Antimonárquicos y unionistas, enfrentados en Oviedo por un futuro en discordia

N.M. REDACCIÓN

OVIEDO

Las manifestaciones a favor y en contra del premio de la Concordia a la UE y de la monarquía se concentraron frente al Teatro Campoamor para llenar el ambiente de consignas en defensa de unos ideales contrapuestos

24 oct 2017 . Actualizado a las 12:58 h.

Los Premios Princesa de Asturias de este año no han escapado de los ánimos que reinan en cada rincón de España. La tarde de este viernes de octubre ha sacado a la calle dos ideales contrapuestos: el rechazo a la monarquía y la pasión por ella.

Las Marchas de la Dignidad se reunían en la Plaza de la Escandalera a las 17.00 horas con banderas republicanas, asturianas y comunistas, donde diferentes asociaciones gritaban al unísono «vergüenza»; mientras que a unos escasos 20 metros los unionistas alzaban sus banderas de España con orgullo y fervor al grito de «viva el rey».

La diferencia entre unos y otros no solo residía en los ideales, sino también en el número de personas que apoyaban cada causa. Mientras que centenares de antimonárquicos de Asturias y de diferentes partes de España, como Bilbao y Galicia, desplegando grandes pancartas que expresaban un férreo rechazo a la corona y a la Unión Europea (Premio Princesa de Asturias de la Concordía), decenas de unionistas se reunían con pequeños carteles que exclamaban «no estamos solos», «viva el rey» o «fuera Puigdemont». 

«Viva la lucha de la clase obrera»

La manifestación convocada por las Marchas de la Dignidad llegó a la Escandalera con aplausos de los que ya estaban esperando antes de la hora prevista. Sin tiempo para descansar, empezaron a difundir su mensaje: «Viva la lucha de la clase obrera», «libertad, libertad, detenidos por luchar». Sin importar la edad, jóvenes, adultos y mayores veían crecer su indignación ante «la Europa de las alambradas», como comentaban algunos, que «no merece un premio, sino repulsa y rechazo».

Desde Bilbao, miembros de la asociación Ongi Etorri Errefuxiatuak (bienvenidos refugiados), sostenían que han venido a protestar por un premio que nos parece escandaloso, cuando es condenable que a refugiados e inmigrantes se les trate como si no fueran personas. Nos merece la pena hacer el viaje porque aquí están representantes de la Unión Europea para recibir un premio que no se merece. Cuentan con todo nuestro desprecio».

A la llegada de los primeros coches oficiales que transportaban a los premiados, los pitidos, caceroladas y gritos de «fuera» se mezclaban con la música de las gaitas. El espíritu asturiano también se dejó ver en consignas como «Asturias no se vende, Asturias se defiende» o «fuera de Asturias los Borbones».

A la llegada de los reyes, los aplausos de la población que les esperaba detrás de las vallas se mezclaban con aún más pitidos y puños en alto. Fue entonces cuando algunos miembros de la Policía Nacional formaron en línea frente a los manifestantes (siempre detrás de la valla) a lo que estos respondieron, haciendo un guiño a hechos pasados: «A por ellos, oe».

«¿España? Sí, siempre»

A unos 20 metros de los antimonárquicos, decenas de españolistas se reunían con los ánimos algo más apagados. El número de asistentes pudo influir en su entusiasmo, pero aún así, se pudo escuchar el himno de España y referencias a la manifestación opuesta al grito de «piojosos», «viva España», «viva el rey», «viva la Policía Nacional», «viva la Guardia Civil» o «Puigdemont a prisión».

Desde este lado los pitidos de los contrarios se seguían escuchando, pero conforme se acercaba la llegada de los reyes más banderas se sumaban a la causa para mostrarles su apoyo.

Una jornada con dos tendencias contrarias que no tuvo percances salvo uno anecdótico, cuando dos mujeres que portaban la bandera de España a sus espaldas, junto a dos paraguas con la bandera, se equivocaron de lugar y acabaron por introducirse en la manifestación de las Marchas de la Dignidad. La tensión aumentó cuando todo el mundo empezó a mirarlas y una persona le arrebató el paraguas a una de ellas. Fue entonces cuando la policía tuvo que intervenir para sacarlas, de manera pacífica, del lugar y reorientarlas en la otra dirección. 

Cuando ya se estaba produciendo la dispersión de todos los asistentes, un joven de la concentración de la Escandalera intentó salir atravesando una de las vallas que cercaban el espacio. Los policías le advirtieron que no debía salir por ahí pero siguió intentándolo, por lo que un miembro de los cuerpos de seguridad se lo llevó detenido. Pocos minutos después comunicaban que ya estaba suelto. Mientras, las Marchas de la Dignidad siguieron su concentración con charlas y puestas en común.