En este largo fin de semana (porque hoy es festivo) vuelve el fútbol (le deseo la mejor de las suertes al Real Oviedo y que esta noche inicie su retorno a primera división con victoria en Villarreal) al mismo tiempo que una parte de la población finaliza sus vacaciones la otra las comienza. Pensé que podíamos estar ante un verano sin importantes incendios, pero la triste realidad de años anteriores ha regresado y nos han condenado a una terrorífica semana a lo largo y ancho del país, con especial virulencia y daño en las provincias de León (horrible ver calcinada una zona tan hermosa e histórica como Las Médulas), Zamora y Ourense.
A falta de que lo confirme la investigación, casi siempre hay una intención maliciosa humana que aprovecha la situación de las altas temperaturas asociadas al cambio climático, de la sequedad de los terrenos a consecuencia de la ausencia de lluvias y de los fuertes vientos para devastar con todo lo que se pueda, incluyendo vidas de personas y de animales. Soy consciente de que es prácticamente imposible evitar la existencia de fuegos, pero sí que cabe recalcar la tremenda importancia que tiene la prevención para paliar, en la medida de lo posible, desgracias mayores (ya solamente en cuestiones económicas, siempre será más rentable realizar esa inversión a pagar todo lo que conlleva desplegar equipos para extinguir las llamas, que además en muchas ocasiones son insuficientes).
No me canso ni me cansaré en repetir la importancia de cuidar, proteger y reforzar lo público, porque es lo que de verdad nos salva (aunque haya muchos intereses en desprestigiarlo). Y sí, para que funcione correctamente también es elemental que las administraciones, en función de sus competencias, no escatimen en los recursos necesarios, tanto personales como materiales. Aquí también juega un papel importante la política, puesto que por una cuestión de prioridades no todos los partidos comparten los mismos criterios.
Estos días vemos muchas críticas a la gestión de Alfonso Fernández Mañueco. Ya vimos en otra autonomía gobernada por el PP, como es el País Valenciano, que fue una la nefasta decisión cargarse la unidad de emergencias que hubiera servido de gran ayuda aquel aciago día de la dana. En estos días estamos leyendo diferentes denuncias, como la realizada por la Asociación de Trabajadores de Incendios Forestales de Castilla y León, que ha criticado la elevada externalización del servicio y las malas condiciones laborales de las personas que forman parte del operativo (con contratos muy precarios de cinco meses de duración y con salarios muy bajos para el riesgo que asumen).
Los mensajes de que llegarán las ayudas a las y los afectados lo más pronto posible están muy bien, pero mucho mejor hubiera sido que ese dinero se hubiera destinado ejecutado en medidas que, precisamente, hubiesen frenado las pretensiones de los pirómanos y el miedo, la rabia y la desolación de quienes lo han perdido todo (mucha gente lucha por salvar sus propiedades, lo que les lleva a rozar un peligro que, en algunos casos, acaba con su propio fallecimiento). En todo este drama que estamos viviendo, al menos me alegro que con lo ocurrido en la Mezquita de Córdoba se haya podido evitar un descomunal daño (en un primer momento se temió que se repitiera un escenario parecido al que sucedió con la Catedral parisina de Notre Dame).
No se puede contentar a todo el mundo, pero a veces también hay gente que se queja de vicio. José Carlos Díez (aspiró a ser el gurú económico del PSOE pero las primarias de 2017 que ganó Pedro Sánchez frustraron sus planes) estuvo recientemente en nuestra comunidad autónoma y, además de poner diversas fotografías de lo que iba visitando, le pareció necesario incendiar el ambiente tuitero criticando una parada técnica del tren (en la estación de Pola de Lena/??ena) en el que regresaba a Madrid y que «las calles de Oviedo/Uviéu llenas de turistas y todas las tiendas de ropa cerradas. Y luego la peña se pregunta por qué no crece la riqueza de las regiones. En fin».
Creo que fueron muy acertadas la mayor parte de las réplicas que recibió, porque le recordaron que las trabajadoras y los trabajadores de estos establecimientos también tienen derecho al descanso. No obstante, queda un poco mal parado que uno de sus deseos al visitar Asturias/Asturies sea comprar ropa de una empresa que tiene franquicias por todos los sitios, incluyendo el lugar donde él vive. En cuestión de prioridades no se me había pasado por la cabeza que un turista tenga interés alguno en gastar el poco tiempo de sus vacaciones para algo así.