Los más azules entre los azules

Isidro Muñoz REDACCIÓN

OVIEDO

Peña Manolín del Real Oviedo
Peña Manolín del Real Oviedo

La Peña Manolín, la más antigua de las que apoyan al Real Oviedo en la ciudad, roza los 40 años de emociones y disgustos con los vaivenes del equipo. Lo han seguido a los campos más glamurosos de Primera y a barrizales sin gloria en Segunda B

25 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El centro de mando está en la cafetería Canary's, a unos pocos pasos de la parroquia de La Tenderina según se baja por la avenida de Torrelavega. Las operaciones, sin embargo, se desplazan allá donde lo requiera el calendario del Real Oviedo. Desde 1980, los socios de la Peña Manolín, la más antigua de las que apoyan al club en la ciudad, se han emocionado, alegrado y entristecido con los vaivenes del equipo de fútbol, al que han seguido por toda España tanto en las épocas gloriosas con visitas a los campos más opulentos de la Primera División como en la desangelada peregrinación por la Segunda B o por los campos humildes de Asturias en los tiempos oscuros de la Tercera. Francisco Tresguerres, el tesorero de la directiva actual, lleva en el móvil, escaneada como prueba de su continuada fe oviedista, una foto con Julio Marigil que se hizo de niño, se acuerda de todo porque lo vivió desde el principio y ejerce de conciencia entre los más azules de los azules.

Anochece un martes gris, se juega una semifinal de la Champions y en la tele del Canary's canta Anfield para recibir al Liverpool. Más ambiente de fútbol no se puede pedir como fondo para una conversación sobre lo que significa ser un seguidor entregado a un equipo. Para María Alonso Díaz-Caneja, la secretaria de la peña, todo se reduce al disfrute de un partido en Astorga, jugado sobre un campo en el que el barro no dejaba ver el césped y durante el que se colocó a los espectadores sobre palés para que no hundieran en el lodazal. Ahora que el Real Oviedo acaricia la idea volver a Primera y cerrar el ciclo sombrío de su caída a los sótanos del fútbol, aquellos viajes a ciudades sin tradición en el mundo del balón se agigantan como episodios de una leyenda. Jorge Sánchez Banciella, el presidente, recuerda muchos de esos viajes. Cuenca, Ávila, Corujo. «Nos gustó más la Tercera. A la UEFA se apuntó todo el mundo», concluyen ahora los tres directivos.

Manolín es peña cultural y recreativa, lo que significa que no solo atiende al fútbol, aunque esa sea su razón de ser. No lleva el nombre de ninguno de los jugadores que han pasado al panteón de los más ilustres del Real Oviedo, pero a cambio escogió como bandera a quien en 1980 era un joven del barrio que se había abierto camino hacia uno de los puestos en el centro del campo del equipo que intentaba volver a Primera después del último descenso de los años 70. La vinculación con La Tenderina es uno de los elementos que mantienen unida a la peña y a Manolín, hoy sexagenario, aún es posible cruzárselo por la calle. Su origen, sin embargo, se planeó más cerca del centro urbano. La idea de la fundación y los primeros pasos de la nueva sociedad se dieron en la calle de La Lila. En el desaparecido mesón Manchego estuvo la sede hasta 1982.

Desde entonces, ha habido un traslado y miles de kilómetros en viajes. A medida que los socios se hacían mayores, el fútbol se transformó una excusa para el turismo y los desplazamientos se han convertido en ocasiones en semanas enteras de vacaciones que incluían la asistencia al partido. Pero el nexo siempre ha sido el Real Oviedo, tanto cuando la peña contaba 330 socios como ahora, que solo suma 80. Otros grupos de aficionados concentran a los más jóvenes, pero en La Tenderina aún hay dos citas anuales inamovibles: la entrega anual del bollu preñau, la botella de vino y el carbayón y el día de convivencia con excursión a Covadonga y comida para todos. Si todo se resuelve a gusto de la directiva y el fútbol es propicio, tal vez en el 2018 se añada un tercer festivo: una espicha para celebrar el ascenso y la reentrada del Real Oviedo entre los 20 mejores equipos de España.