En la plataforma HBO MAX está disponible la serie «Marcial Maciel, el lobo de Dios». Aunque conocía más o menos el tema, abruma verlo expuesto en una serie documental bien hecha.
Creo que la mayoría de la población desconoce quienes son los legionarios de Cristo, su enorme poder y los horribles abusos. Es algo muy relevante porque los legionarios de Cristo tienen 7 colegios en España y es una organización que de forma estructurada y organizada violaba a menores en sus instalaciones. Su fundador tenía una familia secreta en Madrid costeada a todo lujo por dinero opaco de la organización y muchos de los abusos se produjeron en el seminario menor de Cantabria, en Ontaneda.
Sabemos con seguridad que Maciel era un depredador sexual, un estafador que desvió millones de euros para fines espurios, que mantenía una mujer y una hija secretas en Madrid y otra mujer con tres hijos en México, hijos de los que abusó sexualmente. Sabemos que fue expulsado de varios seminarios y que usó el poder de su familia para crear una organización al margen de las normas de la iglesia y que luego usó esa organización para crear una empresa que nadaba en millones de euros. Sabemos de su complicidad con el franquismo y en general con los regímenes autoritarios y corruptos. No es casual que fuera el marqués de Comillas, heredero de un criminal, quien ayudara a implantar la organización en España.
Pero también sabemos que su círculo cercano participaba en las violaciones sistemáticas. Y desde luego los que no participaban lo sabían y participaban en el desvío millonario de fondos. Desde su fundación, los legionarios no tuvieron otra misión que recaudar dinero e influencia política. Desde el primer momento hubo abusos sexuales y alienación de menores. No hay una sola acción que responda a la misión evangélica en toda su historia. Son una máquina de reprimir personas y conseguir poder.
Los legionarios tienen un enorme poder en nuestro país. Jueces, periodistas, políticos, empresarios, forman parte del grupo y tienen enorme influencia en la política y la vida social de nuestro país. Y es relevante que esas personas crean en una persona que era una mentira en sí misma. Son personas patológicamente leales a una organización podrida en toda su estructura que veneró y encubrió a un delincuente. ¿Es de fiar un juez que milita en los legionarios de Cristo? Y lo que es más importante: ¿Es aceptable que una organización con esos antecedentes tenga colegios y esté al cargo de menores?.
No son solo los legionarios, el odio del Opus al Papa Francisco se entiende mejor leyendo el libro «Opus» de Gare Goreth y entender cómo desviaron fondos durante años del banco popular hasta que lo arruinaron. O cuando vemos las noticias sobre las criadas ? esclavas, llamadas nunerarias auxiliares de la Argentina. Por cierto, curioso que con la implantación que tiene en España aquí no haya juicios contra el Opus y en la Argentina sí, ¿por qué será?.
Pero fuera del catolicismo tenemos los desvaríos del Palmar de Troya y tenemos las iglesias evangélicas que «hacen curaciones» y prometen la abducción de los 112.000 justos. También tenemos a los Testigos de Jehová que predicen periódicamente el fin del mundo y están dispuestos a dejar morir un hijo antes que aceptar una transfusión de sangre. Ahora, por fin, tímidamente, empiezan a salir noticias sobre el daño que hacen los testigos a sus adeptos.
Y por supuesto, en nuestra sociedad empieza a haber grupos religiosos musulmanes que apoyan la ablación del clítoris o la sumisión completa de la mujer, simbólicamente expresado en aberraciones como el burkini.
No podemos seguir ignorando el grave peligro que entrañan el fundamentalismo y las sectas religiosos en general. El caso de los legionarios muestra la complicidad y el silencio de la iglesia oficial. No sirven como vigilantes, tenemos que defendernos de este cáncer desde la sociedad laica.
Hay que terminar con los privilegios fiscales de las religiones, de todas. Los grupos religiosos tienen que dar cuenta de sus ingresos y gastos y pagar impuestos. La opacidad e impunidad de un Palmar de Troya no puede seguir dándose.
Hay que ser muy rigurosos en las licencias para colegios privados y por supuesto en los concertados. Grupos con antecedentes como los legionarios de Cristo no pueden tener colegios, deberían cerrar los 7 que tienen en el próximo curso. Si prohibimos que una persona con antecedentes penales trate con menores, ¿Qué justificación hay para que una organización que ha hecho todo lo que han hecho, tenga un centro para atender menores?
Y no solo los legionarios, la pregunta es ¿qué requisitos y qué inspección debe haber en todos los centros privados y concertados? ¿Aceptamos que los testigos de Jehová tengan un colegio donde digan que la evolución es mentira y que Dios prohíbe hacer transfusiones de sangre?
Es más, ¿no es hora de sacar la religión de las aulas? ¿Tiene sentido que paguemos a una persona para que adoctrine en el Islam o en el catolicismo al alumnado? ¿No debería ser algo privado y no pagado con un sueldo público?
En los últimos 50 años han proliferado, auspiciados por la jerarquía católica, los grupos ultracatólicos que han resultado ser, en general, nidos de corrupción y abusos. Una mayor diversidad en nuestra sociedad hace que ahora existan otros grupos ultras, cristianos no católicos y musulmanes. Tenemos que protegernos de todos ellos, proteger nuestros valores constitucionales, la libertad de expresión, la igualdad entre hombres y mujeres y el interés superior del menor y su libertad para vivir como desee. Avanzar a una verdadera educación universal pública y laica, y obligarles a rendir cuentas y pagar impuestos deben ser nuestras herramientas de defensa frente a este peligro para nuestra democracia.
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