La generación oculta de la rítmica

OVIEDO

Club de gimnasia rítmica Omega de Oviedo
Club de gimnasia rítmica Omega de Oviedo Tomás Mugueta

Las 80 niñas y adolescentes que se entrenan con el club Omega dan testimonio de la salud de la gimnasia en Oviedo. Logran éxitos nacionales sin un patrocinador detrás

28 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las vacaciones no existen en la gimnasia rítmica. Ni para las atletas que se entrenan con vistas a mundiales o juegos olímpicos ni para el grupo de niñas y adolescentes de la Asociación Deportiva Omega, que también tienen cerca sus propios retos y no pueden darse el gusto de quedarse paradas más de dos semanas seguidas. No existió un verano ocioso en la atmósfera bochornosa del Palacio de los Deportes porque el otoño se anunciaba cargado de competiciones. «Este es un deporte que nos enseña a ser muy disciplinadas, a organizar bien el tiempo cuando hay que entrenar tres horas al día y hacer después más cosas. Tenemos muy buenas estudiantes, chicas responsables y autónomas. Aquí se aprende que sin esfuerzo no hay recompensa», dice la entrenadora Camino Mateos para resumir los valores de su deporte. Con Natalia Onopko y Eugenia Onopko, forma el trío de preparadoras que se encarga de adiestrar a sus atletas en la técnica y los valores.

La rítmica no es una disciplina de masas, pero atraviesa un momento expansivo en Oviedo. Además del Omega, funcionan otros dos clubes en La Corredoria y Otero. Llegan a los locales de entrenamiento nuevas promociones de niñas interesadas en aprender y Mateos cree que esa atención renovada tiene que ver con el éxito de la selección española en los Juegos de Río, hace ya dos años. La ampliación de la base, sin embargo, no ha arreglado los problemas de financiación que comparte con otros deportes modestos y alejados casi todo el tiempo de la mirada de los medios de comunicación. El Omega vive de las cuotas que pagan las familias de sus gimnastas y de las subvenciones públicas que llegan del Ayuntamiento y el Principado. Los patrocinadores son algo así como unicornios: criaturas legendarias de las que se oye hablar y que, si existieran, podrían hacer magia. Pero no existen, salvo la liga que ha montado Iberdrola, la única gran compañía que ha unido su nombre al deporte femenino en España. En su segunda participación en esa cita, han acabado octavas.

El Omega cumple su parte para ganar apoyos. Fundado en el 2003, en los últimos años se ha convertido en el club asturiano más exitoso en los campeonatos nacionales de todas las categorías. Siempre vuelve con algún logro. Este año ha dado cuatro campeonas de Asturias, ha enviado a cinco representantes a las competiciones individuales españolas y ha conseguido un subcampeonato. Una de sus gimnastas, con doble nacionalidad española y argentina, participa en torneos internacionales con el país sudamericano y este otoño acudirá a los Juegos Panamericanos.

Pero, a pesar de esos papeles brillantes y de que los informativos de la televisión y las páginas de los periódicos se han pasado el verano cantando el auge imparable del deporte femenino en España, aún es excepcional que alguien se interese por ellas. Pocos han tomado nota de que acaba de celebrarse la Princess Cup, la competición internacional que el club organiza en Oviedo, o de su éxito, conseguido también este noviembre, en la Copa Nacional de Base celebrada en Murcia, donde su gimnasta Lidia Cases, bronce en la categoría cadete, logró la única medalla para Asturias.

Hacia finales del año, con la Princess Cup, el torneo internacional del que Omega es anfitrión en Oviedo, que acaba de celebrarse en la ciudad, y con el despliegue de la Feria del Deporte llegan los momentos con mayor atención y visibilidad. No se atiende, sin embargo, a sus viajes internacionales a otras competiciones. En el 2017, las gimnastas mostraron su talento en Alemania, Portugal y Grecia. Para lucirse en casa en noviembre trabaja en julio este grupo. «Tenemos chicas autónomas. Pero saben apreciar el compañerismo y el apoyo. En los viajes, yo soy su entrenadora, no su madre, y nunca hay problemas», resume Mateos, que ha dedicado más tiempo en su vida a la rítmica que a cualquier otra cosa que pueda recordar, salvo la familia. Es una de las guardianas de la llama en Oviedo.