así. Pedro Sánchez es el PSOE. Y el PSOE es otanista. El partido más importante del régimen del 78 jamás se atrevería a abrir ese debate, a no ser que se viese obligado a ello. Por el contrario y como es tradición, el PSOE arrima el ascua a su sardina y centra el tiro en las formas, en lugar de en el fondo.

Así que el modus operandi ya habitual en el partido añadida a la innegable habilidad comunicativa de Pedro Sánchez ha provocado que la discusión después de la firma del presidente en la que compromete la sostenibilidad del Estado del bienestar es demencial y absurda. En lugar de hablar de nuestra permanencia en la OTAN, estamos hablando sobre si Sánchez ha firmado o no un documento que es público y que han suscrito los 32 estados miembros de la Alianza Atlántica.

Y es que Pedro Sánchez, aprovechando que tenía que comerse un acuerdo terrible para el Estado del bienestar y que sigue estando metido en el peor caso de corrupción del PSOE que se recuerda, manifestó públicamente que España ya había hecho un esfuerzo inconmensurable con el 2,1% de nuestro PIB para gasto militar. Con cara de satisfacción, (¿dónde queda la aflicción sentida por el bochorno de Santos Cerdán y las mordidas recibidas de Acciona?), salió a la rueda de prensa a defender lo indefendible: la mentira y la manipulación política. «Gana España y gana la OTAN» dijo sin arrugarse. Como si existiera algún tipo de cláusula paralela que le permitiera navegar en los márgenes.

La mentira tiene las patas muy cortas y siempre acaba por salir a la luz. Pero Sanchez ganó tiempo. Ojo. No lo ganó para el Estado del bienestar ni para la democracia. A estas alturas queda claro que a Pedro Sánchez le importa poco la justicia social en este país, se desvela inmensamente más por el peso que siga teniendo el PSOE como piedra angular del régimen del 78. Pero sí consiguió cambiar el foco. Estos días, nadie habla de Santos Cerdán, ni mucho menos de la necesidad de salirnos de la OTAN, todos parecen estar centrados en lo magnífico que es este presidente que le para los pies a Donald Trump. Daría la risa si no fuera que se trata de una condena estructural y generacional.

Algunas ayer nos sentíamos igual que en la película «No mires arriba», versión «No mires al documento». Y es que el mal menor y el miedo a la extrema derecha parecen provocar devastación neuronal. Algunos no son capaces ni de leer una hoja con cinco puntos en la que se dice claramente cuál es el compromiso de todos los Estados miembros de la OTAN: poner la riqueza de la clase trabajadora al servicio de la guerra. Para no ver la realidad, hay quienes prefieren quedarse con el relato que el periodista de turno afín al PSOE pretende colocar: Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer, Pedro Sánchez saca otra vida más en su trayectoria política o Pedro Sánchez es la excepción ibérica.

Por fortuna, queda gente decente capaz de mirar a la realidad con valentía, que no se conforma con cantos de sirena y medias verdades. Personas que se preocupan por la herencia que vamos a dejar a nuestros hijos. Ciudadanas y ciudadanos que se niegan a entrar en una guerra mundial liderada por dos fascistas. Con esa gente hay que encontrarse. Nos va la vida en ello. Es en torno a este tipo de ideas donde se construye la unidad de la mayoría social. Porque hoy la verdad como herramienta y la paz como horizonte son más necesarias que nunca para esa mayoría social. Impidamos juntas que el régimen de guerra español y europeo condene nuestro futuro y, sobre todo, el de nuestros hijos, que no merecen heredar este sistema. Toca exigir, desde todos los espacios y con todas nuestras fuerzas, tal como se hizo en los 80: OTAN no, bases fuera.