En el verano del año 2005 tuve la oportunidad de hacer prácticas en televisión y si algo aprendí en aquellos tres meses, además de que la imagen es imprescindible (y que hay tanta gente a quien le encanta verse en pantalla como otra que lo detesta y le da vergüenza), es que sin duda alguna es el medio de comunicación más efectivo para llegar a cuanto más público posible (de hecho, había ruedas de prensa que se retrasaban hasta que llegase tanto el periodista como el cámara que tenían que cubrir ese acto). Veinte años después han cambiado mucho las cosas (principalmente por la irrupción de las llamadas redes sociales y la invasión de plataformas con multitud de contenidos), y eso ha obligado también a todas las empresas de comunicación a reinventarse para sobrevivir en este mundo actual.
No obstante, todavía permanece una prevalencia a consumir horas de televisión (aunque las audiencias se hayan fragmentado al existir más oferta que en antaño). Comprendo perfectamente que para ganarse la fidelidad del público hay que ofrecer productos con un cierto interés, pero es verdad que a veces las expectativas se quedan en puro humo.
En los últimos días hemos podido ver a Salomé Pradas dar su versión de lo que ocurrió el 29 de octubre de 2024 y, sinceramente, de su entrevista solo le podría salvar los comentarios referidos a Carlos Mazón, porque todo lo demás parecía más una especie de construcción de un relato interesado (imagino que con el consejo de sus abogados) de una persona que se juega mucho en el campo judicial (una posible la responsabilidad penal ante las 230 muertes en la dana que asoló un parte de la provincia de Valencia/València. Todavía esta semana se actualizó el dato y se añadió una nueva persona fallecida y no quiere comerse el marrón ella sola.
Algo parecido pienso de las entrevistas «en diferido» que se están propagando de José Luis Ábalos y de Koldo García tras su entrada en la prisión de Soto del Real. No deja de ser triste que se le dé pábulo a ambos por pura carnaza para llenar páginas sin que, por ahora, hayan aportado nada que pruebe lo que dicen. Entiendo que ante los juicios a los que se enfrentan no les habrán aconsejado que den pistas del funcionamiento de la supuesta trama corrupta, pero tiene bemoles que el foco no esté en ellos mismos (que son los investigados).
Esto solamente se explica porque el objetivo número uno es acabar con Pedro Sánchez haciéndole daño donde más le afecta, que es apuntar a su entorno más próximo (sobre todo a su mujer y a su hermano). El «periodismo de declaraciones» (vendría a ser una simulación de un teletipo sin ningún análisis para que quien lo lee sepa si lo que dice esa persona es verdad o no) está perjudicando mucho a la calidad y al rigor informativo. No se trata de que la persona entrevistada no pueda decir lo que considere oportuno, pero dentro de la responsabilidad social y el papel que juegan los medios de comunicación en una sociedad democrática, si a través de sus espacios se transmiten bulos o medias verdades eso no ayuda a formar una opinión basada en hechos probados.
Es verdad que a veces la transparencia es complicada según qué casos. En muchos magazines se están contando cosas sobre las dos adolescentes de Jaén que aparecieron muertas en un parque sin contrastar (hay unas fuentes esenciales, que son algunos miembros de las dos familias que se están prestando a hablar, pero es importante recalcar que hay en marcha una investigación [bajo secreto de sumario]).
Volviendo al campo político, creo que la permanencia del gobierno de coalición hasta 2027 no depende tanto de que no haya Presupuestos Generales del Estado, sino que se demuestre que el PSOE se financió de manera ilegal (hasta la fecha, considero que el partido actuó de manera correcta, expulsando de sus filas a quienes mancharon su nombre y colaborando plenamente con la justicia aportando toda la información que se le ha requerido). La primera prueba de fuego en el terreno político empieza desde hoy en Extremadura (María Guardiola ha rechazado acudir al debate organizado por RTVE), y ante la lejanía con Junts pero a la vez la imposibilidad de que prospere una moción de censura del PP, todo parece indicar que el campo de batalla de los próximos meses se jugará en las autonomías donde se celebrarán elecciones en 2026 (al menos en Castilla y León y Andalucía) y la labor en Las Cortes quedará en un segundo plano.
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