Desde el 7 de octubre de 2023 —fecha del inicio de la Guerra en Gaza— hemos asimilado en nuestro lenguaje coloquial conceptos que han abandonado los foros académicos para instalarse en nuestra cotidianeidad. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad?
El Ministerio de Salud de la Franja de Gaza estima que, desde el inicio de la escalada, han muerto aproximadamente 60.000 personas, sin contabilizar a los desaparecidos. Asimismo, un estudio liderado por Michael Spagat, del Royal Holloway College de la Universidad de Londres, eleva la cifra a más de 80.000 muertes directas e indirectas, en línea con otro estudio publicado por la revista The Lancet.
Por su parte, Unrwa afirma que el 90?% de la población gazatí ha sido desplazada, con un impacto diferenciado en mujeres e infantes, e insiste en que más de 1.000 personas han muerto en las inmediaciones de los puntos de reparto de comida, lo que ha provocado que el sistema establecido se haya convertido en una «sádica trampa mortal».
Entonces, ¿qué criterios definen si es un genocidio lo que está ocurriendo en Gaza? ¿Los desplazamientos forzosos? ¿Un número determinado de muertes? ¿El bloqueo de ayuda humanitaria?
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y ratificada por Israel en 1950, define el genocidio como aquellos «actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Esta definición fue también adoptada por el Estatuto de Roma (1998), tratado que establece la Corte Penal Internacional (CPI), competente para juzgar a personas acusadas de crímenes de genocidio, de guerra o de lesa humanidad y que no ha sido ratificado por Israel.
La CPI define los crímenes de guerra como infracciones graves de los Convenios de Ginebra y otras violaciones relevantes del Derecho Internacional Humanitario. Por su parte, los crímenes de lesa humanidad también están recogidos en el Estatuto de Roma, que los describe como cualquiera de los actos inhumanos cometidos como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil.
Aunque estos conceptos comparten similitudes, no son equivalentes. La principal diferencia radica en la intencionalidad. En el caso del genocidio, es necesario demostrar la voluntad intencionada de eliminar a un grupo. En cambio, los crímenes de guerra y de lesa humanidad se centran en la existencia del acto violento en sí.
La ambigüedad observada en muchos líderes políticos a la hora de calificar la situación como genocidio nace de la problemática de demostrar que sí existe una intención deliberada de eliminar a la población palestina. Por ello, inicialmente optaron por términos como exterminio. Otros Estados, como Sudáfrica, han ido más lejos y han demandado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia por violar la Convención ya mencionada.
Lo que sí es indiscutible es que la población palestina es víctima de ataques sistemáticos e indiscriminados, hambrunas, desplazamientos forzosos y del bloqueo a la ayuda internacional, lo que pone en riesgo su mera existencia.
Mientras la comunidad internacional continúa enredada en sus intereses geopolíticos, alrededor del 4?% de la población palestina ha sido asesinada. Llamarlo exterminio, genocidio, crimen de guerra o de lesa humanidad no cambiará la realidad diaria de Gaza, pero sí definirá nuestra responsabilidad colectiva frente a ella. Así pues, quizás en unos años nos atrevamos a decir en voz alta lo que hoy callamos: que no hicimos lo suficiente ante el genocidio del pueblo palestino.