Sabor agridulce

OPINIÓN

José Tomé, tras anunciar este miércoles que dimite de su cargo como presidente de la Deputación de Lugo.
José Tomé, tras anunciar este miércoles que dimite de su cargo como presidente de la Deputación de Lugo. LAURA LEIRAS

12 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Edmund Burke (considerado el padre del conservadurismo liberal británico) dijo aquello de que «para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada». Esta cita valdría para utilizarse en numerosos ejemplos y, además, para reconocer que hasta en entornos en los que no debería aceptarse a gente con intereses espurios, lamentablemente sus fechorías también son permeables por todos los rincones (incluso en los núcleos duros).

No está siendo nada fácil para las y los socialistas la ingente cantidad de malas noticias que han transcendido desde que empezó el mes de diciembre. Si yo he valorado y aplaudido la contundencia del PSOE frente a los casos de (por ahora, supuesta) corrupción a su alrededor (expulsando de sus filas a todas las personas implicadas, aunque tuvieran un gran poder [como quienes se responsabilizaron de la Secretaría de Organización]), no puedo alabar de la misma manera la gestión de las denuncias de varias compañeras (por ahora, presuntamente) acosadas sexualmente que, por el canal interno establecido, utilizaron el medio correcto para que se les escuchara y se actuase sancionando a los denunciados.

Tengo un sabor agridulce con todos los casos que hemos ido conociendo (en estos momentos, los referidos a José Luis Ábalos, a Koldo García, a Francisco Salazar y a José Tomé). Por una parte, siento vergüenza, asco y mucho cabreo con los señoros que han manchado la imagen del partido (peligra perder toda la credibilidad sin que ni tan siquiera lo contrarreste ser el abanderado de todas las políticas feministas aprobadas en España).

Por otro lado, alabo la valentía y la fuerza con la que numerosas compañeras han manifestado abiertamente su opinión (hay quien injustamente las acusa de promover una campaña contra Pedro Sánchez y que sería preferiblemente limpiar los trapos sucios de puertas adentro) ante la mala tramitación de esta crisis por parte de la Comisión Ejecutiva Federal, tal y como hizo anteayer Ángeles Férriz (portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Parlamento de Andalucía) diciendo que «estoy hasta el moño de puteros y acosadores», o anteriormente la Delegada del Gobierno en Asturias/Asturies, Adriana Lastra, instando al partido a acudir a la Fiscalía.

En un capítulo aparte estaríamos los hombres, porque creo que es justo reconocer que ante esta crisis reputacional ha faltado, sin lugar a dudas, el pronunciamiento de condena y de indignación de muchas voces masculinas (y yo me incluyo, porque este texto es mi primera reflexión en público sobre este tema). No hemos sido lo suficientemente ágiles a la hora de manifestar nuestra solidaridad con las víctimas y darles todo nuestro apoyo a las compañeras afectadas. A veces el machismo está en lo más pequeño y puede pasar más desapercibido porque nuestras costumbres y nuestros hábitos han normalizado una mala conducta que solo se puede corregir a través de la coeducación.

En la última campaña del Ministerio de Igualdad (titulada «por huevos») hay un momento en el que el actor Paco León dice «que si me vuelves a enviar una foto de esa tía te denunci»o. Ese tipo de comentarios tendrían que estar más generalizados entre nosotros, pero hay que reconocer que queda mucho camino que recorrer en la llamada «nueva masculinidad» y en ello el sistema educativo es el principal pilar para lograr cambiar la tendencia.

En todas partes cuecen habas, pero a mí personalmente no me sirve de consuelo que haya otros casos parecidos o peores en otros partidos políticos. Sé que una organización como el PSOE es muy atractiva para quien quiere experimentar la llamada «erótica del poder» (eso jamás se debería traducir en carta blanca o en sentirse impune), pero es esencial que no solamente haya protocolos eficaces a aplicar, sino que también haya una cultura por parte de la militancia de exterminar al máximo las conductas inapropiadas.

El pasado martes se cumplieron cien años del fallecimiento de Pablo Iglesias Posee y no puede ser que su legado en la actualidad se centre esencialmente en que fue el fundador de dos organizaciones tan importantes para España como han sido y son el Partido Socialista y la UGT. Es capital que persista la transmisión de los valores socialistas de generación a generación sabiendo dos cosas: que lo logrado ha sido fruto de un camino muy difícil que ha costado sudor, lágrimas y sangre a muchas mujeres y a muchos hombres que lucharon por nuestra libertad y que en esta etapa actual de regresión y retroceso mundial es primordial fijar unas bases bien firmes y sólidas para proteger los derechos conseguidos, entre otras cosas la igualdad legal (para la real todavía falta años) entre ambos sexos.

Ya hace años en el mundo de la cultura se lanzó el «#MeToo» y se hicieron públicos muchísimos casos de acoso sexual (entre otros el de Plácido Domingo, que tiene previsto actuar en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo/Uviéu el próximo 10 de enero). Lo que quedó patente en aquellas protestas es que el acoso sexual no se quedaba circunscrito a un único sector laboral, sino que sus tentáculos afectaban y afectan a múltiples y variopintos lugares a lo largo y ancho del planeta, y por tanto la política (como cualquier otra actividad humana) no es un espacio libre de machismo, pero no hay que resignarse y seguir trabajando en el objetivo de acabar con ello.