«El carbayón es un referente en la repostería de toda España»

Oriol López
Oriol López REDACCIÓN

OVIEDO

Tomás Mugueta

La pastelería ovetense Camilo de Blas revisa su pasado y echa la mirada al futuro poco tiempo después de cumplir su 100º aniversario

06 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay algunos lugares que no necesitan presentación, y en Asturias existen unos cuantos. En el elenco de espacios que se han ganado ese reconocimiento en la región se encuentra la pastelería Camilo de Blas, un centenario negocio -casi bicentenario si nos remontamos a la casa madre, fundada en León, en el año 1827- situado en el número 7 de la calle Jovellanos de Oviedo. Ha endulzado la infancia, juventud y madurez de miles de asturianos además de crear el dulce más representativo de Oviedo: el carbayón. Después de celebrar su centésimo aniversario, en el año 2014, el establecimiento sigue defendiendo unos valores tradicionales pero no por ello quita la vista del futuro. Así lo afirma José Juan de Blas Mut, nieto del fundador y actual dueño del negocio. «Para mí es algo importantísimo estar al frente, es como coger el relevo en una carrera en la que vas en la mejor posición. Igualmente no vale decir ya tengo nombre, qué más da. Eso hay que mantenerlo, porque si no te comen los demás», explica.

Para José Juan de Blas, de cara al futuro, no quiere forzar las situaciones pero cree que algo como Camilo de Blas no puede desaparecer. Confía en que una de sus hijas o nietos sean los continuadores. Para el confitero y muchos ovetenses ya no es solo un negocio, sino parte de la historia de Oviedo. «Lo lleva la gente en el corazón y no pueden permitir que desaparezca. Es el dulce que ha estado en sus recuerdos de niño y lo tienen muy metido dentro. A un niño no le puedes quitar algo que significa tanto en su vida», desarrolla.

Sus productos más famosos

Entre sus productos con mayor fama, su buque insignia es el carbayón, creado en 1924. «Es un referente de la repostería en toda España. Todo el mundo viene a por su carbayón en este entorno tan maravilloso», cuenta el dueño, refiriéndose al local decorado al estilo de principios del s.XX. A veces viene gente que le pregunta si tiene carbayones pequeños. «Eso es como preguntar si tiene Ferraris pequeños. El carbayón es el carbayón. Les enseño la bandeja y les digo estos son, los comemos de dos en dos», comenta con humor.

No solo del pastel vive Camilo de Blas. El mismo año que nació el carbayón también se creó la duquesita, una yema con almendras bañada en azúcar que fue imitada posteriormente por otros reposteros y bautizada como princesita, adquiriendo mucha fama. «Cuando levantas el dedo y dices es mía te dicen ande, cállese hombre pero realmente es así. Ahora igual lo de duquesitas quedó desfasado, les pones Princesitas de Asturias y vienen que ni pintado, ¿eh?», dice entre risas. En el mercado exterior tienen un gran éxito ya que son más fáciles de transportar que el carbayón y la gente es «menos bestia» comiendo. La nuez glaseada, una creación de su padre en los años 50 a partir de turrón de almendra marcona pero con nueces asturianas, también tiene mucha demanda. Antes lo hacían solo en Navidad, pero ante la gran demanda decidió lanzarlo todo el año. «La humildad mal entendida es un suicidio, si vale la pena venderlo hay que darle el bombo que se merece. La Red de Juderías Europea incluyó a la nuez glaseada en sus recomendaciones y creo que esa gente sabe algo sobre el tema», añade.

Las bizcotelas, los esponjados o los dulces sin gluten, son algunos de los productos que también demandan los clientes. Entre estos últimos destacan los joeles, una creación reciente que surgió a partir de la petición personal de un niño celíaco de 7 años al propio José Juan. «Se acercó a mí con una seguridad que me convenció. Le preparé varios dulces diferentes y bauticé con su nombre, Joel, al que más le gustó. Cuando le dije que ya habían salido los joeles alucinaba, puso una cara como si le hubiera tocado la Lotería», relata con cariño el confitero. 

La línea de Camilo de Blas

La pastelería tiene una línea muy marcada, que se basa en los productos naturales, una calidad-precio razonable y la atención al cliente. «Mi abuelo, que era un hombre muy firme y muy duro, cuando venían a ofrecerle margarinas u otro tipo de grasas les decía haga usted el favor de coger la puerta y salir de aquí. Tenía muy claro que esa era la política», declara, añadiendo que «cómo va a venir él a intentar cambiar eso».

Respecto a la relación calidad-precio, opina que ahora hay una gran tentación de querer sacarle margen a todo, hasta a los productos de primera necesidad. «No tengo ese concepto de sacarle tanto provecho. Es cerrar a la gente la posibilidad de acceder tu producto, como pasa con algunos vinos, los cuales se cobran un 500% por encima de su precio de venta en las tiendas”, expone. El dueño de Camilo de Blas cree que las pequeñas cosas que parece que no tienen importancia son las que configuran un negocio como el suyo. «El trato personal con la gente, el seguimiento de los productos y de que llegan a casa… Esas cosas son las que dan confianza y tranquilidad a los clientes. Llegas a ellos y cuando vienen a comprar necesitan contarte otras cosas que les han pasado por el camino. Sin darte cuenta formas parte de la familia. Hoy en día está todo muy deshumanizado», asegura.

Perfil del cliente y proyección internacional

El perfil del comprador de Camilo de Blas es el de cliente local «de toda la vida», aunque ello no ha estado reñido con que el negocio también tenga cierta proyección internacional o llegar a las nueva generaciones. «En primer lugar está la gente de siempre, que quiere un producto de calidad. Se ha perdido la valoración, como la que tenían las abuelas. Hasta hace no mucho había una idea de que aquí solo compraban los dinosaurios, los abuelos y poco más», expone de Blas. Eso cambió cuando abrieron la tienda en el Calatrava y su sorpresa fue que vendían mucho más que en la tienda original. ¿Por qué? Consiguieron acercarse a la gente joven porque «pasaron a ser una marca». «Muchos jóvenes no sabían qué era Camilo de Blas. Conseguimos un montón de publico antes nos asociaba con algo antiguo. Uno no puede estar en su pedestal sino que ha de abrirse a otros mercados», explica.

Por otro lado, han conseguido también una proyección internacional a la que ayudó en gran medida la aparición del local en la película de Woody Allen Vicky, Cristina, Barcelona. Hace unos años la actriz estadounidense Gwyneth Paltrow recorrió España, junto al chef Mario Batali y el critico gastronomico Mark Bittman, para dar a conocer lo mejor de la gastronomía y la cultura del país, rodando Spain on the road again. Camilo de Blas recibió su visita para mostrar el proceso de elaboración de los carbayones. Por último, respecto a ventas, les han hecho pedido de todo el mundo. «Sitios como Brasil, México, Vietnam… Pero hemos dejado de atender esos pedidos porque no podemos garantizar de que el producto llegue en condiciones. A Europa sí que mandamos habitualmente sin ningún tipo de problema", concluye el empresario.