Hace años cuando se iba al cine, ahora se va poco al cine, al empezar la sesión era frecuente que las primeras imágenes fueran borrosas, desenfocadas. El proyectista debía ajustar las lentes de la cámara para obtener una imagen nítida y clara. Ahora con la tecnología digital no ocurren esas cosas, ahora se va poco al cine.
Ahora la actualidad se nos presenta difusa, distorsionada, desenfocada. Al menos así se percibe. Se puede ser más trumpista o menos, más antiyanki o menos, más republicano o más demócrata, pero resulta difícil entender que los europeos no estén y se presenten como una piña ante las amenazas severas del imperio americano.
O están desenfocados quienes nos gobiernan o los ciudadanos no percibimos la realidad, algo está distorsionado. Se nos dice, o más bien se nos ordena que hay que aumentar el gasto en defensa, aunque las cuentas del estado se resentirán forzosamente. Hay que entender que quien trabaja, o aspira a trabajar en Trubia, le importa menos los conflictos bélicos mundiales que el sustento de su familia. Hay que entender que algunas grandes empresas ya vislumbran unos enormes beneficios que no preveían, y eso será posible gracias a la exigencia de Donald Trump. Y también dos huevos duros, en forma de gasto de 600.000 Millones, cantidad que produce mareo.
Aunque nos cueste, hay que entender a los millones de americanos que han elegido a esta persona para presidente de la nación, algo le habrán visto o es que tienen mal el enfoque. Vistas sus actitudes no parece que haya duda de que estamos ante un soberbio, un prepotente, un grosero y un machista, solo por emplear algunos de los adjetivos con que le juzga una gran mayoría de ciudadanos del mundo, un matón de barrio bajo, un gánster del hampa, un forajido del West. Maneja los aranceles sin ningún rigor económico solo por impulsos propios de un despertar resacoso. Tiene aspiraciones ególatras que rozan la locura tal como pretender anexionar territorios. Hay que imaginarse a cinco personas conocidas que sean detestable, fundirlas en un molde y nos sale Trump. Es, tal como lo define Juanjo Millas, el Koldo americano.
Ahora toca preguntarnos qué tipo de nubosidad o ceguera envolvía al secretario general de la OTAN o a la presidenta de la Comisión Europea, cuando se muestran tan embelesados al sentirse al lado de Donald Trump, del todo desenfocados.
Si esto ocurre a nivel internacional, llegados a lo local, en el pueblo, en el barrio, se observa que cada vez estamos más irascibles, más intransigentes, más rencorosos, más con ganas de buscar pelea con el primero que nos encontramos. Las cada vez más repugnantes redes sociales se utilizan de forma normal para descalificar o para insultar. El ejemplo del presidente de EEUU cunde en nuestro parlamento donde lo más genuino es la bronca entre sus señorías. O cambiamos el visor, o modificamos el rumbo, o nos estrellamos.
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