De concejal de Juventud y Tiempo Libre a Cyrano de Bergerac (en Oviedo)

OVIEDO

El actor José Luis Gil, que encarna a Cyrano de Bergerac en el Teatro Filarmónica de Oviedo
El actor José Luis Gil, que encarna a Cyrano de Bergerac en el Teatro Filarmónica de Oviedo

El popular actor televisivo y de doblaje llega a la sala del teatro Filarmónica

13 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hablar de él es explicar un icono de la cultura popular del país que lleva entrando en las casas de la audiencia desde hace más de doce años llegando a formar parte de la familia, o de la comunidad de vecinos. Hablar con él es sentir en sus palabras la sabiduría de quien lleva dedicándose en cuerpo y alma a un oficio desde su más tierna juventud. Las mismas palabras lo han convertido en un superhéroe del espacio como Buzz Lightyear, un padre que busca a su hijo Nemo en las profundidades del océano o el presidente que todos querríamos votar. José Luis Gil tiene muchos proyectos, pasados y futuros en la cabeza, pero se centra en el ahora y en el personaje que, tal y como explica con ilusión, «es fruto de mucho trabajo y cariño». Durante los días 13 y 14 de septiembre interpretará al Cyrano de Bergerac en el teatro Filarmónica de Oviedo y anima a todo aquel que lo deseé a disfrutar de una obra clásica que al terminar «no dejará indiferente a nadie» y es que, tal y como lo describe, la cultura y el teatro nos hacen crecer como individuos. Si no le creen, vayan a comprobarlo.

No es la primera vez que Gil visita Asturias, aunque esta vez lo hará acompañado de actores de la talla de Ana Ruiz, Héctor González, Rocío Calvo, Carlos Heredia, Ricardo Joven y Nacho Rubio al frente de la dirección de Alberto Castrillo-Ferrer. Afirma amar la tierrina, aunque debido al ritmo de trabajo no puede visitarla como le gustaría, dando largos paseos para descubrirla. Y es que compaginar tantos proyectos puede llegar a ser duro, por eso intenta seleccionarlos con criterio y, sobre todo, con pasión: «Llevamos mucho tiempo con esta obra que compagino con el rodaje de La que se avecina, pero lo hago con ganas porque escojo siempre lo que me apasiona, no puedes trabajar en algo que no te guste porque al final acabaría aborreciéndolo». Por esa razón no suele sentirse muy atraído por la gran pantalla, sino que prefiere las tablas del teatro, «es más íntimo, al final si haces una película el personaje muere cuando finaliza el rodaje, en el teatro, sin embargo, cada día tienes que volver a sentir la función y volver a reconstruir tu personaje», cuenta. De hecho, es de vital importancia el respeto al público porque ninguna función es igual y por supuesto, tampoco lo es la acogida de la gente. Para él el Cyrano es muy especial, ya que de alguna manera se ha desvinculado de la comedia que siempre le ha perseguido, un género muy difícil y que le ha dado muchas alegrías según describe, pero que no le exime de poder escoger otro tipo de proyectos.

Revindica la profesión, al igual que lo hace con el doblaje. «Los actores de doblaje demuestran su capacidad mejor que en otro tipo de trabajos, he llegado a ver a alguno trabajando frente al atril con sus movimientos y me he quedado ensimismado», explica. Lleva desde los 20 años en ese mundo que a veces no es lo suficientemente reconocido: «el doblaje es necesario porque ningún director concibe un metraje para que estés enfocado en unos subtítulos sino para que veas la escena, la interacción de los personajes». Plantea la duda de por qué nadie se cuestiona un libro traducido, o una obra de teatro, ni siquiera con la sobreimpresión que aparece debajo de la pantalla, y sí lo hacen con una voz. Aunque si le dieran a escoger entre todos los papeles que desempeña en los diferentes formatos no podría, guarda un cariño especial al doblaje, eso sí, reitera que cualquier trabajo es bueno «si se hace con amor».

Con el mismo cariño fue estrenada La que se avecina hace doce años, y anteriormente, lo hizo Aquí no hay quién viva, quizás esa sea la clave de su triunfo. Aún se sigue sorprendiendo cuando le paran por la calle para gritarle aquello de «¡váyase señor Cuesta!» pero es algo que ha intentado interiorizar con naturalidad. Lo que está claro es que muy dentro de él lleva mucho de Juan Cuesta, y aún mucho más de Enrique Pastor, personaje que ya ha hecho suyo y que sabe cómo va a reaccionar ante las situaciones descabelladas que le están por venir. «Laura y Alberto Caballero me han dado mucha independencia en ese aspecto, es un lujo trabajar con ellos», cuenta sobre los directores de la producción. No solo de ser dirigido conoce Gil, también sobre dirigir, como hizo en 2012 con el cortometraje Entre cartones, una historia  sobre la indigencia protagonizada por Carolina Noriega y él mismo.

No puede desvelar nada sobre la undécima temporada de la serie por antonomasia del humor irreverente que sigue sobreviviendo en la era de lo políticamente correcto, «además, tendría que hacer memoria porque ya estamos grabando la undécima», comenta. En su cabeza revolotean los personajes de su vida, pero prefiere centrarse en el Cyrano que interpretará este viernes y que es una manera de acercarse a la cultura que parece desaparecida en la era de internet. «Uno llega a una edad en la que como padre y abuelo se plantea muchas cosas, creo que no deberíamos pasar tanto tiempo frente a una pantalla que nos puede dar cosas maravillosas, pero también nos roba mucho tiempo entre discusiones e influencers que no aportan», reflexiona invitando a todo el mundo al teatro.