La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como «un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus capacidades, puede enfrentarse a las exigencias normales de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de contribuir a su comunidad», y las enfermedades mentales como «los problemas psíquicos y la tensión emocional, las disfunciones asociadas con los síntomas de angustia y los trastornos psíquicos diagnosticables, como la esquizofrenia y la depresión»
El no tener empleo, la dificultad para abandonar el desempleo y las condiciones del puesto de trabajo son factores que influyen en el desarrollo de enfermedades mentales. Desde UGT, queremos hacer un llamamiento urgente a todas las partes implicadas ?instituciones, profesionales, ciudadanía y medios de comunicación para actuar de manera coordinada, decidida y comprometida. Únicamente a través de una respuesta colectiva y firme será posible afrontar esta problemática de relevante impacto social. Es una realidad que las personas trabajadoras están sufriendo las consecuencias de una deficiente gestión de los riesgos psicosociales y organizativos en sus puestos de trabajo.
Es difícil que en algún momento de nuestra vida no hayamos conocido personas estresadas por altos ritmo de trabajo, conectividad constante, dificultad de desconexión o sobrecarga por la intensidad de las tareas. Tampoco puede ignorarse la situación de quienes sufren situaciones tensionadas de presión que en ocasiones se puede calificar de acoso que como tónica común deriva en cuadros ansiosos-depresivos.
Es cierto que los factores individuales pueden favorecer la aparición de problemas mentales, pero también hay evidencia de que las condiciones laborales, si no son las adecuadas, pueden generar o empeorar los problemas de salud mental. Por lo tanto, es importante poner el foco de atención en las condiciones en las que se desempeña el trabajo, evitando aquellas que afectan negativamente a la salud mental de las personas trabajadoras.
En cuanto a los accidentes laborales, es importante mencionar que la primera causa de muerte en accidente de trabajo durante la jornada laboral en España en 2023, fueron los infartos y derrames cerebrales. Estas patologías pueden estar relacionadas con la exposición a riesgos psicosociales de origen laboral, de hecho, 269 personas trabajadoras murieron en 2023 por esta causa. Estos datos escalofriantes se ven confirmados con el hecho de contabilizarse 9.174.689 bajas laborales (todos los diagnósticos) con una duración media de 28,34 días y 603.521 (trastornos mentales) con una duración media de 116, 44 días, creciendo en un 17% con respecto al año anterior.
Según el Informe sobre el estado de los Derechos Humanos en salud mental, 2022, de la Confederación de Salud Mental en España, «en una sociedad cada vez más competitiva y demandante, un ambiente laboral tóxico es altamente perjudicial para la salud mental y, entre otros efectos, produce un aumento de personas que acuden a las consultas psicológicas por problemas en el trabajo. En el caso de las mujeres, la situación puede complicarse aún más en los procesos de embarazo y maternidad, cuando la falta de adopción de medidas en el lugar de trabajo puede terminar por apartarlas del entorno laboral».
La salud mental debe dejar de ser un apéndice en las organizaciones del siglo XXI comprometidas con la mejora de las condiciones laborales, para convertirse en uno de los ejes que definan la mejora de la seguridad y salud en los puestos de trabajo, afrontando y evaluando los riesgos psicosociales que pueden asumir las personas trabajadoras cada día, en el marco de las obligaciones preventivas que deben de realizar las empresas y organizaciones. El burn-out, la ansiedad, el agotamiento, la sobrecarga, el sueño fragmentado… no son «asuntos personales» son hechos cotidianos que erosionan también la atención sostenida, multiplican los errores y disparan el retrabajo.
Lo que debe dar vergüenza no es un proceso de Incapacidad por enfermedad mental, lo vergonzoso son condiciones laborales precarias, por eso desde UGT también reivindicamos la actualización del listado de enfermedades profesionales español, para que sean incluidas las patologías derivadas de los riesgos psicosociales, siguiendo la estela de la OIT que ya lo recoge en su listado de 2010.
Ante este hecho, la jornada laboral de cuatro días también emerge como «un muro sanitario», como una intervención medible y por tanto posible. Desplaza el presentismo hacia el resultado, a priorizar lo esencial y secuenciar el trabajo. En lugar de contar horas se mide lo que realmente importa, tiempos de ciclo y calidad de vida, de ahí que su impacto en la salud de las personas trabajadoras sea directo pues un tercer día de recuperación semanal reduce el estrés crónico, la fatiga mental, estabiliza el sueño y mejora el estado de ánimo. En definitiva, las personas y su salud mental deben de estar en el eje de todas las políticas y acciones y ahí debemos seguir defendiendo que la semana de cuatro días funciona porque reconoce algo básico y fundamental como es la conciencia de que las personas no somos piezas fungibles, somos el epicentro del sistema.
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