Los acusados de fotografiar a las jugadoras del Grisú desnudas se justifican: «Todo empezó como un juego»

Carla Vega REDACCIÓN

OVIEDO

Campo de fútbol del Grisú
Campo de fútbol del Grisú

La defensa se ha centrado en los supuestos trastornos mentales del exentrenador para intentar un acuerdo con el fiscal

18 nov 2019 . Actualizado a las 19:00 h.

El segundo entrenador del Grisú y su novia, una de las jugadoras del equipo, han prestado declaración en la Audiencia de León. Ella, en su papel como compañera del resto de las chicas, aprovechó para fotografiar desnudas o en ropa interior a sus compañeras de equipo. También lo hizo con sus hermanas, una con una discapacidad mental de 16 años y una niña de tres y medio, y ayudó a su pareja a contactar a una adolescente donostiarra a través de Facebook. «Todo empezó como un juego, en el que me ponía retos y tenía que ir superándolos, no éramos conscientes de que fuese ilícito, de las consecuencias», aseguraban en la Audiencia de León.

Inicialmente se solicitaba una pena de 29 años para él y siete y medio para ella, por un delito continuado de vulneración de la intimidad, tres delitos de utilización de menores y otro de captación de menores, ambos con fines pornográficos. También por posesión de material de pornografía infantil. El fiscal ha tenido en cuenta las condiciones de ambos acusados para pedir una rebaja de esta pena teniendo en cuenta los atenuantes presentados por la defensa, así como el hecho de que han pagado el doble de las indemnizaciones que solicitaba el ministerio público.

En el caso de la joven, A.F.G., se considera atenuante que el hecho de que ella acudiese a la Guardia Civil a denunciar los hechos. Para ella la pena se quedaría en dos años de prisión ya que tiene a sus hermanas a su cargo tras el fallecimiento de su madre. Una de ellas padece cáncer, otra es discapacitada y una tercera de cinco años. Para él, P.M.F., se reduce la pena a seis años de cárcel que no cumpliría, ya que el ministerio público pediría la suspensión de condena, reduciendo la pena a quince años en libertad vigilada y la obligación de que el acusado se someta a un tratamiento psiquiátrico, revisable cada seis meses. La defensa alega para el exentrenador enajenación mental, ya que sufre de fetichismo y sólo se excita con objetos y fotografías. El fiscal sospecha que la entrada en prisión del entrenador tan solo empeoraría su situación y cree que hay que darle «una segunda oportunidad» ya que no tocó a las menores ni distribuyó el material recopilado.

A pesar de que los acusados han aceptado la rebaja de condena las acusaciones particulares no lo han hecho al no considerar la situación clara, por lo que se ha continuado con el juicio. Creen que la joven acudió a denunciar una vez supo que los tutores de la menor donostiarra lo harían, y que en un principio intentó hacer creer a los agentes que estaba coaccionada por su entrenador, y que la maltrataba. Por otra parte, ninguno de los dos acusados se encontraba en tratamiento psiquiátrico cuando ocurrieron los hechos, sino que empezaron a tratarse meses después. El psiquiatra del entrenador, que también ha participado en el juicio, ha alegado que su fetichismo «no tiene cura», pero que el hombre, de 39 años, sí es consciente de sus malas actuaciones, llegando incluso a dominar sus impulsos en algunas ocasiones.

Las jugadoras del Grisú también intervinieron en el juicio, al que acudieron junto con la presidenta del mismo, Carmen Pintado. «Nunca lo hubiésemos esperado, teníamos relación de equipo, pero iba más allá, salíamos a tomar alguna cerveza tras los entrenos, éramos amigos», dijeron. Los hechos tuvieron lugar en 2016, cuando el acusado pidió a su pareja que tomase fotografías de sus compañeras mientras se cambiaban en el vestuario. Llegó a acumular fotografías de un total de 13 jugadoras, una de ellas menor de edad. Fue cuando la Guardia Civil comenzó una investigación en el domicilio del ex entrenador, situado en Oviedo, cuando localizaron también material audiovisual de las hermanas menores de la otra acusada.