Comercio variado, variopinto, de calidad

Belén Suárez Prieto OVIEDO

OVIEDO

Mercado del Fontán
Mercado del Fontán Rute Golán

El centro de la ciudad  no es un lugar vacío y desolado, sin actividad económica. Existen pequeños y variados negocios que pelean por salir adelante y asentarse

22 may 2017 . Actualizado a las 12:45 h.

Hay una idea bastante extendida que dice que en el Oviedo Antiguo no hay comercio y, por tanto, no hay la vida que da el comercio. Sin duda, hay calles menos comerciales y otras nada, fundamentalmente por el estado en que se encuentran sus edificios, muchos en ruinas.

Quizá no sea tanto una idea como una idea repetida sin análisis y sin crítica. Quién no sabe que en el mercado del Fontán, en el de los puestos del interior del edificio y en el de los puestos que se ponen fuera a diario, además de los del día de mercado, el jueves, y del sábado por la mañana, obviamente, están su propia actividad comercial y la que genera alrededor y que en los locales de la plaza y alrededores se alojan pequeños y variados comercios. Pequeños en tamaño, que no en calidad.

Está la calle Magdalena, que formó y forma eje comercial con la calle Cimadevilla, unidas por la plaza del Ayuntamiento; y un eje de librerías, que va del principio de la calle del Peso hasta la calle Ramón y Cajal, pasando por la plaza de Riego. También hay comercio en la calle Jesús y en la calle San Antonio y en la calle de La Rúa, precioso nombre en su redundancia, y en la plaza de Porlier y en la calle San Juan y en la calle del Águila, se abre estos días un estudio de diseño en la calle Paraíso, hay comercio en Jovellanos y en los Postigos. También en la aledaña Padre Suárez. Y en Marqués de Gastañaga. Y en la calle Mon. Y en la calle San Francisco. Y en la calle San Vicente. Y la tienda de reparación y venta de pequeños electrodomésticos en la calle San José. Y en la plaza del Sol. Y en la del Ayuntamiento. Y en Oscura.

Hay comercio de toda la vida y otro más reciente, que pelea por salir adelante y asentarse. Hay comercio variado, tenemos tiendas de ultramarinos («ultramarinos», hermosa palabra reminiscente), librerías, de animales, floristerías, estancos, quioscos, administraciones de loterías, tiendas de ropa, de ropa infantil y cochecitos para las criaturas, zapaterías, sombrererías, estudios de fotografía, tiendas de bicis, también las reparan, negocios de estética y peluquerías, de complementos, de objetos litúrgicos, joyerías y lencerías, papelerías, imprentas y sitios donde tatuarse, tiendas de chucherías y donde comprar lo necesario para sujetar y adornar el cabello, farmacias, panaderías y pastelerías, colchonerías.

Ojalá hubiera una tienda de discos, la hubo, pero se trasladó a otro barrio. Ojalá hubiera una tienda de discos, donde escuchar en un vinilo, mientras se revuelve en las cajas con los álbumes, a Chet Baker y a Ruth Young cantar «Whatever Possessed Me». O a Natalie Merchant cantar «But Not for Me».

Por eso sí hay comercio, que busca salir adelante, muchas veces apoyado en propuestas imaginativas para atraer clientela y consolidarse y para dar más calidad en la venta, con propuestas en los escaparates y en las fachadas, con concursos y actividades. Con trabas, a veces, administrativas, a veces, de algún sector vecinal, para llevarlas a cabo.

Que nos gustaría que alguna calle pudiera ser rehabilitada, con la intervención en la ruina y con el arreglo del adoquinado, sí, y cuyos locales pudieran ser ocupados por ese comercio coqueto, cuidado y cercano que nos gusta, sí. Pero que hay comercio y que el Oviedo Antiguo no es lugar vacío y desolado, sin actividad económica, salvo la de los bares de copas, también.

Imagino una tienda de discos, la hubo, pero se trasladó a otro lugar, donde escuchar, mientras se revuelve en las cajas con álbumes, el Mermaid Avenue, “Birds and Ships”, otra vez aquí con Natalie Merchant.  

Donde escuchar a Chet Baker, que no anda muy lejos, cantar «I Fall in Love Too Easily».