La última tragedia minera en Oviedo

G. GUITER

OVIEDO

Mineros de Tudela Veguín, en torno al año 1919. La mina estuvo funcionando hasta las últimas décadas del siglo XX
Mineros de Tudela Veguín, en torno al año 1919. La mina estuvo funcionando hasta las últimas décadas del siglo XX

El accidente de «La Confiada III» de Tudela Veguín en 1985, con cuatro muertos, marcó el final de la actividad en el concejo

14 jun 2020 . Actualizado a las 09:29 h.

Fue hace casi 35 años. El 4 de septiembre de 1985, un miércoles, pero no un día como los demás. Temprano por la mañana, once mineros estaban preparando la madera para postear un taller. A las 8.30, la mina rugió. Después, se derrumbó: 2.000 toneladas de carbón como un gigantesco martillo negro. Siete de ellos consiguieron salir, pero otros cuatro quedaron atrapados: fueron los últimos muertos de la minería de Oviedo.

Eran años terribles para la industria del carbón, con decenas de muertos cada año. En ese contexto, el nombre de la mina de Tudela Veguín, visto a distancia, es una triste ironía: La Confiada III. Aunque los mineros, con el sentido del humor habitual del gremio, la conocían como El Cestu.

La Brigada de Salvamento enfrentaría en el accidente de La Confiada uno de sus rescates más complejos, a sabiendas de que sería muy difícil encontrar a alguno de los sepultados con vida: el picador Antonio Bejano Castro, de 47 años, casado y con cinco hijos y los ayudantes mineros Lisardo Riera Riera, de 23 años, casado y con un hijo; Marcelino García Vigil, de 27 años, casado y con un hijo y Juan Antonio Rodríguez Jenar, de 33 años, soltero.

Diez días tardó en salir el primer cadáver, que fue el de Antonio Berjano. El mismo día en que estaba prevista la boda de una de sus hijas. Luego emergía el del joven Lisardo. Después salía el cuerpo de Marcelino y, por último, el 16 de septiembre, el de Juan Antonio. Cientos de mineros, amigos, familiares, acompañaron en silencio los ataúdes de las últimas víctimas de la mina en el concejo de Oviedo.

Y fin de una mina

Las minas de Tudela Veguín son conocidas desde muy antiguo, aunque no será hasta el mediados del siglo XIX cuando se empezará a explotar industrialmente por la empresa anglo-franco-española (Asturian Minning Company). En realidad es la francesa Compagnie Générale Minière la que se hace cargo de la gestión. Aún queda una chimenea de ventilación de ladrillo con la fecha 1903 que da testimonio del momento en que se constituye un verdadero pozo vertical, de los más antiguos de Asturias.

A principios del siglo XX, el empresario Eugenio Quintana constituye Hulleras de Veguín y adquiere la mina; más tarde pasará a manos de la familia Masaveu, que ya empezaba a explotar a gran escala la cementera en la localidad. Ya en los años 60, la cementera traspasa el yacimiento a Carbones Tudela Veguín y pasa a llamarse La Confiada III.

El accidente de 1985 fue el principio del fin de una explotación en una actividad que, a medio plazo, ya tenía sus días contados, o casi, en toda Asturias. El pozo sufrió años de abandono y sus instalaciones fueron deteriorándose hasta que en abril de 2016, la Consejería de Educación y Cultura del Principado lo incluyó en el inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. Una protección simbólica, porque el entorno sigue igual de abandonado y cada vez más estropeado: el castillete de mampostería, la casa de máquinas, la nave de la central eléctrica con su chimenea y lo poco que queda del lavadero.