Desde el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Gijón se ha respondido a las críticas al anunciado cierre del Museo Nicanor Piñole señalando la importancia de la inversión que se va a realizar en la antigua fábrica de tabacos y las bondades del nuevo edificio que se construirá a su lado. No se percibe la relación que existe entre una cosa y la otra, que permanezca abierto el museo en la plaza de Europa no obstaculiza que se realicen las obras en Cimadevilla.
Lo que se cuestiona por parte de la comisión del museo, creada por la viuda del pintor en las escrituras de donación de su legado al ayuntamiento, y por la mayoría de las personas y entidades que se han pronunciado, es que se cierre en 2026, antes de que se haya construido el nuevo edificio que debería albergarlo. No hay ninguna razón para ese cierre prematuro, incluso el Consejo de Asociaciones de Mujeres de Gijón, supuesto beneficiado por el desalojo del edificio de la plaza de Europa, ha planteado que no lo considera adecuado y que no ha avalado en ningún momento la clausura de la pinacoteca.
Como bien ha expuesto la comisión en su comunicado, publicado por La Voz de Asturias, el Museo Nicanor Piñole se quedaría sin edificio durante un tiempo indefinido, nadie puede asegurar cuándo terminará una obra que ni siquiera ha comenzado, lo que supone, de hecho, su desaparición y podría considerarse una violación de las estipulaciones de la donación que permitió crearlo, que insiste en su carácter permanente. El cierre plantearía otros problemas, como la conservación de los fondos del museo y la posible retirada de las pinturas que en él han sido depositadas. La alternativa municipal, una exposición temporal, nunca podría suplir a un museo y es difícil que esté abierta indefinidamente. Por cierto, como acertadamente ha planteado en su seno uno de los miembros de la comisión, en 2028 se cumple el cincuenta aniversario del fallecimiento de don Nicanor, ese sería un buen momento para una gran exposición, que pudiese contemplarse en Gijón y en Madrid.
Lo más habitual es que las obras, públicas o privadas, se retrasen incluso años, algo más probable cuando tienen la envergadura de las que han salido a concurso en Cimadevilla. Los aficionados al fútbol tendrán presente lo que sucede con el Camp Nou, los asturianos recordamos la construcción eterna de la variante de Pajares, cualquiera que haya sufrido la urbanización de su calle sabe que se conoce cuándo comienza, pero no cuándo terminará. No es una exageración afirmar que el museo se cerrará, desaparecerá de hecho, si es desalojado del edificio que hoy posee antes de que esté finalizado y adecuadamente preparado el nuevo. En la argumentación municipal se han introducido recientemente otros elementos que provocan desconcierto, como que renovar el sistema de aire acondicionado del Museo Piñole exigiría cerrarlo al público durante un año, mientras que un nuevo edificio de tamaño notable, que incluirá otras dependencias y que también contará con aire acondicionado, se terminará en dos. Aunque fuese cierto, no es lo mismo un cierre temporal por obras de todas o parte de las salas de exposición que el completo e indefinido de un museo despojado de edificio.
La rehabilitación del edificio del antiguo convento de Cimadevilla, que albergó desde inicios del siglo XIX la fábrica de tabacos, tan importante en la historia del barrio y de la localidad, es una magnífica decisión, que solo merece elogios. Es la oportunidad de crear un centro cívico, que, entre otras cosas, podría acoger al gran museo de la ciudad, de historia y de bellas artes, además de un excelente espacio para exposiciones y otras actividades. La dedicada a don Nicanor Piñole podría servir para inaugurarlo, si se cumplen los plazos de construcción.
Carmen Moriyón puede pasar a la historia como la alcaldesa que logró sacar adelante una obra tantos años pendiente, además de otras como el nuevo paseo marítimo de la zona oeste, o la que cerró el Museo Piñole. Téngase en cuenta que los edificios de Cimadevilla serán inaugurados por otra corporación y que solo las urnas decidirán si la preside la misma persona. Nadie puede pretender que todas sus iniciativas sean acertadas, es fácil cometer algún error cuando se asumen responsabilidades de gestión, pero, afortunadamente, en este caso, el Ayuntamiento de Gijón está a tiempo de rectificar. No sería un signo de debilidad, sino un acierto, que mostraría que sabe escuchar y encontrar alternativas que resuelvan los problemas.
Don Nicanor Piñole no se merece una polémica artificial, menos todavía que su museo sea cerrado. Como gijonés, como aficionado a la pintura y por motivos personales que a nadie se le escapan, entre ellos que tuve el privilegio de conocer en mi infancia al artista y disfrutar de su afecto, espero que la mayoría municipal nos de la satisfacción de una rectificación que la honraría.
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