¿Qué solución debe buscarse al exceso de palomas?

LVA

OVIEDO

Paloma en pleno vuelo
Paloma en pleno vuelo E.P.

Eva Rodríguez, de Adoptastur, y Juan García, presidente de la Asociación de Vecinos del Oviedo Antiguo, muestran sus puntos de vista sobre la forma de abordar esta problemática

02 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuestión del exceso de palomas en Oviedo es un tema controversial, atendiendo a la divesidad de puntos de vista sobre un tema de boga en la capital del Principado. Eva Rodríguez, de Adoptastur, y Juan García, de la Asociación de Vecinos del Oviedo Antiguo, opinan sobre qué solución debería plantearse a esta problemática.

LAS PALOMAS

Eva Rodríguez

La Paloma, en singular, nos traslada a vermú de solera y gambas a la gabardina. Las Palomas, en plural, nos trasladan a una rotonda de Teatinos y las Palomas, en bandada, nos trasladan a una problemática municipal con controversia vecinal.

La paloma, esa ave con su gran sentido de orientación, símbolo de paz para la mayoría de culturas y en la religión cristiana símbolo del espíritu santo y representación del mismísimo Díos. Se han llegado a adaptar a diferentes tipos de climas y existen alrededor de trescientas especies en todo el mundo, viven en el campo y en la ciudad, y conviviendo con nosotros en las áreas urbanas se han encontrado con las mejores condiciones para que su población vaya en aumento. Por ello la mayoría de los edificios tienen en sus cornisas pinchos para que las aves no se posen y son utilizados métodos de exterminio para el control de población, métodos demostrados ineficaces.

Las palomas en el campo pueden empollar tres o cuatro veces al año debido a la dificultad de poder encontrar alimento, a diferencia de las palomas que viven en la ciudad que pueden conseguirlo en cualquier lugar. La esperanza de vida de una paloma es de 15 años, pero sólo para aquellas que viven en cautiverio, por el contrario las palomas urbanas que se encuentran en libertad en los parques y terrazas de nuestras ciudades no llegan a alcanzar los 6 años de edad.

Es obvio que la presencia de un elevado número de palomas en determinadas zonas puede convertirse en un problema para cualquier municipio. Pero no es menos obvio que no hay un método de control de la población de palomas más beneficioso, eficaz y económicamente sostenible (y sin ser contrario a las leyes de protección animal) como el que ofrece el uso de piensos esterilizantes, siendo capaz de reducir de forma considerable la población de palomas sin necesidad de causarles ningún dolor ni efecto perjudicial en su salud. La actuación pasa por alimentar a los animales con un pienso esterilizante (nicarbazina) que inhibe su capacidad reproductora y evita que el número de palomas se descontrole, obteniendo una reducción progresiva de la población. En cambio, con los sistemas de captura y exterminio lo único que se consigue es una reducción temporal de los individuos, ya que en el momento que se deja de capturar, vuelve a aumentar la población porque han quedado más recursos al alcance de las palomas que no se han capturado y se pueden reproducir más rápido y con mejores condiciones.

En los lugares donde ya se utilizan piensos esterilizantes, se ha demostrado que en un periodo de cuatro o cinco años la población de palomas de un municipio se reduce en un 80%. Por eso, si las palomas, con sus sistemas de orientación, nos pudieran guiar y determinar la mejor dirección para controlar su población, el camino a seguir siempre sería la esterilización.

LA CATEDRAL Y LAS PALOMAS

Juan García

Desde los textos bíblicos hasta nuestros días la paloma es un animal que goza de las simpatías populares pues se trata de un fuerte simbolismo que hasta se ha inmortalizado en la música popular, de la que es especial mensajera. De ahí que, como especie, goce de una especial protección socionatural que la hace inmune a la mayoría de las acciones represivas, particulares o colectivas.

Pero, precisamente, esta posición afectuosa es la que le ha puesto en el trance de la destrucción ya que, sin ser especialmente prolífica, esta especial sobreprotección ha dado como resultado que su número, por lo elevado, se haya convertido en un grave problema, ya que, como todo ser vivo, tiene un ritmo biológico que se traduce en ciclos muy concretos y de ejecución muy rápida entre los procesos de alimentación y su aprovechamiento, lo que significa una eliminación de residuos que, traducidos a una masa de individuos muy elevada, representa, no solo una molestia, si no que una fuente de posibles brotes epidémicos extremadamente perniciosos para el conjunto de la salud pública.

Pero a esto, de por sí grave, hay que añadir el hecho de que la química que conforma esos mencionados residuos es un elemento altamente corrosivo por su elevada acidez que llega a desgastar, incluso, la piedra, además de resultar un elemento visual muy desagradable. Todo ello hace que un animal, en principio agradable al contacto humano, se convierta en un proscrito al que hay que combatir en defensa propia.

Y esto es lo que ha sucedido en los últimos años en el Casco Antiguo de Oviedo, en el que una excesiva concentración de estas aves movió al rechazo popular y, en consecuencia, al estudio de los expertos en el modo de regular su presencia, en los cielos y en los suelos, de esta zona urbana en la que, además de dañar seriamente elementos históricos ornamentales de la Catedral, se convertían en una molestia muy considerable en el ámbito doméstico, ya que su perfecta simbiosis con los humanos, hizo desaparecer el, en principio, lógico temor hacia estos que procuraban su convivencia en perfecta armonía, lo que significaba ausencia total de sensación de peligro o daño.

De ahí que se promoviera un sistema regulador, mediante el cual esta convivencia pueda ser mantenida con provecho de ambos, manteniendo una colonia limitada que consiga la satisfacción afectiva generada, en el Génesis, del encuentro entre las dos especies, sin provocar insatisfacción en ninguna de ellas. Y así estamos en el Antiguo; disponemos de las palomas suficientes como para parecer civilizados, pero no para que nos ocasionen molestias que van más allá de lo tolerable.