«A Imram le lanzaron contra la pared y limpiaron la escena del crimen»

Pilar Campo OVIEDO

OVIEDO

Juicio por el asesinato de Imran, el niño que apareció muerto en una maleta.Juicio por el asesinato de Imran, el niño que apareció muerto en una maleta
Juicio por el asesinato de Imran, el niño que apareció muerto en una maleta J.L.Cereijido

Los acusados del asesinato permanecen impasibles ante descarnada descripción de agresión realizada por los policías. Sostienen que la muerte del bebé de 20 meses «no fue instantánea y sufrió un dolor inmenso e insoportable»

21 feb 2017 . Actualizado a las 18:42 h.

Impasibles y sin gesticular lo más mínimo. Así permanecieron David F. y Fadila Ch. durante el escalofriante relato que los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía expusieron ante el tribunal del jurado sobre la brutal agresión y las irreversibles lesiones que sufrió el bebé Imram, de tan solo 20 meses, en la vivienda de alquiler que compartían en la calle Vázquez de Mella de Oviedo, antes de que su cadáver fuera encontrado en una maleta oculta entre la maleza en los márgenes de la vía férrea de Feve en el barrio de La Argañosa, en noviembre de 2014.

Para evitar situaciones de tensión como las vividas la víspera, cuando la acusada se abalanzó contra su antiguo compañero sentimental, entre gritos de «es todo mentira. Asesino, tú mataste a mi hijo» y tuvo que ser desalojada de la sala por los agentes que le custodiaban casi en volandas, en la jornada de hoy ambos procesados fueron separados y siguieron el desarrollo de la prueba testifical a distancia el uno del otro. Si inicialmente ambos mantuvieron una línea argumental en sus declaraciones coincidente, actualmente ya sólo comparten la misma petición de condena de las acusaciones pública y particular: 33 años y 5 meses de prisión.

Una manipulación para ocultar pruebas

Los dos imputados por el crimen apenas se movieron de sus sillas en las cinco horas de sesión matutina donde, uno a uno, todos los testigos fueron describiendo, de forma muy gráfica, cómo el pequeño sufrió toda una cadena de palizas de las que la autopsia refleja la contundencia y la agresividad de la que fue víctima y cómo posteriormente su cuerpo fue limpiado «sufriendo una manipulación para ocultar pruebas». Una muestra de la violencia ejercitada sobre el bebé quedó puesta de manifiesto cuando, en sus declaraciones, los policías explicaron que el pequeño había sido «lanzado contra la pared» como si fuera un objeto.

Imram llevaba sufriendo episodios de maltrato anteriores a noviembre de 2014. Los policías aseguraron que era «indudable» que las fracturas que presentaba a causa de las agresiones le provocaban un dolor  «inmenso e insoportable» que, unidas a unas quemaduras causadas por los paños calientes que presuntamente le habría colocado el acusado, aconsejaría acudir de inmediato a un servicio de Urgencias de un centro hospitalario; circunstancia que no sólo no se registró para impedir un mal mayor, sino que incluso se eludió pese a tratarse de un bebé sin posibilidades de defensa alguna. El inspector-jefe del grupo de Inspecciones Oculares de la Policía Científica resaltó cómo la autopsia desveló que  el menor presentaba «fracturas craneales, órganos estallados, fracturas de costillas, un fémur separado tres centímetros que supone un dolor inmenso y una quemadura en fase de cicatrización que causa un dolor insoportable. Su  muerte no fue instantánea», aseveró.

Sangre en la habitación y en el salón

Una violencia que se transformaba en meticulosidad y cuidado a la hora de «manipular» la escena del crimen para tratar de borrar posibles rastros de lo sucedido. Especial cuidado habrían mostrado, según los testigos policiales, en limpiar toda la sangre que había quedado en la habitación del niño y en el salón. «El niño muere por una brutal agresión, existía un maltrato anterior muy grave y sufrió padecimientos durante mucho tiempo. Lo que es una escena manipulada para que un tercero que entrara ahí no lo viera. Había sangre en interruptores, en una mesita en laterales de la cama que había chorreado, pero no en el suelo que había sido limpiada». En el salón quedaban «salpicaduras por la paredes que denotan golpes muy violentos, un impacto directo del niño contra esa pared. Pocas veces se ven agresiones de este tipo», ilustró el inspector-jefe, que reconoció estar impresionado por esta actuación. «He visto saltar las lágrimas a compañeros que jamás he visto en 20 años».

Una limpieza que se extendió al cadáver del bebe. «El niño no presenta sangre, ni tampoco la chilaba con la que estaba vestido». A los policías que intervinieron les llamó la atención lo bien envuelto que estaba el cuerpo: «como si estuviera embalado, con sucesivos pliegues, como amortajado con una chilaba» dentro de una maleta oculta en una zona de espinos, entre los matorrales.

El testigo H.C.V. estaba limpiando la maleza, alta y espesa, en los márgenes de la vía férrea de Feve en La Argañosa cuando encontró la maleta. Le llamó la atención porque era bastante nueva y decidió abrirla. «Vi que había mantas y seguí trabajando. Luego la moví y asomó el pie de un bebé». Se da la circunstancia de que esa zona concreta llevaba diez años sin segar, por lo que el operario admitió que si no llega a segar en esa zona concreta, la maleta con el cadáver de Imram jamás se hubiera encontrado. «No era una zona visible, ni accesible», comentó.

Los gritos y llantos en la casa

Las declaraciones de los testigos eran seguidas atentamente por los miembros del jurado. Las manifestaciones de los policías que intervinieron eran coincidentes en que los dos acusados, que ahora ni se dirigen la palabra, ni la mirada, en el momento de la detención habían elaborado una estrategia común, con una línea argumental dirigida a la autoinculpación de David F. como principal autor material, hasta el extremo de que «llegó a enumerar cómo se sucedieron los pasos para la agresión. Es exhaustivo y lo detalla» y la exoneración de Fadila Ch. Sin embargo, uno de los policías aseguró que si bien ambos cayeron en contradicciones al ofrecer su versión de lo ocurrido, no era menos cierto que la mujer al menos «debería ser conocedora del brutal suceso. Fadila forzosamente tenía que haber visto que en la habitación había ocurrido un hecho violento. Había sangre en el colchón y las paredes cuando menos debería haber sospechado que algo había ocurrido y no lo hizo».

Los policías que se personaron en la vivienda, unos días antes de ser descubierto el cadáver del bebé, alertados por llamadas de vecinos del inmueble ante los gritos que decían proceder de su interior aseguraron que la pareja justificó sus voces en las relaciones sexuales que mantenían; extremo que el propio David F. había corroborado en la primera sesión de la vista oral. Ninguno de los agentes había apreciado signos de que la mujer pudiera ser víctima de violencia de género.