De Centro Comercial de vanguardia a cementerio: las claves del declive del Calatrava

Claudia Granda OVIEDO

OVIEDO

Palacio de Congresos de Oviedo, obra de Santiago Calatrava
Palacio de Congresos de Oviedo, obra de Santiago Calatrava

La inauguración del edificio el 4 de marzo de 2008 fue el punto álgido de su recorrido, marcado por un continuo cambio en la gerencia y una fuga paulatina de negocios

18 feb 2019 . Actualizado a las 14:27 h.

Se intuía su llegada pero nadie esperaba que se hiciese realidad. La fecha definitiva del cierre del Centro Comercial Modoo (Calatrava) ha caído como un jarro de agua fría sobre la sociedad ovetense pero, sobre todo, sobre sus empleados. Once años han pasado ya desde que el 4 de marzo de 2008 el centro abría sus puertas bajo el nombre de Espacio Buenavista. El entonces alcalde de la ciudad, Gabino de Lorenzo, definía la obra del arquitecto Calatrava como el «referente de Oviedo y de Asturias». Ahora, casi vacío, sus 40.000 metros cuadrados esperan, agonizantes, el cierre definitivo el próximo 31 de marzo.

El pistoletazo de salida lo dio bajo la gerencia de Multi Development pero ha pasado por varias manos más. En la lista se encuentran Auxideico, CBRE Global Investors, JLL y Alpha Real Capital. Ahora, el final de una mediocre trayectoria como espacio de ocio de vanguardia finaliza bajo las órdenes de Estabona Management.

El 2008 supuso para España el estallido de una gran crisis económica que salpicó en gran medida a Asturias y también a Oviedo. La inauguración del centro comercial en aquel año supuso un ambicioso proyecto para la ciudad que, tal y como se encontraba en el inicio de la crisis supuso una falta de adecuación a la realidad económica del momento. Aquellos que trabajaron allí destacan la falta de flexibilidad en la adaptación de las condiciones para establecer unas rentas asumibles. Factor que también propició la fuga de locales. Tampoco lo tuvieron fácil las decenas de emprendedores que en su momento se acercaron al centro para abrir sus propios negocios. La gerencia del centro no les facilitó la gestión, impidiendo la creación de nuevos comercios.

La diferencia de intereses entre los gestores y los trabajadores del centro también fue decisiva. Para sus propietarios, el Centro Comercial supuso en todo momento un activo más en su cartera. La rentabilidad del espacio siempre fue cuidada por los cientos de trabajadores que le daban vida cada día. Así lo asegura su personal, insistiendo en que han sido los empleados los más implicados en que el negocio funcione correctamente. Esfuerzos que de poco han valido dado que, tal y como se ha sabido hasta ahora, los que aún resisten en este último aliento del centro han vivido meses de interminable incertidumbre con respecto a su futuro y sus puestos de trabajo.

La moderna estructura diseñada por Santiago Calatrava no fue algo a lo que los ovetenses se acostumbrasen rápidamente. Primero, por su moderno diseño insertado entre edificios de las épocas de los 60 y 70. Segundo, su plano laberíntico. La distribución física del edificio, diseñada por Grupo TAU, no facilita una visita fácil y cómoda a los usuarios, que en muchas ocasiones han acabado perdidos dentro del inmenso espacio. 

Por último, el interés políico del edificio. La construcción del Calatrava es uno de los últimos pufos heredados por el tripartito del anterior gobierno. Una sentencia del Tribunal Supremo confirmaba hace meses que el ayuntamiento tendría que pagar 20 millones de euros a Jovellanos XXI por la liquidación del contrato de explotación del Palacio de Congresos ovetense. La complejidad de dibujar un futuro en torno al espacio se ve difusa al estar tan ligado a la Administración.

Por el momento, el futuro del centro comercial es incierto y, si bien algunas voces hablan de la creación de un espectacular centro de ocio con salas de cine incluidas, su nueva gestora, Estabona Management, se ha negado a hacer declaraciones por el momento.