Una factoría que resurgió tras dos bombardeos

D.R.

OVIEDO

La Fábrica de Armas de Trubia, que ahora lucha por mantener su carga económica, creció con fuerza pese a la destrucción de la guerra y llegó a tener 4.000 empleados

28 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos veces sufrió la Fábrica de Armas de Trubia el efecto de sus propios productos, u otros similares. La veterana factoría, que se enfrenta ahora a su enésima crisis económica por la producción de un nuevo vehículo para el Estado, fue capaz de sobrevivir duros ataques durante la revolución de 1934 y la segunda durante la guerra civil.

En el 34, Trubia fue uno de los puntos clave que abasteció a los revolucionarios de armas, ya que desde el principio fue uno de los focos. En la fuerte represión que siguió, la factoría fue bombardeada y resultó dañada. Poco duraron las reparaciones, puesto que durante la guerra civil estaba situada en el frente y también fue objeto de bombardeos de la aviación.

Mucho del valioso patrimonio histórico de la fábrica, que este año cumplió 225 años, se perdió durante los conflictos, pero no fueron estos los únicos enemigos ni los más dañinos. La decadencia y el olvido en el que caen poco o poco sus naves han llevado a un emporio que llegó a tener 4.000 empleados a no llegar a la décima parte de esa cifra.

En 1794, la amenaza del expansionismo francés hace que el Gobierno español busque una nueva ubicación no tan cerca de la frontera. Así se llega a Trubia, ideal por su emplazamiento junto a un río y con cercanía a la producción de carbón.

A finales del siglo XVIII, varias de las Reales Fábricas de Armas españolas tenían un grave problema de localización por estar situadas muy cerca de la frontera francesa, ante la persistente amenaza de guerra con el país vecino, como acabaría sucediendo.

Por ese motivo la Corona encargó al Ingeniero Jefe de la Marina, Fernando Casado de Torres, buscase una nueva ubicación donde emplazar una gran fábrica de armamento, siendo seleccionada la población asturiana de Trubia.

En la historia de la verdadera ciudad que surgió en el valle, existen momentos de especial auge como el de mediados del siglo XIX, cuando el teniente coronel Francisco Antonio de Elorza y Aguirre, luego conocido como general Elorza, se hace cargo de la factoría. Al general se debe una gran modernización y la creación de la Escuela de Aprendices, la llegada de profesionales de Europa que trajeron avances técnicos y comenzaron la producción de los famosos bustos de bronce, verdaderas joyas de las artes industriales, o el desarrollo minero y siderúrgico de las zonas que suministraban las materias primas necesarias para el funcionamiento.